"Un Clásico Porteño donde hay veinte wanderinos pierde la magia del fútbol"
El vínculo del fiscal nacional, Jorge Abbott, con Everton se remonta a cuando era un niño. Pese a que su padre se definía como wanderino, lo cierto es que fue el hermano menor de su madre quien empezó a hacer el "trabajo sucio" para convertirlo en hincha oro y cielo.
De todas formas, el abogado viñamarino reconoce que en aquella época había una rivalidad distinta entre la Ciudad Jardín y Valparaíso, mucho más intensa de lo que es actualmente. Quizá por eso mismo es que el vínculo con el club era tan marcado.
"Nos comprometió desde niños. Antes que empezara el partido ya estábamos insultando al árbitro y todas esas cosas", recuerda el abogado, quien además tuvo un tío que en la década del '50 fue director de Everton.
Sin embargo, no deja de preocuparle que ese "fanatismo sano" haya cambiado, derivando en un fenómeno cargado de violencia que a ratos se ha vuelto incontrolable para las autoridades.
"Yo espero, desde el cargo que estoy hoy, tratar de erradicarla. He estado haciendo un esfuerzo importante para lograrlo", confiesa el fiscal nacional.
"Es una lástima que, por ejemplo, en el último clásico de Everton y Wanderers no estuvieran los wanderinos, eso no es un clásico. Un Clásico Porteño donde hay 20 wanderinos realmente pierde la magia del fútbol y pierde también el sentido colectivo que tiene la competencia. Se vive del otro, entonces se transforma más bien en un espectáculo meramente deportivo y no tiene todo ese valor agregado que le dan las hinchadas y la pasión que se pone de parte de ellas", agrega Abbott, quien justamente estuvo presente en el último duelo entre ambos clubes y que se jugó en el estadio Sausalito sin presencia de los visitantes.
- En términos prácticos, ¿qué es lo que está haciendo desde su cargo para poder erradicar la violencia de los estadios?
- Estamos trabajando muy cercanamente con Estadio Seguro. Yo envié recientemente un instructivo a todos los fiscales para establecer la forma en la cual se debe operar respecto de la aplicación de la Ley de Violencia en los Estadios, llamando a ser particularmente severos y rigurosos en la investigación, en la coordinación con las policías, con Estadio Seguro y los clubes. Queremos realmente buscar fórmulas de reprimir las conductas que atentan contra el orden dentro de los espectáculos del fútbol profesional. Es una preocupación, queremos recuperar los estadios para la familia.
- A su juicio, ¿la ley brinda el marco para actuar adecuadamente?
- De algún modo entrega herramientas y establece sanciones que pueden ser efectivas y que pueden disuadir conductas que alteren el orden en los partidos. El problema es cómo somos capaces de investigar y poder atribuir responsabilidades individuales en hechos en los cuales participa mucha gente. Es difícil a veces cuando hay una turba, poder determinar conductas concretas para poder sancionar a personas determinadas. Ese es el gran desafío que tenemos.
- ¿Cómo se puede hacer frente a ese gran desafío?
- Yo creo que debería haber un empadronamiento de los hinchas, y un buen control de las personas que ingresan, a pesar que hoy en día existe la identificación. Creo que los clubes deberían hacerse responsables por la hinchada y los desmanes que produzcan, y ellos tener los registros, que ellos tengan un control de sus propios hinchas y den algún tipo de certificación de buena conducta de su hinchada para que puedan ingresar a los estadios, y que respondan por ellos.
Grandes recuerdos
Pese a que hoy en día vive en Santiago de lunes a viernes -los fines de semana los pasa en su casa de Olmué-, Abbott se las arregla para ir de vez en cuando a ver al club de sus amores, y no esconde su optimismo respecto al presente que vive el equipo de la mano del DT Pablo Sánchez.
Y es que el fiscal nacional se declara "un hincha que vibra con Everton y que los fines de semana son buenos o malos según le vaya al club, los resultados influyen fuertemente en mi estado de ánimo, más de lo que yo quisiera".
Difícilmente podría ser de otra manera para alguien que desde joven siguió fervorosamente al cuadro auriazul, como el más fanático de los hinchas. No por nada su memoria atesora grandes recuerdos.
