Balance Estructural: ¿regla o discrecionalidad?
OBJETIVO. Fija el nivel de gasto del gobierno a una medida de ingreso "ajustado por el ciclo económico".
1. balance estructural
La regla de balance estructural implementada en Chile desde el año 2000, fija el nivel de gasto del gobierno a una medida del ingreso del mismo, "ajustado por el ciclo económico". El objetivo de esta regla es evitar que el gasto se incremente en bonanzas y se reduzca en contracciones. Desde el año 2001 al 2007, el balance estructural para Chile fue positivo. Durante la crisis del año 2009, el balance estructural llegó a ser negativo, del 3,1% del PIB. Desde entonces a la fecha, la regla de balance estructural no amerita su nombre pues estructuralmente la posición ha sido deficitaria, y se asemeja más a un instrumento de discrecionalidad plena.
La política fiscal fue anormalmente expansiva en los años 2008 y 2009. Si bien, la crisis financiera de esos años también fue un evento anormal en términos históricos, queda la duda si es que la política fiscal fue demasiado laxa en ese periodo y si gastos considerados transitorios se volvieron permanentes. Por ejemplo, desde el año 2009 en adelante, el gasto en subsidios y donaciones como porcentaje del gasto total es aproximadamente de 32%. Siendo de 25% para 1990-2007.
Desde 2010, los sucesivos ministros de Hacienda vienen informando de planes de convergencia del balance estructural hacia una meta equilibrada. Sin embargo, éstos terminan por ser modificados, y el equilibrio estructural se lo pospone una y otra vez. En la práctica, tener un balance estructural negativo por mucho tiempo desvirtúa el objetivo del de éste y se arriesga la sostenibilidad fiscal. El gobierno de Chile ha pasado a ser deudor neto.
2. un sencillo ejercicio de identificación
Si el "pecado original" de la deteriorada situación fiscal empieza el año 2009, deberíamos tener alguna medida para identificar que efectivamente ese año hubo un cambio estructural, es decir, permanente en el gasto del gobierno. Podemos utilizar una técnica estadística para determinar si ocurrió este fenómeno. Se considera el gasto anual de gobierno deflactado por el IPC para el periodo 1990-2016. El gráfico adjunto muestra el resultado de las estimaciones estadísticas para la tendencia del gasto y las series efectivas computadas. El gráfico en líneas punteadas muestra la estimación de la tendencia del gasto del gobierno. Se grafican dos estimaciones, una para el periodo 1990-2008, y otra para el periodo 2009-2016. Y se extrapola la tendencia estimada del periodo primero hacia el periodo posterior. Las líneas continuas muestran la serie efectiva (en logaritmos) del gasto real del gobierno.
Debe mencionarse que el año 2009 ha sido identificado estadísticamente en base a un procedimiento estadístico como el año de quiebre estructural en la tendencia del gasto del gobierno. Es decir, no existe ninguna decisión subjetiva para seleccionar dicho periodo como aquel de quiebre en el gasto del gobierno. Dicho quiebre puede llamarse "permanente", pues como es claro de la figura en cuestión, la tendencia estimada cambia persistentemente en la muestra.
3. implicancias
De la anterior estimación estadística, se infiere que efectivamente, el gasto del gobierno habría cambiado de forma permanente en su comportamiento desde el año 2009. La pendiente nos brinda la tasa de crecimiento anual del gasto de tendencia, dicha pendiente en ambos periodos ronda el 5%. La tasa de crecimiento real del gasto no ha sufrido modificación importante. Es el nivel de gasto el que si lo ha hecho, el tendencial ha aumentado 1,3% respecto a su tendencia original hasta 2008. Para entender la implicancia de esto, tengamos en cuenta que el déficit estructural reportado por Dipres para el año 2016 es de $ 2.706.514 millones, 1,6% del PIB. De haberse mantenido la tendencia del gasto del gobierno de antes del 2009, habría un superávit estructural de $220.000 millones, prácticamente se cumpliría una meta del 0% del PIB. Estos valores son sólo referenciales por supuesto, ya que el gasto del gobierno podría tener efectos expansivos a su vez en el PIB y efectos en la inflación. Sin embargo, el ejercicio es llamativo, y hace pensar que el gasto del año 2009 fue determinante para la trayectoria fiscal del mediano e incluso largo plazo. Esto nos debe sugerir que necesitamos cuidar en los años venideros, el monto y composición del gasto del gobierno, pensando que gastos que pueden ser considerados temporales, como aquel ejecutado para la crisis del año 2009, pueden convertirse en gastos permanentes con consecuencias serias a futuro. Esto es de particular relevancia de recalcar en un año electoral.
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