Ciencia, tecnología y desarrollo
El mundo desarrollado desde hace bastante tiempo ha entendido el rol de la ciencia y la tecnología en el desarrollo.
América Latina aun aporta escasamente al desarrollo científico y tecnológico mundial, apenas el uno por ciento del total. Ello determina que nuestro continente siga centrando su desarrollo en la extracción de materias primas y continúe dependiendo de fluctuaciones y tendencias externas.
Los países de América que más contribuyen a ese escaso uno por ciento son México, Brasil, Argentina y Chile. Nuestro país aporta un ínfimo 0,13 por ciento. Este no es un problema de capacidades sino una aún miope visión acerca del futuro del país.
En la actualidad, más del 90 por ciento de este aporte lo hacen las universidades del Consejo de Rectores y de dicho porcentaje, el 45 por ciento lo hacen las universidades regionales del CRUCH.
Chile debe investigar sobre las riquezas, problemas y oportunidades que presenta la diversidad de su territorio y ese rol principal y compromiso lo tienen y lo abordan sus universidades regionales.
El mundo desarrollado desde hace bastante tiempo ha entendido el rol de la ciencia y la tecnología en el desarrollo, no solo en el desarrollo económico, sino también en el desarrollo social y cultural. Fuera de las grandes potencias del mundo que este tema lo abordaron desde hace bastante antes, existen muchos ejemplos de países que tenían un PIB inferior al nuestro y que decidieron hacer un giro radical en las políticas públicas para potenciar el desarrollo basado en el conocimiento. Uno de esos ejemplos es Finlandia, que hace menos de cuarenta años era uno de los países pobres de Europa, sin importantes recursos naturales fuera de los bosques y que apostó a un desarrollo basado en una educación de calidad y equidad, potenciando el talento y la inteligencia de sus habitantes, la investigación científica, tecnológica, la innovación y la creación. Hoy este país puede mostrar un notable desarrollo material, cívico, social y cultural.
En la actualidad, países como Polonia, Hungría, Irlanda, la República Checa, entre varios otros, están en este mismo camino. China ha entendido que ya no le conviene copiar y que necesita autonomía en esta materia, es por ello que las inversiones en universidades y en ciencia, tecnología, creación e innovación son cada vez más cuantiosas, lo mismo Japón, Corea, la India y en otros países emergentes de Asia.
En Chile el 80 por ciento de los recursos destinados al desarrollo del conocimiento lo hace el Estado a través de varios organismos, siendo CONICYT el principal de ellos. El sector privado aporta escasamente, al revés de lo que ocurre con el mundo desarrollado, en que existe verdadero interés en desarrollar una sociedad del conocimiento. Una excelente iniciativa en nuestro país ha sido la de crear un Ministerio de Ciencia y Tecnología, tema en el que estamos atrasados en comparación a otros países, incluso de América Latina. En esa nueva estructura esperamos que podamos dar pasos más largos y proyectivos, con sentido de mayor urgencia, con conciencia respecto de que la revolución tecnológica ya está instalada en el mundo y que quienes no se incorporen adecuadamente a ella van a quedar muy lejos en el camino al desarrollo.
Patricio Sanhueza V.
Rector Universidad de Playa Ancha