Director de "Robar a Rodin": "Hubiese sido difícil hacer una película seria"
CINE. Cristóbal Valenzuela cuenta detalles del documental que se estrena hoy en Insomnia y que ha producido carcajadas entre el público.
En junio de 2005 el mundo del arte se horrorizó al saber que la escultura "El torso de Adèle", de Auguste Rodin, había sido extraída del Museo Nacional de Bellas Artes, donde se estaba desarrollando una gran muestra del trabajo del francés. Pasaron 24 horas antes que un joven, identificado como Luis Onfray, devolviese la pieza avaluada en medio millón de dólares, la cual según dijo había encontrado botada en el Parque Forestal.
No pasó mucho tiempo para que el estudiante de Artes de la Arcis, de sólo 20 años, confesara que él mismo había sacado la obra como parte de un "proyecto artístico".
Una historia única
Cuando ocurrió el hecho, Cristóbal Valenzuela cursaba tercer año de cine en la misma casa de estudios. "Viví el caso muy de cerca", comenta y, según dice, "en la Arcis estamos acostumbrados a acciones subversivas" como protestas, pero "este caso era diferente, porque no estaba relacionado con una acción política, entonces era muy interesante". "A mí que me interesaba el arte contemporáneo, mezclaba como una acción estética y eso le daba como un plus que no estábamos acostumbrados", detalla.
Recuerda que quedó "impactado" cuando se dio a conocer la noticia, por "lo raro y absurdo que era". Y a su vez, le llamó la atención que "no hubo ningún debate en su momento si esto podía ser una acción de arte o porqué no podía ser una acción de arte, lo que yo encontraba interesante".
Elementos que seis años más tarde lo llevaron a comenzar la preproducción del documental "Robar a Rodin", que fue premiado como Mejor Documental Latinoamericano en el pasado Festival Internacional de Cine de Viña del Mar y que hoy llega a las salas de cine nacionales a través de Miradoc, incluida Insomnai del Teatro Condell. "La película -asegura Valenzuela-, es como un intento de reabrir un debate que nunca existió el año 2005. Es decir, ver el caro desde la perspectiva como artística".
Razones del protagonista
Según cuenta el director, el proceso de llevar a cabo la cinta demoró seis años, de los cuales dos fueron "full investigación", aunque todo el proceso se vio permeado por la incorporación de nuevos archivos y datos.
Fue gracias a ello que llegaron a entrevistar, entre otros, a abogados, teóricos, artistas, encargados y guardias del Museo, y hasta el propio protagonista de la historia, aunque el realizador manifiesta que "costó encontrarlo". "Había cambiado de nombre, de Luis Onfray a Emilio Fabres, del primer al segundo nombre, del primer al segundo apellido. Cuando dimos él se mostró muy colaborativo. Vio en este proyecto una oportunidad de explicarse y expresarse como artista. Nunca antes le habían dado una ventana así".
Estas entrevistas le permitieron al realizador develar lo fácil que fue llevarse la obra de bronce que pesa unos 20 kilos y tiene un alto de 47,5 cm. Miguel Valdivia, funcionario PDI, "nos decía que por la forma de la escultura era la única que no contaba con sensores de movimiento".
Sin embargo, no lo único que facilitó el acceso, pues también averiguó que por la formología de la sala Matta -donde se encontraba la pieza-, tiene una rampla "que impide el cierre de las puertas. Entonces va a estar siempre abierta, 24 horas". A su vez, las cámaras de seguridad no eran infrarrojas y para ahorra energía se apagaban las luces, y por ende las cámaras no captaban nada."Fue una serie de factores que hicieron que él simplemente entrara, metiera la escultura en una mochila y saliera. Así de fácil", sostiene el cineasta.
Pero, ¿qué es lo que quería expresar Onfray con esta acción? Según lo que le contó al cineasta, y sale en la película, era una reflexión sobre la dualidad de la presencia/ausencia, es decir, "como que las cosas están más presentes cuando no están".
Para probar aquello, el artista tenía un documento en su computador fechado diez días antes del incidente donde desarrollaba esa tesis y justificaba su accionar. Pero el fiscal Andrés Baytelman "dudaba" de la veracidad del msimo: "Decía que era muy fácil alterar el documento, porque puedes cambiarlo y mantener la fecha de inicio", comenta Valenzuela, acotando que "nosotros nunca vamos a saber bien qué tan cierto son esos archivos". Finalmente el estudiante de Arte sólo fue condenado a trabajar durante un año en la biblioteca de la ex Penitenciaría.
La película, que también recibió una mención especial del jurado en la competencia de cine Chileno del Sanfic 2017, ha tenido una reacción del público que su realizador no esperaba: carcajadas.
Si bien, Cristóbal Valenzuela está consciente que "el documental es divertido, porque la historia es divertido" y considera que "hubiese sido difícil hacer una película seria con el tema", confiesa que "no esperaba carcajadas o aplausos en la mitad de la película".
"De hecho en el Sanfic apareció la primera carcajada y el lunes en la avant premier era el doble de carcajadas", cuenta. Un aspecto que considera que permite entender que la película funciona con el público. "Lo que me interesaba desde el guión era hacer una película que fuera policial, que también fuera comedia, pero que tuviera esos temas sobre arte como subtema", concluyó.
"Fue una serie de factores que hicieron que él simplemente entrara, metiera la escultura en una mochila y saliera. Así de fácil"
Cristóbal Valenzuela, Director de "Robar a Rodin""