"La figura de Michelle Bachelet ha sido expuesta a la mirada y concepción machista y neomachista"
El neomachismo, advierte la antropóloga Sonia Montecino Aguirre, sólo en apariencia considera políticamente correcta la igualdad entre hombres y mujeres, pero en la práctica no permite que ello suceda. Para que se produzca el cambio, que involucra a ambos géneros, se debe entender que es en la cultura, específicamente en el lenguaje, donde se tejen las imágenes sexistas, la violencia simbólica, las desvalorizaciones.
Profesora del departamento de Antropología de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2013, Montecino lleva 25 años investigando la identidad chilena, donde se topa permanentemente con esta pugna entre el hombre y la mujer. Una realidad que en los últimos meses quedó en evidencia en episodios como la muñeca inflable o el chiste de Piñera sobre las mujeres, los que advierte, "dan para un paper".
-Hoy existe una mayor sensibilización respecto a temas que tienen que ver con desvalorizar o violentar a la mujer. El expresidente Piñera realizó un chiste sobre las mujeres que generó una ola de críticas. ¿Responde a un estereotipo instalado in profundis?
-Todas esas expresiones son fruto de una cultura machista de larga duración y profunda en su arraigo simbólico, social y político. El inconsciente, dicen algunos psicoanalistas, no tiene sentido del humor, y lo que hemos presenciado, esos hechos a los que aludes, dan cuenta que hay una gramática inconsciente que emerge y pone de manifiesto que los estereotipos e ideologías de género se resisten a desaparecer, y es interesante que se trate de "bromas" (como el regalo de la muñeca inflable) o de "chistes", porque también y siguiendo con las interpretaciones freudianas, lo que revela este tipo de "humor" es en definitiva un miedo, algo de lo que hay que reírse porque arroja a un abismo, a un espacio que desagrada: ¿El empoderamiento cada vez mayor de las mujeres? ¿La necesidad de menoscabarlas, de colocarlas permanentemente en su sitio? Es preciso analizar estas manifestaciones y debatirlas para que haya una toma de conciencia de que las bromas sexistas no son inocentes, pues lo que hacen es reproducir los estereotipos y con ellos la mantención de un orden cultural machista (o neomachista).
-Otras situaciones como la polémica muñeca inflable que Roberto Fantuzzi le regaló al ministro de Economía y donde varios presentes, entre ellos Guillier, no criticaron y sonrieron ¿muestra cómo la política y el mundo del poder siguen siendo machistas?
-Por cierto, basta ver la composición del mundo político, empresarial, universitario, entre otros. Son todos espacios donde el poder es dominantemente masculino y ello no sería tan dramático si esos detentores del poder tuvieran una postura distinta y hubieran hecho un proceso de reflexión y comprensión de los fenómenos de la construcción de las masculinidades, de las desigualdades de género y la necesidad de cambiarlos. Un fenómeno relevante, por ejemplo, lo constituye la violencia de género, algo que se ha transmitido en los medios como espectáculo y no como un hecho que debe llevar a la sociedad a pensar en cómo se configuran las relaciones entre hombres y mujeres y los sistemas simbólicos que los legitiman. Lo de la muñeca es demasiado decidor al respecto, da para un paper, y el chiste de los hombres que se lanzan sobre las mujeres muertas también. Desde una perspectiva antropológica esos mensajes que están implícitos ahí se relacionan con la violencia aunque se diga que no son de "mala fe", que obedecen a hombres socializados en otra época...toda vez que son actos públicos deben ser entendidos como un mensaje, algo muy concreto que se quiere transmitir.
-Tú has acuñado el término neomachismo. ¿Qué es, dónde y cómo se expresa?
-El neomachismo se expresa justamente en esos significados que emergen de las bromas y los chistes, porque hay temas y conductas que están consensuadas socialmente en lo políticamente correcto: ningún hombre quiere ser calificado de machista porque las propias luchas de las mujeres han ido colocando límites y produciendo una conciencia sobre ciertos comportamientos naturalizados. Sin embargo, en las capas profundas de la psiquis se mantienen estructuras de pensamiento que se fugan y aparecen, como en los episodios públicos de los que hemos hablado. Pero eso sucede también de manera cotidiana en al ámbito laboral y familiar, y muestra que hay una contradicción entre el deber ser y lo que se siente; de allí nace el neomachismo. Sino, ¿cómo te explicas que las cifras de la posición y condición de las mujeres no varíen sustancialmente respecto a empleo, salarios, puestos de dirección?
