¿Qué son los lunares y qué relación tienen con el desarrollo del cáncer de piel?
A CONSIDERAR. En promedio, una persona puede contar en su cuerpo entre 20 y 40 de ellos. Se trata de formaciones benignas de células, pero hay que estar atentos a cambios en su forma, tamaño y color.
Comúnmente llamados "lunares", los nevus o nevos son -en estricto sentido- tumores benignos presentes en la piel y en tejidos mucosos del cuerpo, conformados por agrupaciones de células névicas de la familia del melanocito, las mismas que dan color a nuestros ojos y cabello.
En la Roma clásica se creía que estos aparecían por influjo de la luna -de ahí su nombre coloquial en español- y en culturas más antiguas como la egipcia, helénica y celta, dependiendo de sus características y ubicación, eran considerados auténticas señales del poder de magos y pitonisas.
Si bien algunos lunares están presentes desde el nacimiento, la mayoría se desarrolla a lo largo de la infancia y continúa apareciendo hasta pasados los 30 años de edad. Con el tiempo, algunos incluso suelen disolverse hasta desaparecer.
En promedio, una persona puede contar en su cuerpo entre 20 y 40 de estos nidos de células, cuyo tamaño y pigmentación son tan variados como sus formas. Sin embargo, quienes poseen una piel demasiado blanca suelen tener el doble de esa cantidad, respectos de aquellos que poseen rasgos más morenos.
Relación con el cáncer
Por lo general, los lunares tienen menos de cinco milímetros de ancho, son redondos u ovalados, con una superficie lisa en forma de cápsula y borde definido. Su color más habitual es el café o castaño, aunque también los hay rosados e incluso azules. Las personas de piel o de cabello oscuro tienden a presentar lunares más opacos que las de piel clara o de cabello rubio.
Pero más allá de sus implicancias estéticas, la aparición y desarrollo de los lunares ha cobrado importancia en los últimos años como resultado de las campañas de detección temprana del cáncer de piel, dado que los eventuales cambios que estos sufren pueden ser señal del surgimiento de esa enfermedad, de la que en Chile se registran 36 mil casos nuevos cada año.
"El lunar más común es el nevus pigmentado, que es congénito (de nacimiento) o adquirido a partir de los cinco y hasta los 25 años. Su tamaño y forma difiere, dependiendo de factores raciales y genéticos. Hoy sabemos que si una persona posee más de 50 lunares de estas características en su cuerpo tiene más riesgo de desarrollar un melanoma, que es el cáncer más peligroso del organismo. También existen los nevus atípicos o displásicos, que corresponden a un universo complejo de lesiones pigmentadas que, a menudo, necesitan de mayor estudio. Su importancia diagnóstica es fundamental, ya que pueden constituir de igual manera una etapa previa al desarrollo de un melanoma", explica el médico Antonio Guglielmetti Valenzuela, director del Departamento de Dermatología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso.
Factores de riesgo
Las personas más expuestas a sufrir cáncer de piel son las que poseen piel muy clara, en especial los rubios y pelirrojos, que se "queman" con facilidad al exponerse al sol y no se broncean.
También enfrentan un riesgo mayor quienes se exponen a la luz solar natural o luz ultravioleta artificial durante largos períodos de tiempo, registran antecedentes de quemaduras solares en la niñez o adolescencia y, por cierto, quienes tienen lunares múltiples o atípicos, grandes o pequeños, además de historia familiar de melanoma.
Según el doctor Guglielmetti, la prevención en este ámbito se enfoca en tomar conciencia de la piel mediante el autoexamen y en fomentar el acceso a una revisión por parte de un especialista.
"Al momento de observar nuestros lunares lo que debemos chequear es si estos presentan una asimetría importante (si no nos parejos en su forma), tienen bordes irregulares o poco definidos. Además, debemos fijarnos en la variación de color que puedan experimentar y en su evolución, es decir, si comienzan a cambiar de textura, sangrar, picar, aumentar de tamaño o sufrir cualquier alteración relevante con el tiempo. Estas simples medidas presentan buenos índices respecto del diagnóstico temprano y tratamiento oportuno del cáncer de piel, y favorecen la reducción de sus índices de mortalidad y morbilidad", asegura el docente.
A nivel dermatológico, existe una técnica no invasiva que permite una inspección visual bajo la superficie de la piel (dermatoscopía), que contribuye a mejorar el diagnóstico diferencial de las lesiones pigmentadas presentes en ella y, de esa manera, facilitar la detección temprana de lesiones atípicas o melanoma.
- ¿Es necesario extirparlos?
- A menos que sea por razones estéticas, frecuentemente asociadas a tamaño y ubicación, por lo general no es necesario ni recomendable extirpar un lunar común. Sin embargo, cuando se está frente a una lesión sospechosa o francamente maligna, lo aconsejable es su remoción quirúrgica.
"Aunque nos sacáramos todos los lunares que tenemos en el cuerpo, esto no impediría que desarrollemos un melanoma. Por tal motivo, solo es recomendable extirpar un lunar que presenta cambios o alteraciones como las señaladas o, también, si se trata de una zona nueva coloreada de la piel", sentencia el doctor Antonio Guglielmetti.
Operativo de prevención
Con el propósito de sensibilizar a las personas sobre la necesidad de observar sus lunares y evitar exponerse al sol en forma prolongada, sin los resguardos necesarios, el Departamento de Dermatología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso realizó un operativo preventivo gratuito en el consultorio Jean y Marie Thierry. En la ocasión, los especialistas y estudiantes que participaron en la actividad atendieron a 56 niños, jóvenes y adultos. En sus exámenes detectaron ocho casos (11% de total) de lesiones pre maligna y maligna de la piel (queratosis actínicas, carcinomas baso y espino celular y 2 lesiones sospechosas de melanoma). Asimismo, las pesquisas realizadas a esas personas revelaron que el 62% de ellas se expone regularmente al sol.
vida y salud
Dr. Antonio Guglielmetti Valenzuela, director del Departamento de Dermatología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso.