Lugares de acuerdo
Hay lugares en la historia que existen para recordarnos quienes somos. Lugares que conmemoran nuestros paisajes, las formas de vida que le dieron visión y prosperidad a nuestra identidad.
Muchos de esos lugares se han construido por decisiones políticas, de acuerdos entre personas que comparten una historia y un territorio. De ahí que podamos extrañar que la política actual no se traduzca en las ciudades que anhelamos, con mejores condiciones de vida. Y advirtamos un divorcio entre lo público y privado, quedando muchas veces a la deriva los intereses de ambos, entrampados en miopías cortoplacistas.
Frente a la última cuenta pública de la Presidenta Bachelet no hay dos lecturas, las regiones estuvieron ausentes, se consolida así un sello centralista en las políticas de desarrollo nacional. Cabe preguntarnos qué proyecto político, -y con ello no solo apelamos a la lectura simplista de que lo resolveremos con opciones de candidaturas presidenciales-, sino, ¿Qué proyecto nos convoca para aunar los criterios y conservar nuestros lugares de acuerdo?
En el Museo de Bellas Artes de la ciudad porteña, en el Palacio Baburizza, el lunes pasado se inauguró una exposición: "Valparaíso de Cerro a Mar". Un conjunto de obras de 36 autores, grandes maestros de la pintura nacional y extranjera. Una selección de pinturas que optó por las épocas de mayor apogeo y fortuna de la ciudad puerto. En ella, están presentes óleos del pintor inglés Thomas Somerscales, de Alfredo Helsby, Camilo Mori, Pedro Luna, Charles Wood, entre otros autores, hasta llegar a las telas del pintor Gonzalo Ilabaca, ciudadano y vocero del sentir ciudadano frente a la contingencia de los proyectos portuarios.
Toda exposición, supone un proceso donde muchos actores articulan una idea, un cuándo, un qué, una selección, donde se escogen las variables que construyen un contexto. Un lugar de acuerdo. De ahí una afirmación tan cierta realizada hace ya unas décadas por René d'Harnoncourt, el entonces director del Museum of Modern Art de Nueva York: "no hay ninguna exposición neutral". (Y a buena hora que así sea podríamos agregar).
Un contexto relevante en esta exposición es que uno de los principales auspiciadores de la muestra, es la Empresa Portuaria de Valparaíso, quienes mandatados por el Estado, desarrollan una visión de la ciudad puerto a través de dos proyectos de infraestructura emplazados en el borde costero. Proyectos que generan desde hace una decada una discución espistolar que cada vez se enreda más y tensiona a la élite política.
Esta exposición no solo se trata de las mejores épocas de Valparaíso, con adoquinadas y elegantes calles como en la obra "Calle Serrano en Valparaíso" de Alfredo Helsby o "Reloj Turri" por Camilo Mori, o el mejor tiempo de "La iglesia de San Francisco" en la obra de Tornero, la Bahía porteña mastodóntica retratada desde las subidas de los cerros de autores que nos dejaron su admiración por Valparaíso y nuestros paisajes. También se trata del momento actual que vive la ciudad, porque nos provoca conversar que mientras admiramos la costanera abierta que nos expone Somercales en su obra "Puerto de Valparaíso", donde la ciudad portuaria se manifiesta activa, bullente, mercante, intelectual y rica, esa misma escena hoy nos incomoda frente a una ciudad con desvaloración urbana y con poca conducción en su planificación y políticas que le den un mayor sentido a la visión porteña, de lo que es y no es Valparaíso en la quinta región de Chile.
La élite política actual se encuentra consolidando una de las últimas fronteras entre el presente y el futuro de Valparaíso, un futuro de mayor fortuna, que muchos hoy sólo ven posible con un borde costero abierto a la ciudad, tal como visiona y decreta la alcaldía ciudadana, con la figura de su alcalde, que podría estar ubicado desde lo alto del cerro mirando el paisaje de la bahía porteña que nos propone la obra de William Gibbson "Bombardeo de Valparaíso"; pero otros, junto al gobierno ven que todo pogreso vendrá del puerto monopolizando la actividad de borde costero cerrando el paso a otras actividades que expresan también la cultura portuaria de la ciudad.
Como sea una encrucijada que no la dan los proyectos citados, sino cómo se ejerce la política en la región, que necesita de lugares de acuerdo para desempolvar la élite política, regional, porteña, sobre todo pensante, que siempre comprendió que la cultura llegaba del mar, no solo a Valparaíso, sino que desde el puerto a Chile, que siempre conquistó un enriquecido pensamiento urbano y con ello la calidad de una ciudad cultural viculada a la actividad portuaria, pero que también facilitó otros menesteres y oficios que abrieron puertas a grandes inmigrantes que forjaron el país.
La contingencia de esta exposición, del discurso presidencial, de tantas cosas y grandes retos de esta semana, con grandes tristezas también, nos puede llevar al mejor de los lugares de acuerdo que un país se puede regalar asimimo: en síntesis, su voluntad.
Ignacia Imboden y
Macarena Carroza*
* Integrantes Corporación Metropolítica