Barcelona, nuestro recuerdo colectivo
Barcelona venía sufriendo de muchos males, sin embargo, y como históricamente lo ha hecho, se volverá a reconstruir.
Es difícil escribir sobre la tragedia, cuando todavía está ocurriendo, pero también es importante reflexionar ante los recientes hechos sucedidos en la turística ciudad de Barcelona, una ciudad que se nos hace conocida incluso sin haber estado en ella, una ciudad que convoca al mundo, porque siempre hay alguien que está o estuvo en ella. Sus paseos parecen sacados de tantas películas, libros, cuadros y arquitectura. Nuestra vanguardia en uno u otro momento miró a Barcelona, nuestra cultura y nuestras ganas de ser, de crecer y convertirnos en lo que ahí existe abriéndose al mundo.
Cuando una ciudad se muestra y se vive así, es porque pertenece a todos, es parte de nuestra memoria colectiva, como un barrio de infancia, como un recuerdo implantado gracias a artistas, historiadores y turistas desmedidos. Por eso Barcelona nos duele a todos de una forma diferente, no más, ni menos que otros lugares y tragedias, sino diferente, como si algo de nosotros hubiese sufrido también, junto con todas esas personas y familiares, a quienes debemos acompañar en su dolor, incluso desde lugares tan lejanos como este.
Para reflexionar, primero debemos condenar todo tipo de violencia y fanatismo, así como también recordar que la estupidez humana es el arma más peligrosa que existe en nuestro planeta, pero como tal, se puede y debe erradicar. Es tarea de todos contribuir a la paz, no a través de la violencia o la revancha, que ha demostrado de forma rotunda, que solo engendra una espiral creciente de lo mismo, sino a través de la educación, la colaboración, el entendimiento y alejando de nosotros el fanatismo, que hoy ha tomado un peligroso lugar.
En segundo lugar, hacer un llamado, porque compartir imágenes morbosas del brutal ataque, es como ponerse a aplaudir de pie a los terroristas, fomentando lo que para ellos es un éxito, porque entre más gente se vea aterrada, más amplio fue entonces su radio de destrucción. El morbo no colabora, por el contrario, es destructor y muestra una personalidad tan enferma como la de sus perpetradores. Si esto no llegase a quedar claro, entonces no compartan esas imágenes por respeto a las víctimas y familiares, que todavía sufren.
Por otro lado, Barcelona venía sufriendo hace tiempo, quizás sea entonces el momento en que se deba intervenir, sufría por la destrucción a causa del turismo desmedido, sufría porque su identidad estaba desapareciendo, ahuyentando a sus habitantes, provocando la turismofobia, sin pensar en cambiar radicalmente hacia el turismo sustentable, único camino seguro para revertir esta situación. Barcelona venía sufriendo de muchos males, sin embargo, y como históricamente lo ha hecho, se volverá a reconstruir, con la ayuda de todos, porque hoy las calles de esa hermosa ciudad están llenas de colaboración, repletando hospitales para donar sangre a los heridos, inundando cada arteria para demostrar que no tienen, ni tenemos miedo, que su orden de terror jamás ganará contra la esencia del ser humano.
Barcelona es hoy el mundo, dolido, herido, pero dispuesto a salir a las calles a defender y demostrar lo que realmente somos como seres, parte de un todo unido y no destruido.
Gonzalo Larenas Crichton
Epidemiólogo, especialista en Salud Pública, UNAB