El día calmo que tanto esperábamos
Más allá de su contenido, los habitantes de Valparaíso ansiaban un Mensaje en un escenario tan pacífico como el de ayer. Es un triunfo de la ciudadanía, que pudo demostrar que Valparaíso se merece mucho más que la tristeza y desamparo legados por el cobarde asesinato de Eduardo Lara.
La distancia sideral que separó el contexto en el cual se desarrolló la Cuenta Pública de ayer, en comparación con la tristemente inolvidable jornada del año pasado, asoma como una especie de ungüento para las delicadas heridas y llagas recibidas por Valparaíso en el último tiempo.
¿Qué fue lo que se hizo bien esta vez? Buena pregunta. No pocos anticipaban en la Gala Musical de la noche anterior -suerte de tradición republicana que congrega a todas las autoridades e invitados variopintos en el hotel O'Higgins de Viña del Mar algunas horas antes del Mensaje Presidencial- que los desmanes, desórdenes e "incivilidades", como siúticamente se les llama ahora, estarían a la orden del día.
Pero la mañana, en un anticipo de que las cosas podían ser distintas, arrojó cifras un tanto más tranquilizadoras para el Gobierno, marcando un repunte en la evaluación de la gestión de Bachelet (31%, la mejor nota en dos años) e incluso dándole un respiro al precandidato Alejandro Guillier (19 a 21%), tras duras caídas en los últimos sondeos.
Así, en lo que se estimó una asistencia de entre 3 a 5 mil personas, las marchas y manifestaciones se llevaron a cabo en completo orden y tranquilidad, sin ningún incidente serio (más allá de los rayados a la Primera Zona Naval) y con una cantidad de detenidos casi irrelevante para ocasiones como ésta. No estará de más agregar que en la capital sí hubo desmanes.
Lo que ocurrió -o, mejor dicho, no ocurrió- ayer en Valparaíso es un triunfo de las autoridades (del exalcalde Castro, de Jorge Sharp, el intendente Aldoney y sus antecesores, el últimamente tan vapuleado gobernador Dip y quien lo antecediera, el hoy subsecretario de Gobierno, Omar Jara); también, cómo no, de los parlamentarios, de la fuerza pública, pero más que nada de la ciudadanía, que supo demostrar -contra viento y marea- que Valparaíso se merece mucho más que la eterna tristeza y desamparo legados por el cobarde asesinato de Eduardo Lara.
Es de esperar que esta feliz separación entre el homenaje a las Glorias Navales del 21 de mayo y la Cuenta Pública del 1 de junio pueda consolidarse en el tiempo y se extienda a todos los días del año, por cuanto no debemos olvidar que la Región ha visto incrementados exponencialmente sus niveles de inseguridad en esta primera parte del año.