"Fue muy placentero poder escribir esto, dejarme llevar por la fantasía"
LITERATURA. Roberto Ampuero cuenta detalles de "Lucas y el secreto del abuelo", su más reciente novela.
El escritor Roberto Ampuero y Lucas, el personaje principal de su nueva novela, comparten varios aspectos de su vida. Ambos son porteños, tienen amigos llamados Jaime y Max, y estaban obsesionados con los baúles de sus antepasados.
"Mis bisabuelos, cuando llegaron a Chiloé de la Normandía traían las pocas cosas que tenían -porque venían huyendo de la pobreza en Europa- en unos baúles", cuenta al teléfono desde Colchagua el autor de "El alemán de Atacama". Relata que su abuela aún conservaba dos de ellos, pero estaban cerrados con candado y "no dejaba que uno 'intrusiara' ahí".
"Siempre me quedé con ese deseo, con esa ansia de poder abrir un día esos baúles y explorarlos. Después mi abuela muere cuando ya estoy fuera de Chile y nunca más me encontré con esos baúles, y yo me imaginaba que encerraban un mensaje, que encerraban algo, que tenían la historia de la familia y la perdí", añade.
Precisamente ese anhelo lo resolvió al escribir "Lucas y el secreto del abuelo", una novela juvenil detectivesca sobre un joven de 14 años que descubre una carta de su bisabuelo en uno de esos baúles. Ése es el punto de partida para un relato que mezcla tanto la historia familiar del protagonista, como la de Valparaíso de los años '40, donde la disputa entre quienes apoyaban el régimen Nacional Socialista alemán y sus detractores estaba en constante enfrentamiento.
Un Valparaíso real
"Para mí fue muy placentero poder escribir esto, dejarme llevar por la fantasía y la ficción, pero instalada en los cerros, en las calles, en las escaleras de Valparaíso. Lo disfruté enormemente", asegura Ampuero.
-Hay una fuerte crítica también de Valparaíso, porque aparecen temas como la suciedad y las drogas.
-Es porque no es un Valparaíso de postal. Es un Valparaíso real, un Valparaíso como el que todos los porteños queremos y de pronto le tememos; lo amamos y de pronto le tenemos lástima; lo amamos, nos sentimos orgullosos de él y al mismo tiempo tenemos un sentimiento de culpabilidad que no hemos sido lo suficientemente efectivos para defenderlo, protegerlo, mantenerlo limpio. Lo queremos y nos causa dolor que hoy día sea una ciudad tan insegura, tan peligrosa. Todo esto está ahí en esta novela.
"La ciudad de Valparaíso, donde están Lucas y sus amigos, es la ciudad que queremos, la ciudad con la que uno sueña también que tenga un futuro mejor, la ciudad con su historia, pero también la ciudad real con sus luces y sombras, y con esa visión también de tanta gente que se la juega", agrega, acotando que "tengo un tremendo respeto por todos aquellos que apuestan por Valparaíso, que abren su local, su café, su restorán, su galería de arte, su hotel, y creen en la ciudad y la empujan hacia delante, y muchas a pesar de los políticos de todo color".
Dentro de los escenarios que recorre Lucas se encuentran el cerro Panteón, donde vive; el colegio David Trumbull, donde estudia; así como la Biblioteca Severín, el edificio institucional de "El Mercurio de Valparaíso", y el Museo de Bellas Artes de Valparaíso - Palacio Baburizza, donde se encuentra "Paseo Atkinson" de Alfredo Helsby, que inspira la portada del libro.
"Es un cuadro que a mí me marcó hace muchos años y me marcó más aún a partir de una conversación con Sarita Vial -que aparece en la novela-. Yo voy bastante al Baburizza cuando me escapo a Valparaíso. Siempre entro una y otra vez, y recorro y voy a presentarle mis respetos a ese cuadro de Helsby. Siempre que lo miré, me pregunté qué significa todo eso, porque es un cuadro lleno de misterios y lleno de símbolos también. Está cargadísimo de símbolos, pero no sabemos con respecto a qué", afirma.
Y continúa: "Me fui dando cuenta que, a medida que avanzaba la novela y aparecía este cuadro que a mí me gusta tanto, podía ser perfectamente los símbolos que yo veía ahí podían tener un rol y un papel determinante dentro de esta novela".
Lugares y personajes
Así como la fallecida escritora Sarita Vial aparece nombrada, no es el único personaje real que aparece en la novela. ¿La razón? "Lo que le da la fuerza y el impulso como una gran corriente es la topografía y la arquitectura porteña con sus lugares emblemáticos, que fluyen en forma muy natural dentro de la novela, y junto con ello personajes que están vinculados con esos edificios o instituciones, y por eso van apareciendo estos personajes", responde el autor de "El caso Neruda", destacando que "nada de esto está forzado, se fue dando así".
