La historia de la conquista de Chile aparece muchas veces monopolizada por personajes como Diego de Almagro, Pedro de Valdivia, Inés Suárez, Lautaro, Colo Colo y otra pléyade de caciques que fueron mitificados por Alonso de Ercilla en La Araucana.
Nos olvidamos de otros actores menores, no por ello menos relevantes, que permiten desmitificar y conocer las complejidades que se esconden tras un proceso de encuentro de dos mundos, según como lo ha estudiado Matthew Restall en Los siete mitos de la conquista española.
Los indios amigos, las mujeres, los niños y los esclavos parecieran ser personajes inexistentes para los cronistas e historiadores, pese a que sin ellos la conquista hispana habría terminado en un completo fracaso.
Un caso interesante es el de un hombre de piel oscura que nació en África, a inicios del siglo XVI, hasta que fue esclavizado y llevado a la fuerza a América, específicamente a Nueva España, México, donde fue adquirido por un conquistador llamado Alonso Valiente. Así como hubo esclavizadores que cometieron innumerables abusos con los negros e indios, hubo otros quienes desarrollaron una relación de familiaridad y amistad, fue el caso de este esclavo, bautizado por su amo como Juan, Juan Valiente.
Gracias a la confianza del amo, Juan Valiente firmó un contrato en el que fue autorizado a probar suerte como conquistador al sur de Nueva España por un periodo de cuatro años y en el que se comprometía a compartir las ganancias obtenidas. Fue en los periplos de Centro América donde conoció a Diego de Almagro y a Pedro de Valdivia, con quienes tuvo la oportunidad de ir más allá del desierto de Atacama, al territorio que sería bautizado como Chile.
Su activa participación en la expedición de Valdivia y en la fundación de la ciudad de Santiago, lo hicieron acreedor de una hacienda. A esas alturas, Juan Valiente, pese a su color y condición de esclavo, era tratado como un blanco más.
Aquí es donde la historia de Juan Valiente se conecta con la historia de nuestra región. Valiente, bajo las órdenes de Gonzalo de los Ríos y junto con una docena de jinetes, tuvieron la misión de organizar la explotación de oro en el Marga Marga y la construcción de un buque en la desembocadura del río Aconcagua, en lo que hoy correspondería a Concón.
Mientras ocho trabajadores españoles daban vida al primer astillero de Chile, Pedro de Valdivia tuvo que partir raudo a Santiago para extinguir un levantamiento en su contra.
Poco días después, relata Diego Barros Arana, llegaba a Santiago Gonzalo de los Ríos con una noticia terrible: "Los indios que trabajan en los lavaderos de Malgamalga (sic) y los que ayudaban a los españoles en la construcción del bergantín en la embocadura del río Aconcagua, se habían sublevado". De acuerdo al relato del mismo historiador, los indios, conocedores de la codicia de los españoles, los atrajeron con una olla llena de oro y cuando éstos se acercaron, los mataron en forma despiadada. Solo Gonzalo de los Ríos y el esclavo Juan Valiente que, al parecer, no le hizo honor al nombre, lograron escapar para dar a conocer la mala noticia:
"Los indios dieron muerte también a los carpinteros que construían el buque, y a los indios peruanos que estaban al servicio de los españoles, e incendiaron el casco de la nave, destruyendo así las esperanzas que por tanto tiempo había acariciado Valdivia", apunta Barros Arana.
Se esfumó así el sueño del conquistador de demostrar que Chile, gracias al oro del Marga Marga, no era tan pobre como lo habían difamado quienes acompañaron a Almagro y, junto con esto, el plan de crear un astillero que permitiera tener una comunicación directa con el virreinato del Perú.
De esta forma, Concón pasó a la historia como el primer astillero de Chile, pero también como el lugar del primer gran alzamiento indígena.
Por último, esta columna no puede cerrar sin mencionar el triste final de nuestro amigo Juan Valiente. De acuerdo a los antecedentes que entrega Restall, el africano cayó junto a las huestes de Valdivia en la batalla de Tucapel. Antes quiso comprar su libertad, no obstante el oficial real encargado de hacer esta gestión lo estafó y Juan Valiente murió como esclavo.
Doctor en Historia
Facultad de Artes Liberales, UAI
Gonzalo Serrano del Pozo