Existe acuerdo, a nivel educativo, respecto de la importancia que tiene el establecer un clima de aula propicio para favorecer los aprendizajes en los estudiantes. Cuando un alumno es víctima de alguna forma de acoso escolar, esto no sólo puede provocar daño físico y/o emocional, sino también alteraciones en la atención y concentración, entre otras, producto del estrés que genera la situación que está viviendo, dificultando su implicación en los aprendizajes de clase, exponiéndose a un descenso en su rendimiento escolar.
Cuando se habla de violencia escolar habitualmente aparece el concepto de bullying, inicialmente atribuido a todo tipo de violencia, desde la más leve a otras más graves. Sin embargo, hoy día tenemos claridad al respecto y sabemos que hace referencia a un tipo de violencia escolar que se presenta entre pares fundamentalmente, que es sostenida en el tiempo e implica la existencia de un desequilibrio de poder entre los involucrados.
Sus causas pueden ser variadas desde las características individuales de algunos niños o niñas que presentan habilidades socioemocionales descendidas, la necesidad de aceptación por el grupo de pares y, a la vez, de autoafirmación, lo que puede generar tensión en algunos adolescentes. Por último, existen también variables de género, raza y nivel socioeconómico que pueden influir en su aparición.
Por ello, de los padres se espera que ofrezcan el apoyo emocional necesario para iniciar un proceso de reparación e informar al colegio de la situación para trabajar en conjunto y comprometer los esfuerzos necesarios para llegar a una solución que restituya posibles daños ocasionados.
En este contexto, creo importante enfatizar que una de las estrategias más efectivas para mantener un clima de aula que facilite la convivencia y favorezca los aprendizajes se relaciona con la prevención. En este sentido, la existencia en los colegios de una normativa que regule las relaciones entre los miembros resulta relevante y, a nivel de aula, un docente que promueva relaciones de cooperación y respeto entre sus estudiantes, estableciendo un clima de confianza y aceptación, hará posible mayores y mejores aprendizajes.
Todo ello resulta ideal antes que un nuevo caso de bullying con consecuencias graves nos sorprenda.
Marissa Escobar
Orientadora del Colegio Altomonte