Desde su perspectiva, "Valparaíso como escenario tiene la capacidad que es una ciudad que dialoga con uno, lo mete en su cuento, en su historia, lo mete en su relato actual, lo mete en su mundo de luces y de sombras, en su arquitectura, topografía y personajes (...) y yo mezclé todo eso que es de la realidad de Valparaíso con personajes de ficción que no son tan de ficción".
Ello, porque los amigos de Lucas, Jaime y Max, están inspirados en los compañeros que tuvo en cuando niño en el Colegio Alemán. "Todos tienen su origen un poco en la realidad", manifiesta, y añade: "La verdad es que uno en la ficción la elabora un poco más, la lleva a un extremo, la retoca pero la fantasía en general creo yo y la imaginación lo que hace es interrelaciona estos elementos de la realidad de una forma distinta".
Un encuentro ideal
Mientras, los tres amigos, más la compañera cubana Grisel, van desentrañando la historia deciden que necesitan la ayuda de un detective profesional. Y es así como irrumpe la historia el personaje que la ha dado fama nacional e internacional a Roberto Ampuero: Cayetato Brulé.
-¿En qué minuto aparece en el horizonte Cayetano Brulé?
-Mientras escribía "Lucas y el secreto del abuelo" y estos muchachos se movían por Valparaíso y pasaban por algunas calles, como que sentí que Cayetano Brulé estaba observando esta historia, como que Lucas estaban -de alguna forma- coexistiendo con un detective que en ese momento también vive en Valparaíso y que de algún modo podía vincularse con ellos a través de una ayuda, dado que estos jóvenes son investigadores aficionados, y que en algún momento necesitan el apoyo de alguien profesional, y es allí donde se encuentran.
"Pero tuve mucho cuidado y sentí también que Cayetano tenía mucho respeto de ver que es un caso donde los muchachos iban muy bien encaminados, que él debía respetar la capacidad y la iniciativa de ellos para seguir adelante y que los podía ayudar, pero no apoderarse del caso", acota el autor.
Desde esta perspectiva, asegura, que "es una relación que se da de mucho respeto, y de los niños también de admiración por él, pero ellos siguen manteniendo su iniciativa, son dueños de la trama y la conducen a buen término. Cayetano aparece, pero no es una novela que se convierta en una de Cayetano Brulé", añadiendo que "me resultó fascinante ese encuentro".
Sin cesiones
Otra de las características que tiene la novela es que los chicos utilizan bastante la tecnología para comunicarse como el whatsapp o el correo electrónico. Sin embargo, Ampuero no quiso ceder en el lenguaje.
"No me gusta el simulacro, no me gusta fingir. Entonces entre empezar a buscar un lenguaje de los niños o jóvenes de hoy y montarlo ahí como para fingir algo, y dejar que se hable en términos más o menos neutrales, preferí eso", sostiene.
Y tiene otra razón para ello: "El tiempo pasa muy rápido, las cosas pierden su valor también y preferí hacerlo así como me fuese saliendo a mí, con la fuerza que tuviera el relato, con los personajes, pero no tratar de simular un naturalismo, de recoger el lenguaje exactamente como es en la calle hoy".
Dentro de la novela, los lectores también se pueden encontrar un correo electrónico, invitando a escribirle al Club de los Argonautas al que pertenecen Lucas, Jaime y Max, y no Grisel por ser niña, aunque después las reglas del grupo cambian.
-¿Le han escrito al correo?
-Sí, sí (ríe). Creo que me metí en un lío porque hay mucha gente que escribe. Aparece mucha gente que espera que yo le responda y después siguen conversando.
Dice que lo primero que se recibe en una respuesta automática que reza: "En estos momentos está sesionando el club y en cuanto termine la sesión nos volveremos a poner en contacto contigo", la cual está firmada por Séneca, el loro que es mascota de Lucas.
Debido al alto nivel de interés que se ha producido, Roberto Ampuero reconoce que "trato de rehuir un poco la comunicación electrónica porque tengo mucho que hacer siempre. Me metí yo mismo un tremendo autogol, pero es grato". "Lo interesante -desde su perspectiva- es que muchos de ellos son mayores y que juegan también".
Proyectos
Es que si hay algo que ha sorprendido al escritor porteño es el alto interés que ha provocado "Lucas y el secreto del abuelo" entre personas adultas, considerando que más bien está dirigida a un público juvenil.
"Abogados, ingenieros, médicos me han escrito diciéndome que también leyeron la novela y que les ha gustado mucho", comenta.
Y añade: "De pronto me he dado cuenta que también esta novela está escrita para distintos lectores y que uno en realidad, como escritor nunca es dueño de manejar hacia quien está dirigida una obra".
