Chistes machistas en el Chile del siglo XXI
De la misma manera como es difícil desprenderse de ese legado machista que heredamos de nuestros abuelos, resulta prácticamente imposible abandonar el humor, parte esencial de nuestra sociedad.
"Es muy simpática, pero... Todos decían lo mismo cuando hablaban de Enriqueta Bórquez, inteligente secretaria de Raimundo San Martín, el acaudalado hombre de negocios. Es muy simpática, pero... Enriqueta pasaba amargos ratos porque ella sabía que era verdad. De nada valían su simpatía, su inteligencia, su bondad. Los hombres procuraban mantenerse el menor tiempo posible junto a ella. Fue Eliana, su amiga íntima, quien le abrió los ojos:
-Enriqueta..., ¿has contemplado tus labios..., tu cutis? ¿Por qué no recurres a don Juan? La historia es sencilla. Enriqueta usó 'Don Juan' y ahora ha dejado de ser la secretaria, para transformarse en la señora de Raimundo San Martín. Don Juan ayuda a su felicidad".
El aviso del lápiz labial Don Juan, publicado en la revista "Eva" en 1952 y destacado por Ana María Ledezma en su tesis sobre publicidad en Chile entre 1950 y 1960, es uno de los múltiples ejemplos de una sociedad en que el valor de la mujer se reducía a su apariencia física.
Los candidatos a la presidencia Sebastián Piñera y Alejandro Guillier han recibido fuertes críticas luego de haber hecho chistes que han sido calificados de machistas. Más allá de la guerra política entre ambos bandos, disfrazada de hipersensibilidad, hay que comprender, aunque no justificar, a dos hombres que se criaron en esa sociedad.
Mientras Piñera nació cuando las mujeres todavía no tenían derecho a votar por quién iba a ser el Presidente de la República, Guillier nació en 1953, un año después de las primeras elecciones en las que mujeres pudieron ejercer su derecho a sufragio. Ambos son hijos de una generación en que las señoras estaban relegadas al hogar.
La segunda mitad del siglo XX en Chile hay que entenderla como una época de una sociedad en transición hacia un nuevo siglo, cuando las mujeres ganaron espacios que antes resultaban completamente impensados.
Revista "Paula", por ejemplo, surgió en respuesta a la revista "Eva", donde aparecía el citado aviso del lápiz labial. Fue por intermedio de este tipo de publicaciones que la mujer pudo informarse y tomar sus propias decisiones en temas como educación sexual. Gracias a la planificación familiar, las mujeres tuvieron más oportunidades de estudiar y trabajar, además de la opción de independizarse de una vida que estaba subordinada a la de un esposo.
La memoria es frágil, no nos olvidemos que hace tan sólo treinta años celebrábamos que una chilena, Cecilia Bolocco, haya sido elegida Miss Universo, un concurso donde la mujer era valorada esencialmente por su apariencia física. Asimismo, no está de más recordar que el ingreso de las mujeres que podían optar al cargo de oficiales en las Fuerzas Armadas se produjo recién al comenzar el siglo XXI. Otro ejemplo: recién el año 2006, el Club de La Unión aceptó a la primera mujer como socia, después de 142 años de historia.
De la misma manera como es difícil desprenderse de ese legado machista que heredamos de nuestros abuelos, resulta prácticamente imposible abandonar el humor, parte esencial de nuestra sociedad. La política ya es bastante aburrida como para eliminar cualquier broma que pueda considerarse ofensiva, el humor requiere ingenio y talento, quizás esa sea la piedra de tope con nuestros políticos.
El político inglés Winston Churchill, famoso por su liderazgo en la segunda guerra mundial, pero también por cientos de frases que quedaron guardadas para la historia, tuvo un diálogo inolvidable con la primera mujer en el parlamento británico, Lady Astor. Durante un debate la parlamentaria declaró que si fuera la esposa de Churchill. le pondría veneno en el té, a lo que el primer ministro respondió: "Señora, si yo fuera su marido, me lo bebería".
Hoy día, Churchill habría sido colgado de la plaza, "mememizado y twitteado", insultado y expulsado de la política chilena por haber dado esta respuesta. Sin embargo, hay que entender las bromas en su contexto y ser capaces de diferenciar cuando detrás del chiste hay una mala intención o simplemente un afán desmedido por caer bien y, en este caso, de manera infructuosa, hacer reír.
Gonzalo Serrano del Pozo