Los hábitos alimenticios están influidos por la genética
NUTRICIÓN. De ahí que a veces resulte tan difícil resistirse a una tentación, a pesar de que se esté en conocimiento de que es perjudicial para la salud.
Cambiar nuestros hábitos alimenticios puede convertirse en una tarea titánica. Pero no sólo porque implica una cantidad importante de fuerza de voluntad, sino porque independientemente de ella, nuestro mismo organismo actúa presionado por una fuerza interna imposible de controlar: la genética.
Así lo reveló un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que fue presentado en el marco de las Sesiones Científicas 2017 de la Sociedad Americana de Nutrición (ASN), en Chicago, Estados Unidos.
Impulsos irresistibles
Según la investigación, esa sensación de debilidad frente a una tentación que parece irresistible está en gran medida originada en nuestros genes y no necesariamente en una falta de fuerza de voluntad.
Esto porque nuestras preferencias y comportamientos alimenticios están determinados en parte por las variantes de genes que regulan el funcionamiento de nuestros cerebros.
Silvia Berciano, directora de esta investigación, explicó durante su presentación que la fuerza que ejerce la genética en nuestro comportamientos alimenticios es tal, que incluso nos hace actuar contrario a lo que es beneficioso para nuestro organismo.
"La mayoría de las personas tienen auténticos problemas para modificar sus hábitos dietéticos, incluso en aquellas situaciones en las que saben que sería lo más adecuado para sus intereses. Esto es así porque nuestras preferencias alimentarias y nuestra capacidad para seguir un plan afectan a lo que comemos y a nuestra capacidad para adherirnos a los cambios en la dieta", dijo la especialista.
Bersiano destacó que "el nuestro es el primer estudio en describir cómo los genes del cerebro afectan a la ingesta de alimentos y a las preferencias dietéticas de un grupo de personas sanas".
La culpa es de los genes
Para llegar a esas conclusiones, los autores del estudio analizaron los genomas de 818 mujeres y hombres adultos, que previamente respondieron un cuestionario sobre sus hábitos alimenticios.
Así pudieron observar que algunos de los genes analizados tienen relación con algunas conductas alimentarias.
Por ejemplo, la elevada ingesta de chocolate se asoció a ciertas variantes del gen que expresa el receptor de la oxitocina y un gen asociado a la obesidad está relacionado con nuestra preferencia o rechazo por las verduras y los alimentos ricos en fibra, que son considerados saludables. Así también observaron relación entre ciertos genes y el consumo de sal y grasas.
Los resultados de este estudio son importantes no por instaurar una excusa perfecta para salirse de la dieta, sino porque pueden ser utilizados para diseñar planes de alimentación personalizadas que permitan prevenir el desarrollo de enfermedades, como las cardiovasculares o la diabetes.
En palabras de la propia líder de la investigación, "el conocimiento alcanzado en nuestro estudio abre la puerta a una mejor comprensión de los comportamientos alimenticios y facilita el diseño de recomendaciones dietas personalizadas más amenas para cada individuo, lo que mejorará la adherencia y que los resultados sean más exitosos".