- ¿Cómo vivió el título del '76?
- Tengo una pequeña anécdota respecto de eso, con más de algún reproche. Yo seguí a ese equipo durante prácticamente todo el año, lo seguimos a diferentes partes del país. En el último partido de ese torneo, que fue entre Everton y Green Cross de Temuco, y si ganaba Everton era campeón. Viajamos con un par de amigos, pero finalmente Everton empató. Luego, vinieron las definiciones que se jugaron en el estadio Nacional. La primera recuerdo que fue un día miércoles en que empataron 0-0 con Unión Española, y después se fijó el partido de desempate final para el sábado. Y justo ese día yo me iba de viaje a Buenos Aires con mi mujer y mi suegro, invitados por él. Yo le digo a mi mujer que estaba el partido, la final, y que quería viajar el día siguiente, el domingo. Pero ella me dijo: "Mira, la verdad es que durante todo el año has viajado para todos lados, fuiste la semana pasada hasta Temuco, estuviste todo el fin de semana con tus amigos. A esto nos invitaron mi papá y mi mamá, yo no les puedo hacer esto a ellos. O nos vamos juntos o esto simplemente no te lo voy a perdonar jamás". Y entre el Everton y mi familia y mi señora, la verdad es que es más importante la familia, y me fui a Buenos Aires y no pude ver esa final, hecho que hasta el día de hoy yo reprocho, que no hayan tenido la comprensión adecuada para permitirme ver esa final del campeonato.
- ¿Y para el Apertura del 2008 pudo cobrarse revancha?
- Curiosamente, para el campeonato del 2008 se dio exactamente a la inversa. Cuando se juega el primer partido de definición entre Colo Colo y Everton yo estaba en Estados Unidos, en la casa de mi hermano. Y vimos el partido donde perdimos 2-0 y había muy pocas posibilidades que Everton remontara ese marcador. El partido siguiente se jugó el martes, y tuve la suerte que se suspendiera del día en que estaba programado anteriormente, lo que me permitió asistir al encuentro. La verdad es que entramos dentro de un tumulto, fui como un espectador cualquiera y se produjeron todos esos desórdenes a la entrada del estadio. Empezó a actuar carabineros con el guanaco y yo mojado, pero logré ver el partido, que fue mágico. No teníamos muchas oportunidades, estaba el estadio lleno de colocolinos, se hablaba del pentacampeonato, estaban listos, ellos estaban eufóricos antes de que empezara el partido. Y luego ver cómo se revertía esto, le hacen el primer gol y Colo Colo como que se paraliza. Es una cosa notable, ver a un equipo que era muy bueno, absolutamente desacomodado. Fue una cuestión muy impresionante, fue muy emocionante ese partido por las condiciones en las cuales se dio. Creo que ha sido una de las grandes felicidades que he tenido en mi vida, además que ganarle a Colo Colo es un placer infinito, que me perdonen los colocolinos. Es un rival muy difícil y ser campeón a costa de ellos tiene un sabor especial.
El Everton de hoy
- ¿Qué le parece la llegada del Grupo Pachuca a Everton? En un principio había mucha incertidumbre con respecto a lo que podía pasar con la institución.
- Hoy en día el fútbol profesional se ha transformado en un nicho de negocios. Pese a ello, uno sigue manteniendo la pasión por su equipo, al margen de la forma en la cual se administra. Lo único que espera uno es que quienes administran el club tengan un equipo competitivo y que sea representativo de la ciudad y que represente también valores.
- ¿Pero ve con buenos ojos la llegada de los mexicanos?
- Yo veo que han hecho un esfuerzo, han planteado un buen equipo, y es parte de una estructura de negocio que ellos tienen a nivel internacional y esto nos va a favorecer probablemente, porque van a traer jugadores jóvenes y experimentados para otorgarles valor, eso puede ser un modelo que permita tener a un equipo competitivo. Ahora, es evidente que ya no vamos a tener las figuras que tuvimos en Everton, que permanecían años en el club, como "Chicomito" Martínez, probablemente esa figura ya no esté.
"Un Clásico Porteño donde hay veinte wanderinos realmente pierde la magia del fútbol. Se vive del otro, entonces se transforma más bien en un espectáculo meramente deportivo""