El libro que realza la vilipendiada historia de la canción cebolla porteña
LITERATURA. "Llora, corazón" ahonda en la importancia popular del bolero y el vals peruano, placeres culpables que en el porteño Jorge Farías encuentran su máximo referente.
Los últimos 20 años, la periodista Marisol García los ha dedicado a la música. En especial, al rescate de la canción popular. Además de ser coeditora de la enciclopedia digital MusicaPopular.cl, su nombre es reconocido por el libro "Canción Valiente. 1960-1989. Canto social y político en Chile", que en 2013 recibió el Premio Municipal a la mejor investigación periodística.
El pasado jueves arribó al Puerto para lanzar "Llora, corazón. El latido de la canción cebolla", texto que revaloriza dos géneros históricamente vilipendiados, pero que ya son parte del cancionero chileno: el bolero y el vals peruano.
Después de una larga búsqueda, la periodista descubrió que la canción cebolla está estrechamente ligada a la Quinta Región. Y es que fue en las boites y bares de San Antonio y Valparaíso donde surgieron los principales exponentes del género.
Ramón Aguilera, Luis Alberto Martínez y Lucho Barrios son sólo algunos de los intérpretes en los que indaga "Llora corazón". Sin embargo, hay uno que se alza como el máximo representante de la música romántica. Jorge Farías, un artista conocido por todos los porteños y que, según García, "es el ícono del bolero chileno".
-¿Por qué decidiste escribir "Llora, corazón"?
-Porque me parecía absurdo que este tipo de música no tuviese un registro acorde a su importancia. Creo que eso se debió a tontas discriminaciones de clase y un mal entendido sentido de las coordenadas del mal gusto. Dice mucho de nuestra cultura no sólo el disfrute de la canción cebolla, sino también que a muchos chilenos les avergüence reconocer que la escuchan.
-Es una especie de placer culpable, entonces.
-Claro, porque hay quienes prefieren guardarse estos gustos en privado como si ocultasen algo pero el problema es de ellos, no de los músicos ni de las canciones. En uno de los ocho capítulos del libro reflexiono profundamente sobre el estigma de la cursilería, pero a la vez sobre lo inevitable que resulta en la cultura popular latinoamericana.
-Pero si bien es inevitable como usted dice, la crítica especializada y el público siguen menospreciado a esta música.
-Es evidente que ha habido una discriminación de clase y también un complejo frente a categorías muy discutibles en torno a qué constituye buen y mal gusto. Hay músicos entrevistados que dan ejemplos de haberse sentido discriminados en radios por locutores mejor educados que ellos, y, a la vez, la queja porque letras extranjeras igualmente sentimentales nunca fueron estigmatizadas.
Farías: el ícono
-En su libro la Quinta Región tiene una presencia preponderante ya que muchos de los exponentes del bolero surgieron en la zona. ¿Por qué aquí y no en otros lugares se dio este auge?
-La vida nocturna tanto de Valparaíso como de San Antonio contribuyó a que este tipo de música tuviese una audiencia en vivo constante y fiel. Trataba con mucho cariño a los cantores románticos, quienes a su vez exponían en los puertos un repertorio más amplio que el de Santiago. No es que la cebolla sea exclusivamente porteña, pero sí encontró en los puertos un ambiente más cómodo para su desarrollo.
-¿Es Jorge Farías el máximo exponente porteño o nacional de este estilo? En "Llora, corazón" le dedica un capítulo completo.
-Es muy importante para el bolero de puerto y para la bohemia de Valparaíso, pero también es valioso por la firmeza de su carácter de cantor, capaz de hacer de casi todo su repertorio un relato de tintes autobiográficos.
-¿Qué cualidades artísticas de él redescubre su libro?
-El cariño que le tenía la gente y su vida de altibajos de asombrosa precariedad. Sin embargo, a pesar de las dificultades su dedicación al canto fue absoluta desde la infancia y casi sin interrupciones. Él veía al canto como parte de su identidad de porteño.
Jóvenes románticos
-¿Hoy la música cebolla sigue siendo vilipendiado, o bien ya no es un placer culpable?
-Hoy tenemos cantantes sin complejos para mostrarse sentimentales, pero no son cantantes "cebolla" porque eso ya cae en categorías específicas. Más que un legado o una marca, creo que la cebolla es una sensibilidad que se legitimó y que nunca ha dejado de gustar.
-¿Y por qué cree que gusta tanto?
-Porque permite cantar con un sentimentalismo sin pudores, más expuesto, atado al relato de la pasión como un drama que necesariamente termina mal, pero en el cual se insiste. Eso ha cruzado no sólo a la canción chilena sino, como se muestra en el libro, también a realizaciones locales de cine, televisión y novelas. Creo que el interés por la expresión más sentimental según códigos chilenos nunca ha decaído; ha habido más bien un mal cálculo de creer que había que alejarse de ese canto destemplado y melodramático para sumarse a corrientes quizás pop o internacionales, pero el gusto por las letras sufridas no ha muerto.
-A su juicio, ¿quiénes son actualmente los mejores exponentes de la canción cebolla?
-Los Vásquez, Mon Laferte, Damián Rodríguez, Rulo, Los Celestinos y Bloque Depresivo. Todos combinan códigos de la cebolla con referencias pop y se mantienen activos. Pero además, hay cantantes históricamente vinculados a la cebolla bohemia y de barrio, como Manolo Lágrima Alfaro y Luis Alberto Martínez. También destacaría el trabajo en canción romántica de Santos Chávez.