"Está el relato, está lo que uno cuenta, y después son los lectores los que deciden si es para gente de mucha edad, de mediana edad o más juvenil", manifiesta.
Esta novela es la segunda de corte juvenil que escribe, tras "La guerra de los duraznos" que salió publicada hace más de 30 años. "Yo quería hace mucho tiempo escribir de nuevo una novela que estuviera ambientada con jóvenes, en mi Valparaíso y que estuviese también relacionada con esta historia de los años '40 en Valparaíso. Que uniera el presente y el pasado, que no se quedara en el pasado, pero que tampoco fuera sólo presente", sostiene.
La novela llegó a las librerías el pasado 12 de julio, pero los diversos compromisos que ha tenido Roberto Ampuero desde su regreso a Chile hace tres semanas le han impedido hacer la promoción oficial.
Es así como ésta recién comenzará el 18 agosto en Santiago, en el auditorio de la Finis Terrae, para la cual ya están inscritos 300 escolares y muchos colegios están en la lista de espera. Luego continuará con entrevistas y lanzamientos en diferentes ciudades del país, incluida Viña del Mar, donde tiene fijado venir el próximo 12 de septiembre.
Y sus actividades no se agotan. En los próximos meses lanzará la segunda parte de "Diálogo de conversos", escrito junto a Mauricio Rojas, y el libro de ensayos que encabeza Mario Vargas Llosa y que cuenta con 16 intelectuales latinoamericanos, titulado "Estallido populista".
-¿Y una próxima novela con Cayetano Brulé?
-Por lo mismo, preferimos dejar Cayetano para el próximo año. Es demasiado y además Cayetano tiene su gente, su público, necesita más un espacio especial no salir apuradito, apretado, tirado para el fin de año. Y eso me da más tiempo para seguir en diálogo con él, uno no termina nunca de corregir, de modificar, de cambiar, tratar de arreglar las cosas, así que estamos en eso.
"Tuve mucho cuidado y sentí también que Cayetano tenía mucho respeto de ver que es un caso donde los muchachos iban muy bien encaminados, que él debía respetar la capacidad y la iniciativa de ellos" "La ciudad de Valparaíso, donde está Lucas y sus amigos, es la ciudad que queremos, la ciudad con la que uno sueña también que tenga un futuro mejor, la ciudad con su historia, pero también la ciudad real con sus luces y sombras""
Ampuero y el Ministerio de las Culturas
En junio de 2013, Roberto Ampuero aceptó el desafío de presidir el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Como tal consiguió que se aprobara en general el proyecto que creaba el Ministerio de la Cultura. "Se aprobó con un 70% de la oposición que era mayoría en la comisión de Cultura", recordó, "y después se le aplicó la retroexcavadora y se comenzó esto nuevo".
La iniciativa, que ahora se llama Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio pasará esta semana a su tercer trámite en la Cámara. "Yo como chileno primero, y como escritor y amante de las artes deseo que este sea un proyecto que nos sirva a nosotros como país para fomentar realmente las artes, la cultura y proteger y conservar el patrimonio", sostiene. Y agrega: "Quiero confiar que ahí ha habido un trabajo que nos va a permitir contar con una institucionalidad que efectivamente funcione. Probablemente cuando se eche a andar va a mostrar realmente dónde están los puntos flacos y lo que sea necesario mejorar".
Desde su perspectiva, "lo importante es que este Ministerio pueda realizar sus labores, pueda contar con fondos. Uno de los temores que hay que, como estamos pasando una situación de tanta estrechez económica, presupuestaria , el próximo gobierno del color que sea, ya sabemos que tres de cuatro pesos del presupuesto están amarrados". "Pero -continúa- tampoco quiero ser un pájaro de mal agüero. En este sentido quiero ser muy, muy chileno y muy amante de las artes y de la cultura, y esperar y quiero confiar que esto traiga un desarrollo positivo a Chile. Y entre tener un Consejo y un Ministerio como tal, es mejor tener un Ministerio, pero hay que dotarlo de sus recursos y atribuciones", ello porque "la cultura no es algo menor dentro de un país y debería tener el rango de Ministerio".
"Así que mis felicitaciones al Ministro (Ernesto Ottone) y al equipo que ha trabajado, a los parlamentarios y me queda confiar que éste sea un resultado beneficioso para Chile. Eso es lo que todos queremos".
-¿Le gustaría volver a ser ministro?
-(Risas) No. Fue un gran honor, un gran privilegio y yo creo que en Chile estamos en un buen momento -y lo digo para la izquierda, el centro y la derecha- para que se haga el recambio generacional.
"Siempre me quedé con ese deseo, con esa ansia de poder abrir un día esos baúles y explorarlos (...) yo me imaginaba que encerraban un mensaje, que encerraban algo, que tenían la historia de la familia y la perdí""