"Uno se da cuenta que las dunas de Concón se están perdiendo inexorablemente, hay que proteger"
El 4 de enero del 2013 el campo dunar de Concón fue declarado Santuario de la Naturaleza abarcando una superficie de 30,1 hectáreas. Ello tras una ardua lucha que dio parte de la comunidad para ampliar la protección que tenía de sólo 12 hectáreas que fueron declaradas en 1993.
A cuatro años de este hecho, el lugar sigue sin un plan de manejo debido a la falta de acuerdo entre el propietario de las dunas, Reconsa, y el municipio, lo que causa preocupación.
En este sentido el experto en el estudio de campos dunares Hermann Manríquez Tirado, geólogo y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUCV), analizó la situación y aclaró que ante la falta de cuidado del sitio las dunas "se están perdiendo".
Preocupación
Hace 15 años que Manríquez viene trabajando temas relacionados a las dunas litorales en el país y una de las más importantes "es la de Concón", reconoció. Desde su perspectiva, todos "son interesantes porque tienen una historia geológica en particular que explica porque existen y un interés botánico, arqueológico, patrimonial que es interesante. Concón tiene todos estos elementos científicos insertos en una ciudad que las está ahogando constantemente".
-¿Concón tiene un valor agregado por la declaratoria del campo dunar como Santuario de la Naturaleza?
-Por supuesto que sí. Éste es un campo de duna que tiene la gran ventaja que, al encontrarse en Chile central, tiene una observación permanente desde hace mucho tiempo, desde los primeros inicios de la ocupación humana aquí en la costa. Se sabe, hay fotografías, hay antiguos mapas, hay relaciones escritas de cómo ha sido el paisaje de las dunas de Concón y cómo ha ido cambiando. Curiosamente el interés científico que tiene, el interés escénico, el interés patrimonial aún persiste, pero uno se da cuenta que se está perdiendo inexorablemente. Hay campos de dunas interesantes que existían hace 100 años y hoy día no están.
-¿Cuáles?
-Todo el campo de duna de Llolleo, que está inmediatamente al norte del Río Maipo hace 100 años se llamaba las dunas de Llolleo y hoy día se llama ciudad de San Antonio. En la bahía de Quintero, por ejemplo, teníamos el campo de dunas de Loncura y hoy día no queda nada porque es todo un complejo industrial llamado Ventanas.
-¿Puede pasar eso también con Concón si no se cuida debidamente el espacio?
-Sí, por cierto. Si uno observa fotografías aéreas de Concón se veía antes que prácticamente desde la punta Concón hasta la Roca Oceánica, zona de Montemar, era un continuo dunario y ahora lo que se observa es que la urbanización proveniente de Concón y de Reñaca lo está prácticamente estrangulando. Ya hay edificios que están arriba de las dunas, han sacado las arenas, han podido lograr llegar a unos cimientos importantes para el desarrollo inmobiliario y lo que va quedando es un espacio menor. Ha pasado de transformarse de un campo de dunas a un espacio público muy restringido, casi una especie de plaza, con las características de un campo de duna pequeño. Es importante protegerlo porque le da esta riqueza, esta variedad de atractivo turístico, que tiene interés científico, educacional, vegetacional, patrimonial, arqueológico incluso y que está aquí en la zona.
Falta de protección
-¿Qué es lo que puede pasar con el Santuario de la Naturaleza sin la existencia de un plan de manejo? ¿Se pierde la calidad del sector?
