Chile es uno de los países con las mayores jornadas de trabajo en el mundo, sin embargo, los niveles de productividad están estancados hace varios años. Este es, precisamente, uno de los talones de Aquiles de la economía chilena. Si bien, las industrias y los organismos de Estado comprenden que la productividad es un tema país y es clave para el crecimiento de la economía, son pocas las soluciones a largo plazo que se llevan a cabo, a nivel nacional, para lograr un aumento significativo de estas cifras.

Un tema importante para el aumento en la productividad es la educación, pero no solo lo que se entiende como educación escolar, técnico o universitaria, también existe aquella educación que ha quedado fuera de las políticas públicas en el último tiempo y que tiene una incidencia mucho más efectiva en el corto plazo: la capacitación.

Las capacitaciones de calidad, aquellas que entregan los Organismos Técnicos de Capacitación (OTEC), pueden impactar directa y positivamente en la productividad de Chile. Si bien, el Estado, a través de Sence, invierte muchos recursos, son pocas las empresas que aprovechan esta oportunidad. En Chile, hay un poco más de un millón de empresas, y solo 14 mil de ellas utiliza esta franquicia tributaria para capacitar a sus colaboradores. Hoy sigue habiendo una inercia cultural de pedir cursos que, realmente, no aportan en la productividad de la organización y, por ende, de la industria.

La mejora en la productividad no tiene una receta única, ni puede solucionarse con una varita mágica, pero sí hay ciertos elementos esenciales. Uno de ellos es que las empresas deben definir los perfiles de los empleados que necesitan, su especialidad, y de qué manera ésta me puede beneficiar directamente a sus resultados a final de año. Además, los cursos de capacitación deben estar inmersos en un programa a mediano plazo, que les permita a los trabajadores entender que el primer curso es necesario para el último, tal como lo hace el área de Educación Continua de Duoc UC, donde incluso se permite, en ciertos Diplomados, continuar con los estudios en una carrera técnica o profesional.

Las capacitaciones deben ser comprendidas como un elemento de trayectoria laboral. Es necesario que las empresas aprovechen las oportunidades Sence, y capaciten a sus empleados en OTEC de calidad, con programas que lleven directamente a las habilidades que la industria necesita.

Aún hay mucho camino por recorrer, y muchas oportunidades por aprovechar. Existen programas de capacitación con sistemas de articulación que le permitirán al país, y por ende, a sus industrias y empresas, contar con trabajadores perfectamente capacitados para enfrentar un mundo competitivo.

Carlos Figueroa

Director de Educación Continua de Duoc UC

Hace unas semanas el destacado académico y sociólogo Manuel Baeza advertía sobre el "clima de odiosidad" preocupante y peligroso que se comenzaba a respirar en Santiago Wanderers. El profesional, quien también es socio del club, anticipó con precisión lo que se viviría poco tiempo después: división profunda entre los estamentos de la institución que llevaron a duros cruces verbales entre hinchas y dirigentes tras las derrotas ante Unión Española y Universidad de Chile.

El pantano en que se había convertido el piso por donde transitaba el Decano parecía más y más fangoso a medida que se sucedían los malos resultados deportivos.

El descenso a Primera B está a la vuelta de la esquina, si es que Cobresal tiene una reacción épica; o en la siguiente, en caso que no cuajen una gran campaña en el próximo torneo.

Por eso la salida del entrenador Eduardo Espinel parece una válvula que debió abrirse antes.

Pero lo futbolístico no es lo único que atormenta al club. Ernesto Ottone, reconocido wanderino, describió la situación con una fábula: El granjero quiso ahorrar dándole menos comida al caballo. Cuando el caballo se murió de hambre había ahorrado bastante, pero se quedó sin caballo.

Este pie forzado en que se encuentra la sociedad anónima por la deuda que mantiene con su principal controlador accionario, los ha ahogado. Si a eso se suma la percepción negativa que tienen los porteños respecto a la dirigencia, se configura un panorama oscuro a nivel institucional.

Sin embargo, un par de actitudes y decisiones -forzadas por las circunstancias, quizás, pero no por eso menos loables- generan un poco de esperanza en el futuro.

En primer lugar, poner a cargo del primer equipo a Silvio Fernández, secundado por Santiago Pizarro, es a todas luces un mensaje para los hinchas. Son tipos de la casa, con un perfil similar, trabajadores, silenciosos, con gran cariño por la institución y queridos por la gente.

Luego vino el mea culpa de Jorge Lafrentz, quien en su estilo asumió la responsabilidad por la tardanza en hacer un cambio en la cabina técnica, cuestionó la calidad de los jugadores que su directiva fichó, reconoció que han tenido demasiados entrenadores durante su presidencia y anunció que en el próximo torneo quieren estar entre los ocho primeros.

Por último, se determinó la llegada de dos directores -Víctor Lohr y Gonzalo Serrano- que pueden aportar una visión más crítica para mejorar la gestión futbolística, y se incorporó al presidente de la Corporación Santiago Wanderers, Mario Oyer, a la Comisión Fútbol, permitiendo que los socios del club tengan voz y voto en esa instancia tan importante.

Soplan nuevos vientos en Valparaíso.