"La visita del Papa Francisco puede ser una manera de fortalecer la confianza en la Iglesia"
Un respiro. Eso significará para Chile la visita del Papa Francisco en enero del 2018, según subraya Benito Baranda, quien acaba de ser nombrado por la Presidenta Michelle Bachelet como coordinador del Estado en esta materia. Como tal Baranda desistió de referirse a los temas más polémicos que podría enfrentar el líder máximo del catolicismo en nuestro país. Por ejemplo la despenalización del aborto en tres causales, las críticas de las víctimas del padre Karadima o la posibilidad de que el Mandatario boliviano Evo Morales aproveche su presencia para imponer sus tesis políticas. "Él se sale de libreto y habla un montón de temas, y si le nace...", recalca.
-¿Esperaba que los nombraran coordinador del Estado?
-Un honor. Es una buena oportunidad para lograr una buena visita del Papa. Tuvimos varias reuniones la semana pasada, nos hemos reunido con Javier Peralta que coordina desde la Iglesia y con la directora de protocolo. Es una bonita oportunidad para aprender desde dentro del Estado y para ver cómo los servicios estatales pueden colaborar con esta visita. No es que el Estado ponga tantos recursos porque tal como ocurrió con Juan Pablo II la Iglesia se organiza y capta muchos recursos para estas visitas. Pero la seguridad y los traslados que realiza el Estado son cruciales porque resguardan la vida del Papa y su comitiva.
-¿Cuál será la impronta que marcará la presencia en Chile de Francisco?
-Bueno, así como lo fue la visita de Juan Pablo II, la venida de Francisco es una muy buena oportunidad para tocar temas sociales que todavía no hemos sabido resolver, y en los que nos ha costado mucho dialogar. Esa es una de las grandes contribuciones que hará el Papa y cuando uno analiza las temáticas que ha desarrollado en sus visitas, uno se da cuenta de lo que nos va a decir. Lo que nos ha dicho sobre los indígenas, sus palabras en Chiapas, lo que ha dicho sobre la migración y lo que ha hablado sobre la pobreza y el desarrollo de los países, tiene un mensaje muy profundo, vinculado al Evangelio, por supuesto, y a la doctrina social de la Iglesia que nos viene muy bien en Chile.
-¿Por eso escogió a Iquique y la zona de La Araucanía como destinos de su visita, aparte de la Región Metropolitana?
-Los dos lugares representan mucho para Chile en temáticas no resueltas. Obviamente hemos resuelto varios problemas y avanzado en varios más, pero hay otros que nos ha costado más solucionar. Uno de ellos, histórico por cierto, es la relación que tenemos con el pueblo mapuche y donde sigue siendo fuerte la incapacidad que hemos tenido para aprender a convivir adecuadamente con otra cultura. Eso el Papa ya lo ha hablado en otros países en los que ha estado donde ha hecho referencia a la experiencia de la doctrina social de la Iglesia. Y en el caso de Iquique es una ciudad que antes que otras del país comenzó a experienciar el fenómeno de la migración, que ya tenía una alta población flotante proveniente especialmente de Bolivia, pero también de otros países. Por eso es un lugar muy simbólico para hablar de la migración.
-¿Que la primera visita papal se diera en un contexto de dictadura y la de Francisco se produce en plena democracia también marca una diferencia?
-Hay mucha diferencia. Hay que recordar que en la visita anterior, además del momento político que se vivía, más de la mitad de la población vivía en pobreza y con un alto porcentaje de niños en esa situación. Veníamos saliendo de una crisis económica muy fuerte de los 80 y eso tuvo un fuerte impacto en la calidad de vida de los chilenos. En ese momento la visita de Juan Pablo fue vista como un momento de esperanza y no sólo desde el punto político, sino que desde el agobio que representaba vivir en condiciones de tanta marginalidad. La segunda diferencia es la cantidad de adherentes católicos que había en esa época y que era mucho mayor. Pero en esas diferencias, en esas tensiones que vivíamos en esa época y ahora, siempre son visitas con mensajes de esperanza. Esta es una visita pastoral con un impacto político como las tuvieron todas las visitas de Juan Pablo II. Nos trae un respiro. Miremos lo que pasó en Ecuador, en Bolivia, en Paraguay. Yo estuve en Paraguay después de la visita y llevó un aire nuevo para mirar los problemas que se viven. Ayuda a mirar desde otra perspectiva y a dialogar.
-A propósito de la visita el exobispo de Valparaíso, Jorge Medina, sostuvo que el Papa va a encontrar a una Iglesia muy debilitada. ¿Es así?
-A ver, cuando vino el Papa Juan Pablo II el 70% de los chilenos nos declarábamos católicos, pero eso no quiere decir que ese 70% practicara el catolicismo. Hoy es poco más del 50%, pero eso no significa que la cantidad de personas que participa de la Iglesia, que será entre un 25 o 30%, haya disminuido; quizás ha disminuido un poco. Pero quienes nos declaramos católicos somos muchos más que los que participamos. Entonces, desde ese punto de vista ha disminuido la cantidad de católicos, la Iglesia ha sufrido las consecuencias de lo ocurrido con el padre Karadima y eso ha sido muy fuerte para la confianza pública. Por supuesto que la Iglesia hoy enfrenta mayores dificultades porque además estamos en una sociedad abierta y donde muchas personas se dicen católicas pero no participan activamente. Pero por otro lado hay que recordar que en el pasado la Iglesia, teniendo una alta aprobación, cayó un piso muy fuerte, bajo el 30%, y así y todo es la única institución que levantó un poco la cabeza en la última encuesta sobrepasando el 30% de confianza. Y claro, la confianza de la Iglesia va a costar recuperarla, pero sí se puede hacer y por eso la visita del Papa puede ser una manera de fortalecer esa confianza en la Iglesia.
-El mismo exobispo Medina confía en que el Papa ofrezca sugerencias para mejorar la convivencia…
-Es que todos los Papas cuando hablan -Juan Pablo II y Benedicto XVI, aunque a él me tocó verlo menos- hacen muchas sugerencias de convivencia, incluso, en países con minoría cristiana. Y seguramente en audiencias privadas hacen aún más sugerencias.
-¿Demoró en llegar a Chile?
-No encuentro que se haya demorado tanto. Piensa que todavía no ha ido a Argentina, que el Papa Juan Pablo II vino muchos años después y Benedicto nunca vino. Al asumir manifestó su interés en llegar a Chile, pero nunca comprometió una fecha hasta ahora. Demoró cuatro años, pero creo que llega en el momento que tenía que llegar.
"Esta es una visita pastoral con un alto impacto político como las tuvieron todas las visitas de Juan Pablo II. Yo estuve en Paraguay después de que fue Francisco I y llevó un aire nuevo para mirar los problemas que se viven ahí. Ayuda a mirar desde otra perspectiva y a dialogar". "La Iglesia ha sufrido las consecuencias de lo ocurrido con el padre Karadima y eso ha sido muy fuerte para la confianza pública. Cuando vino Juan Pablo II el 70% de los chilenos nos declarábamos católicos. Hoy es poco más del 50%. Pero la cantidad que participa no ha disminuido"."