En el cuerpo de Reportajes de El Mercurio de Valparaíso, apareció una entrevista a don Ricardo Lagos en la que se manifiesta contrario al Terminal Dos y al centro comercial en Barón. Ciertamente, nadie puede olvidar cuán beneficiosas para el Puerto y para la región fueron las obras que se realizaron durante su periodo presidencial: Acceso Sur, hundimiento del tren en Viña del Mar y el Troncal Sur, entre otras. Pero, respecto de las que ahora están en debate, no son muy entendibles sus razones.
El T2, porque provocaría una acumulación de contenedores en la Avda. Errázuriz, hasta constituir una verdadera "muralla china" que taparía la mejor vista de Valparaíso. La falacia de este argumento es manifiesta, porque sólo taparía la vista de que disponen los edificios de oficinas ubicados en esa calle, los que, en su momento, se la obstruyeron a los que están en la calle Blanco cuando ésta era el límite de la ciudad. De hecho, de esa vista no disfruta casi nadie. Como ya se ha dicho, para apreciarla se hace preciso ir al nivel donde están ubicados los grandes miradores, a los cuales en nada afecta ese Terminal. Como en nada afecta al Paseo 21 de Mayo los contenedores que se acumulan en los recintos portuarios ubicados más abajo. Al contrario, las faenas propias de esos recintos constituyen un atractivo más.
Es posible que haya otra ubicación para ese terminal, pero nadie se ocupa de los costos del cambio. Digo esto, porque el lugar elegido es el último que goza de la protección del molo de abrigo. Todos los demás exigirían obras para esta protección de un valor prácticamente inalcanzable. Por eso, porque Valparaíso requiere con urgencia ampliar su capacidad de carga, el lugar elegido no sólo es el mejor desde el punto de vista técnico, sino también económico. Y por eso es moralmente imperioso hacerlo ahí, porque, de lo contrario, se condenaría al puerto a su jibarización.
Respecto del Mall Barón, hace ya más de 10 años que se discute acerca de su conveniencia o inconveniencia. Mucho se ha dicho de cuán necesarios serían esos terrenos como respaldo para las actividades portuarias. En el hecho, durante este tiempo no han sido más que sitios baldíos sin que la industria portuaria haya jamás exigido un empleo que respalde el argumento de su utilidad. Entre tanto, Valparaíso ha perdido el atractivo que significa un centro comercial como el que está planeado y ha visto como desparece de sus calles el comercio de calidad que alguna vez las caracterizaron, porque los porteños prefieren ir a comprar a los malls de Viña del Mar, del interior o, aun, de Santiago. En esta situación, el único comercio que se ha desarrollado es el comercio callejero hasta el punto de ahogar a la ciudad.
Si hay dos obras que no pueden esperar más para el futuro de Valparaíso, ellas son estas dos. Esperamos que pronto sean realidad.
Gonzalo Ibáñez Santa María
Exdiputado y abogado