-¿La Presidenta Bachelet ha sido medida, evaluada, caricaturizada, quizás, con estos conceptos neomachistas?
-Con conceptos y actitudes machistas y neomachistas ¡sin duda¡ Ella representa a la primera mujer que asume el máximo poder de la nación y por lo tanto, su figura y su simbólica han estado expuestas a esas miradas.
-¿Introducirse en el mundo público, apropiarse de esos espacios ¿ha generado más problemas a las mujeres?
-Por supuesto, ello porque al abrírseles los mundos a las mujeres, al desplazarse de lo doméstico-privado a lo público, emergen otros conflictos, sobre todo porque se trata de una salida a un espacio donde reina un tipo de organización masculinizada, jerarquizada y de lucha por el poder. Sin duda, serán distintos los conflictos de acuerdo a la condición social y étnica de las mujeres, pero no ha sido fácil conquistar derechos y nuevos lugares, pues las desigualdades estructurales y el androcentrismo influyen y restringen esos derechos o implican la lucha por otro nuevos.
País de huachos
-En 1991 se publicó "Madres y huachos" donde señalas que la norma en el país es que los padres abandonen a sus hijos. ¿Chile sigue siendo un país de huachos?
-Pienso que nuestra condición de huachos (as) puede re-leerse, por ejemplo, en los sentimientos de orfandad, de abandono que se expresan cuando las políticas públicas discriminan o no apuntan al bien común sino a los intereses de unos pocos (las protestas contra las AFP podrían entenderse desde esta idea del desamparo). La condición huacha se inscribe en nuestra sociedad desde lo familiar a lo social y se relaciona también con el sentimiento de precariedad y de falta de reconocimiento, de desvalorización.
-Hay cifras que muestran el aumento de las demandas por pensiones alimenticias. ¿Esto quiere decir que hoy en Chile los padres siguen abandonando a sus hijos?
-Yo creo que se mantiene esa zona gris de la paternidad irresponsable, se sigue pensando que sólo la madre es la criadora y socializadora, que las responsabilidades del padre son menores y que éste puede estar ausente pues será ella quien asumirá todo lo relacionado con el desarrollo, crecimiento y afecto de los(as) hijos (as).
-En tus textos asoma nuestra condición de país mariano. ¿Cómo marca la devoción por la Virgen María nuestra identidad?
-La marca muy fuertemente, y esto no tiene que ver con lo "católico" o "cristiano" sino más bien con el peso del sincretismo, de los múltiples mestizajes que colocaron la figura materna vinculada con lo numinoso. El marianismo chileno es fruto de las amalgamas y devenires de las culturas indígenas, europeas, de sus religiosidades y formas de entender el mundo, y se va rearticulando constantemente.
-En tu libro "Mitos de Chile" surgen los monstruos chilensis. ¿También en los mitos está presente la contienda entre lo masculino y femenino?
-Hay muchos mitos donde el conflicto aparece, pero también otros donde hay un equilibrio en las relaciones de género. El mito selknam relacionado con el Hain o la "matanza de las mujeres" muestra las tensiones de poder entre éstas y los hombres; el de la guitarrera de Quinchamalí da cuenta del abandono masculino y de la eterna pena femenina, y el orden cosmogónico mapuche de una cuatripartición donde género y generación ocupan lugares equivalentes. La mitología indígena y mestiza chilena es muy rica respecto al abanico de las posibilidades del vínculo entre las categorías de lo femenino y masculino.
Crisis identitaria
-Los chilenos viven cuestionándose la identidad; somos un país largo, aislado, que cae al abismo oceánico, que tiene un padre de la Patria huacho y cuya máxima celebración épica-identitaria es la derrota a través de un acto prácticamente suicida de Prat. A tu juicio ¿qué nos hace buscar tan desesperadamente esta identidad?
