Aunque ya parece historia conocida, ya han transcurrido 15 años desde su primera versión, la nueva edición del carnaval "Mil Tambores", que tendrá lugar entre el 29 de septiembre y 1 de octubre próximo, continúa generando encontradas reacciones entre los vecinos de la ciudad puerto.
Por un lado, la actividad se ha transformado en un atractivo innegable para los miles de turistas que llegan hasta Valparaíso para disfrutar de sus coloridos pasacalles, comparsas y cuerpos pintados en su jornada de clausura, sin embargo, dirigentes vecinales y residentes de los cerros del área patrimonial de la ciudad, no ocultan su descontento con el inicio del carnaval.
Agrupados en la denominada Junta de Vecinos de la Zona Roja, que abarca desde los cerros Bellavista hasta el Concepción, además de comerciantes del plan de la ciudad, tanto diurnos como nocturnos, han creado un frente común para exigir a las autoridades que se adopten todas las medidas necesarias para evitar los excesos y desmanes que han protagonizado asistentes al evento durante las últimas ediciones.
Tanto el alcalde Jorge Sharp, como el gobernador provincial, Jorge Dip, han manifestado su preocupación por adoptar todas las medidas de resguardo necesarias, sin embargo, han sido enfáticos en señalar que no todas las actividades que contempla el programa requieren de autorización, así como también que no son parte de la organización que lidera el gestor cultural Santiago Aguilar.
Más allá de los indeseados efectos que genera en una ciudad como Valparaíso la presencia de más de 30 mil personas pululando por sus calles, lo cierto es que los visitantes, con todo el derecho que tienen a celebrar y disfrutar de un evento diseñado para la comunidad, deben aprender a respetar la ciudad, su patrimonio y a su gente. Quienes no estén dispuestos a someterse a los cánones mínimos dispuestos para asegurar la convivencia entre todos los actores, estarán expuestos a multas, detención y un repudio generalizado de una ciudadanía que no quiere más excesos.
Valparaíso se ha caracterizado por ser una ciudad que acoge de gran forma a sus visitantes, quienes ahora tienen un rol preponderante para actuar de acuerdo a las reglas exigidas.
La fiesta que ofrecen los "Mil tambores" es para disfrutarla, eso no está en discusión, pero nadie está por sobre el bienestar de toda una comunidad.
Bienvenidos artistas, músicos y visitantes, pero recuerden que no hay permiso para destruir lo que no les pertenece. Esta vez nadie podrá decir que no se tomaron los resguardos o hacerse el desentendido con sus debidas responsabilidades, el carnaval se encamina a su mayoría de edad y deberá demostrarlo.