Redescubriendo el cerro Bellavista
La próxima puesta en marcha del ascensor Espíritu Santo debiese revitalizar fuertemente la que quizás sea la eterna promesa turística de la ciudad. En la pizzeríaAmore Mio, en la esquina de Beltrán y Calvo, un calabrés llamado Fabrizio y su socia chilena, Karla, preparan la mejor masa del momento.
Desde hace años que el cerro Bellavista prometía convertirse en la nueva vedette de las alturas porteñas, más aún tras la consolidación definitiva de los cerros Concepción y Alegre, y la inmanejable especulación inmobiliaria que ello conllevó. Hoy, podría decirse que la consolidación del Bellavista quizás ha sido más lenta, pero tremendamente contundente, instalándose como un extraordinario polo turístico de la ciudad, específicamente en el eje marcado por la calle Héctor Calvo, cuyo principal ícono gastronómico es desde hace años el Espíritu Santo, tal vez el mejor restorán de Valparaíso. La majestuosa iglesia de los Carmelitas -o parroquia de Nuestra Señora del Carmen- pareciera resaltar aún más dentro de esta atractiva y novedosa postal, que ha sido enriquecida por el hotel boutique Cabernet -sobre la propia Héctor Calvo- y la cervecería y también restorán Hotzenplotz, donde es posible degustar la extraordinaria Tauss Bräu de Limache.
Por estos días el nuevo descubrimiento -del cual todos hablan en el plan- es la pizzería Amore Mio, un pequeño local ubicado en la esquina de Beltrán y la ya citada Héctor Calvo, en el cual un calabrés llamado Fabrizio y su socia chilena, Karla, se dan maña para preparar una masa inigualable y parecieran haber alcanzado el punto exacto de las mejores pizzas del sur de la bota italiana.
Necesario parece asimismo reflotar la interesantísima propuesta del Museo a Cielo Abierto, proyectado hace casi medio siglo por el profesor Francisco Méndez Labbé y que hoy, pese a los trabajos y remodelaciones, aún es posible apreciar por la subida Ferrari (a todo esto, una calle que tiene la mágica particularidad de parecer cada día que pasa aún más empinada) y Rudolph, coronados por el Museo Organológico, varios hoteles boutique, más de una galería de arte, y el ascensor Espíritu Santo, Monumento Histórico considerado el elevador más rápido de la ciudad, y que debiera estar disponible en octubre de este año, tras una inversión de $1.400 millones y la promesa de un espacio para información turística, un taller de restauración de murales a cielo abierto y un kiosco en la unidad barrial identificada en el modelo de gestión.
La prometida recuperación del mítico Teatro Mauri -comprado hace un par de años por la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD)- debiese contribuir al enaltecimiento del cerro Bellavista, hermanado totalmente con el vecino cerro Florida, con el cual incluso comparte el emplazamiento de la famosa casa nerudiana, hoy museo, de La Sebastiana.
Sin embargo, los comerciantes y los residentes de las cercanías del elevador Espíritu Santo han debido sufrir más de la cuenta con su paralización -cosa similar a los vecinos de los ascensores Concepción y Cordillera-, por lo que las expectativas de su puesta en marcha no son solo económicas, sino también sociales, como bien lo reseñó en El Mercurio el vecino Sergio Canales, de 91 años, quien debe subir con algo más que paciencia los 260 escalones que separan plaza Victoria del paseo Rudolph.