Las reclamaciones electorales no son una novedad y las contempla la Ley 18.700 sobre votaciones y escrutinios. Y en base a esas disposiciones es que Jorge Castro (UDI), exalcalde de Valparaíso, está planteando un recuento de los votos emitidos en la pasada elección, en que perdió la diputación por una estrecha diferencia, de acuerdo a cifras oficiales iniciales, de 627 votos.
El planteamiento de Castro se origina en una información entregada por el Servicio Electoral, según la cual habría un descuadre en 574 mesas de las 2.371 instaladas en el Distrito 7, que elige 8 diputados y comprende las comunas de Valparaíso, Juan Fernández, Isla de Pascua, Viña del Mar, Concón, San Antonio, Santo Domingo, Cartagena, El Tabo, El Quisco, Algarrobo y Casablanca.
En el distrito sufragaron 360.758 electores, sobre un padrón de 782.041, que debían decidir entre 56 candidatos. Hechas las operaciones del caso y de acuerdo a los números tomados como definitivos, Osvaldo Urrutia (UDI), diputado en ejercicio, resultaba reelecto con 18.290 preferencias, en tanto que su correligionario Castro lograba 627 votos menos.
Este cuadro, de acuerdo a lo señalado por el exjefe comunal, tendría variaciones debido a la inconsistencia detectada, consistente en que el número de votos emitidos no coincidiría con la cantidad de electores que sufragaron en esas mesas. En su petición, Castro presentó el ejemplo de dos mesas en las cuales aparecería perjudicado.
De ser admitido el recurso ingresado al Tribunal Electoral Regional de Valparaíso (TER), pasaría al Tribunal Calificador de Elecciones, instancia que podría disponer, de acoger la solicitud de Castro, la repetición del escrutinio de las mesas cuestionadas, que constituyen unos 88 mil votos.
El exalcalde, al poner en marcha el mecanismo legal, afirma que no se trata de "algo personal", aludiendo así a Urrutia. Pero más allá de esa afirmación y de posibles fracturas al interior de la UDI, es necesario clarificar la situación, atendiendo a la complejidad de la última elección en que el votante debía definir sus preferencias en cuatro cédulas distintas y considerando, además, posible falta de experiencia o capacitación de los vocales de mesa.
Se debe tener en cuenta que las variaciones en un posible nuevo escrutinio serían para ambos candidatos, instalando así una cuota de suspenso en un escenario de estrecho margen.
Pero fuera de variaciones, lo ocurrido debe servir de experiencia para la decisiva segunda vuelta, que pese a ser elemental en la cédula, sólo dos nombres, exige prolijidad y transparencia en el escrutinio y en la elaboración de las actas de cada mesa, que sumadas llevan al esperado resultado final.