-Todo lo que se refiere a intervenciones territoriales que se hacen sobre cualquier espacio y las dunas de Concón también queda ahí mismo, pasa necesariamente por establecer claramente los límites, hasta dónde se va a definir el estatus de protección de las dunas. Pero el problema desde un punto de vista científico, desde el funcionamiento natural, es que la naturaleza no se rige por límites jurídicos, establecidos, necesita un poco más. ¿Qué es lo que va a ocurrir finalmente? Se va a establecer un límite y finalmente para efectos del funcionamiento, el comportamiento dinámico, el movimiento de las arenas, el movimiento de los pequeños insectos y reptiles que ahí están o el desarrollo de la vegetación, se va a generar una especie de zona de transición que va a estar en torno a ese límite en particular. Se va a generar un área nuclear que va a estar más protegida, más prístina en la parte central, y vas a tener un espacio -más bien- de peor calidad científica, cultural, escénica alrededor a partir de ese límite que se va a crear. En la eventualidad de que ese límite fuese mayor, más espacio de protección, se va a tener y riqueza y mientras ese espacio sea de un perfil más cercano, lo nuclear, lo más interesante va a ser menor, con mayor riesgo y con mayor sensibilidad de que definitivamente se pierda.
-En definitiva, ¿se puede perder si no se cuida?
-Sí. Lo que finalmente ocurre es que dentro de un plan efectivo de manejo se tiene que tratar de crear la mejor continuidad de la unidad natural posible. El estatus requiere que exista un límite que diga hasta dónde puede llegar la intervención humana, hasta dónde se puede construir. Pero a partir de allí hacia el alimento natural va a requerir un mejor comportamiento y finalmente esa zona, entre el desarrollo urbano y el espacio natural, va a perder calidad de vida. Un desmedro de una zona central que efectivamente podría estar protegida.
- ¿Por eso es tan vital el plan de manejo en la zona?
-Sí. Lo esencial es que dentro de este plan de manejo se establezca específicamente cuál es el área que debemos proteger, y ese plan de manejo no sólo requiere la intervención propiamente tal de la autoridad que defina cuál es el espacio a proteger y un conocimiento de la comunidad de cuál es este espacio en particular. Que sepa exactamente qué es lo que se va a permitir o no en este espacio.
Actividad en las dunas
-Lo que ocurre actualmente en las dunas con los jeep, tránsito de personas y juegos, ¿daña el espacio?
-Sí, en otros lados incluso se ha prohibido el acceso como en el cerro Manquehue. Acá igual se podría llegar a condiciones drásticas como esa.
-¿Es porque genera un daño mayor?
-El pisoteo, el que ingresen vehículos, que la gente pase y saque una flor está quebrando los equilibrios naturales de funcionamiento de esto en particular. Mucha gente dice que las dunas es un montón de arena solamente, pero no es así porque resulta que la flora existente coexiste y habita porque precisamente está la arena. Lo que se da ahí es bastante interesante y que no pasa en otros lados porque es salino y tiene otros nutrientes. La fauna, los pequeños insectos, hacen un todo. Por eso es necesario fijar los límites a una determina autoridad sectorial. La comunidad también tiene que saber por qué este espacio es interesante de cuidar, aquí se genera un pequeño ecosistema donde el espacio coexiste entre la fauna y flora asociada.
-En su visión de experto, ¿qué pasará si sigue como está, si no hay acciones concretas?
-Uno responde a eso en función de la historia del campo de duna. Afortunadamente como está en la zona, hay disponibilidad de material gráfico que nos demuestra cuál es el comportamiento que ha tenido con los años. En los años '50 se veía como un sector totalmente natural y hoy día se ve como un sector deprimido, restringido, rodeado de urbanización. Hacia dónde va si no existe una política de protección es que el privado, el desarrollo urbano avance y se coma este espacio natural.
"La continuidad de la urbanización que se quiebra con estos espacios naturales, espacios de libertad, son importantes de proteger. En la medida que la urbanización crece sobre ellos se pierde el paisaje natural""
" Hay que reconocer que este santuario no sólo presta un servicio escénico sino que se debe entender como un valor para la ciudad, para el conocimiento científico, para la calidad ambiental"
Hernann Manríquez, Geólogo y académico de la PUCV"
"La declaratoria de Santuario sustenta las dunas de Concón, pero debe existir un plan de manejo que permita su cuidado y mantención. Hay que tomar acciones de resguardo al lugar""