-Es un rasgo muy nuestro, efectivamente, el estar cuestionando permanentemente nuestras identidades. Sin embargo, yo creo que hay un sustrato muy nacionalista, que está latente y que emerge, por ejemplo, en el fútbol (que ocupa hoy un lugar en las épicas y narrativas de la nación); pero aparece como un nacionalismo de baja intensidad y sin convicción respecto a algunas otras expresiones como la cocina (se duda si existe una cocina chilena, por ejemplo). Hay que considerar también que tenemos completamente ritualizadas las prácticas identitarias: el 18 de septiembre es el momento que nos permitimos actualizar la "chilenidad", bailar cueca, reunirnos, comer lo "criollo" y festejar. Fuera de ese contexto la cueca, los trajes de huaso y la alegría de pertenecer a una comunidad se desvanecen (al menos colectivamente). En todo caso, los fenómenos de la cultura globalizada cada vez nos hacen enarbolar más "lo propio" ya sea por razones netamente comerciales (hay que vender productos asociados a Chile) o de resistencia a la homogenización.
-En esta identidad ¿qué rol juega la preservación patrimonial material e inmaterial?
-Ahí tenemos un déficit enorme, carecemos de una política del cuidado, no valoramos nuestra diversidad cultural y todas las maravillosas obras, sobre todo inmateriales que tenemos. La escasa valoración del patrimonio cultural se evidencia en que no hay ninguna ley (salvo la de Monumentos Nacionales que pertenece a otra época) que regule y proteja, de acuerdo a nuevos estándares y problemas, los bienes culturales, la propiedad intelectual de las manifestaciones del mundo popular, campesino e indígena, entre otras materias. Espero que la creación del Ministerio de las Culturas, las artes y el patrimonio, sea la oportunidad para encarar este crucial tema.
-¿Existe tensión entre conservación y desarrollo? En Valparaíso es evidente.
-La tensión entre conservación del patrimonio y desarrollo requiere de una amplia conversación y participación social: si queremos conservar ciertos patrimonios relacionados al paisaje y la biodiversidad ¿qué hacemos con los proyectos que lo afectan, pero que dan empleo al tiempo que ayudan a enriquecerse a un grupo acotado de personas? También es un síntoma de este descuido el que nunca aparezca en ninguna candidatura una propuesta en torno a la cultura en general y al patrimonio material e inmaterial en particular. Esto da cuenta de la indiferencia de los grupos de poder respecto a algo tan poderoso como lo son nuestros modos de habitar el mundo. En esto es donde veo el peligro: las élites de poder no consideran relevante la cultura, salvo cuando la pueden instrumentalizar o convertir en mercancía, no cuando hay que desplegar energías para conservarla, transmitirla, gozarla y asegurar que fluya de manera democrática.
-Con las nuevas oleadas migratorias, específicamente desde Haití y Colombia, ha irrumpido un temor, un clasismo, un resentimiento, en particular desde las clases más carenciadas. Si somos un país "Frankestein", como dice Jorge Baradit, armado por el influjo de una gran cantidad de culturas e inmigrantes, ¿por qué el miedo a la otredad, a la diferencia?
-Esto no es nuevo en Chile, los pueblos indígenas y afrodescendientes han vivido el clasismo y el racismo desde que la República los "incorporó" justamente como "otros", como alteridad subordinada. No sé si seamos ese "país Frankestein", más bien hemos sido negadores de una historia de fusiones, de mestizajes sobre todo con el universo indígena (porque siempre se ha privilegiado el mestizaje con lo "blanco" o europeo). Las nuevas corrientes migratorias sólo nos enfrentan a esa vieja manera colonial de ver lo diferente y nos obligan con mayor premura a pensar en qué fórmula queremos ahora para nuestro país: ¿pluricultural, plurinacional, intercultural? Es un deber con el futuro pensar y resolver esa relación.
-¿Hay un escenario de salida?
-Este debate sobre "lo diferente", así como los de género y patrimonio -donde también incluiría el del aborto- que hemos tocado en esta entrevista están unidos y nos remiten a un tema recurrente: la falta de reflexión amplia, participativa, crítica y argumentada sobre los problemas particulares que tenemos que enfrentar como sociedad, que por cierto remiten a temas globales, y de los cuales se habla en términos binarios, superficialmente, sin sentido del devenir ni respeto por las comunidades.
"Hay que tomar conciencia de que las bromas sexistas no son inocentes, pues reproducen los estereotipos y con ellos la mantención de un orden cultural neomachista"."