Un grupo de parlamentarios en ejercicio y otros recién electos, además de algunos consejeros regionales de la zona, decidieron crear un equipo para fiscalizar y denunciar un posible intervencionismo electoral al interior del Gobierno Regional

La iniciativa se formó como parte del proceso que el conglomerado de Chile Vamos estableció con miras al desarrollo de la segunda vuelta presidencial del 17 de diciembre.

También se han sumado concejales, líderes locales y representantes de los partidos de oposición. A juicio del consejero regional Manuel Millones, se trata de realizar una exhaustiva fiscalización durante estos 21 días que quedan para el cierre del proceso electoral.

"Hemos conformado un equipo con la diputada María José Hoffmann, la diputada electa Camila Flores, los consejeros regionales Percy Marín, Iván Reyes y Mauricio Araneda, con el propósito de observar y evitar el intervencionismo electoral".

El core aclara que también van a recoger las denuncias que pueda haber de irregularidades o actos de corrupción. "Vamos a ir denunciando ante los organismos pertinentes cualquier hecho irregular que esté usando el Gobierno para ganar con trampa la elección", sostuvo Millones.

El core anticipa que en esta última etapa de la campaña Chile Vamos divulgará las obras y proyectos contenidos en el Programa de Gobierno del expresidente Sebastián Piñera, a fin de contrarrestar la campaña que el oficialismo pueda llevar a cabo a través de organismos del Estado.

"En los últimos días se ha conocido que coincidentemente con la segunda vuelta, el Gobierno Regional de Valparaíso ha elaborado un listado de actividades públicas e inauguraciones de obras que no estaban contempladas, así como reuniones de autoridades y jefes de servicio con los funcionarios entregando instrucciones para votar el 17 de diciembre, lo que motivó la conformación de este equipo".

Así también, Millones llamó a participar de los puerta a puerta que la oposición calendarizó en la región.

*Gonzalo Cowley / Juan Pablo Urrutia

Proyecciones de Naciones Unidas indican que el crecimiento demográfico hacia el año 2100 será significativamente importante, superando los 11 mil millones de personas en el planeta. Eso significa que sumaremos más de la mitad de los actuales 7 mil millones de habitantes, gran parte de ello por el acelerado crecimiento de países en Asia y África.

Estas cifras, que son ciertamente impactantes, tienen un efecto definitivo en la ciudad, lo cual obliga a pensarlas con mucha antelación a través de políticas públicas centradas en esta unidad territorial, de manera de generar metodologías, procesos y criterios para anticiparse a un posible colapso de nuestro hábitat en las próximas décadas.

Habrá que tener presente, para ello, los efectos del cambio climático, el crecimiento demográfico señalado, las migraciones como consecuencia de lo anterior, la inteligencia artificial que modificará las oportunidades de trabajo y la crisis del agua como factor de sustentabilidad relevante en numerosos rincones del planeta. Estamos en un momento de transformación histórica y en un cambio de época monumental.

La XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo efectuada en Valparaíso hace algunos días, nos recordó aquello a través de la convocatoria a debatir sobre "Diálogos Impostergables".

La clausura de este encuentro estuvo a cargo del premiado arquitecto Alejandro Aravena, que con su exposición también inauguraba el VII festival Puerto de Ideas, compartiendo su reflexión sobre la ciudad futura a partir de una invitación a salir del lugar común, a hacerle la guerra al cliché y a pensar desde otras perspectivas, con otros paradigmas y otra mirada.

La exposición puso énfasis en el drama del cambio climático y del impacto del crecimiento demográfico y migraciones para pensar la nueva ciudad, aspectos en línea con el Acuerdo de París y la nueva agenda urbana planteada por Hábitat III. A ello se sumó una cifra para pensar. Actualmente, hay 1.000 millones de personas viviendo bajo la línea de la pobreza, monto que se duplicará al año 2050. ¿Y cuál es la cifra?: habrá que construir cada semana una ciudad de 1 millón de habitantes para atender ese nivel de crecimiento.

El triángulo del catalán Joan Clos sale al juego entonces para explicar que un Estado de Derecho en forma, un financiamiento tripartito y un diseño pertinente son el atajo hacia la equidad en este complejo contexto.

También hizo hincapié en la participación ciudadana como factor fundamental para identificar y comunicar las restricciones; definir las preguntas y canalizar el poder de las propias personas. La participación es lo que asegura priorización y es una forma de distribuir poder.

Finalmente, se plantea pasar de las 2P a las 3P, es decir, de la alianza público privada a un trinomio que incluya a las personas, pues en la medida que están incorporadas en cómo se hace la ciudad, los proyectos dan cuenta de la efectiva realidad social.

No sabemos aún cómo será la ciudad del futuro. No sabemos si los países desarrollados o los que están en vías de hacerlo resistirán las demandas migratorias por crecimiento demográfico y los impactos del cambio climático.

No sabemos si se podrán abordar los efectos de la inteligencia artificial en el mercado del trabajo adecuadamente o cómo se abordará la crisis del agua.

Lo que sí sabemos, es que en Chile, al 2100, no seremos los mismos 17 millones que somos actualmente y ese crecimiento también incorpora -desde hoy- la necesidad de políticas públicas anticipatorias, innovadoras y realizadas con excelencia, para que den cuenta de un enfoque territorial que asegure ciudades sustentables, justas y prósperas para el futuro.

Salir del lugar común es un buen desafío.

*Integrantes de Metropolítica