"Meterme en lo que no me importa; eso es el ir a la frontera que nos pide el Papa"
La Frontera, históricamente, ha sido el límite impuesto por el pueblo mapuche al sur del río Biobío. Así lo aprendemos los chilenos en los libros y en las clases de historia de Chile. Hasta el más porro, conoce el concepto. Pero el Papa y los jesuitas le dan otro sentido y habitualmente hablan de "la frontera" en relación a su trabajo con los más excluidos.
¿Qué es la frontera para la Compañía de Jesús y para el Papa Francisco? ¿Un término geográfico, físico, teológico? ¿De dónde viene y hacia dónde los lleva? Pablo Walker (51), capellán del Hogar de Cristo, nos ayuda a comprender qué son esas fronteras en que se mueven los jesuitas.
"El año 2008, en la Congregación General XXXV, los jesuitas elegimos la metáfora del ir a la frontera para expresar la vocación a la que el Señor nos está llamando hoy. Adolfo Nicolás, nuestro Prepósito General, cuando fue recién electo la utilizó como una imagen recurrente en la animación espiritual de las nuevas misiones que iba encargando. Quizás de esa fuente y de otras que desconozco, el Papa Francisco se valió para llamarnos como iglesia Univeresal a 'ir a las periferias'".
-¿Qué significa hoy ir a la frontera o su sinónimo papal "ir a las periferias"?
-"Salir", "periferia", "frontera", más que conceptos son parábolas. Es decir, poseen la potencia de la poesía de las cosas concretas para hablar de lo invisible que nos moviliza o nos paraliza, como la levadura, la sal insípida, la moneda encontrada, el corazón de piedra, la lámpara de la casa, el pan sobre la mesa. Son imágenes que tienen la capacidad de conectarnos con nuestros afectos negados para descubrir en ese enredo los nuevos dinamismos para ser cómplices del Amor Gratuito de Dios sanando un mundo herido. Jesús hablaba con parábolas y Francisco las usa mucho, porque están al servicio de la espiritualidad, que cuando es de Jesús, tiene consecuencias políticas, sociales, culturales. Yo entiendo el ir a la frontera o el ir a las periferias, sociales o existenciales, como el salir de la propia comodidad para ir más allá de nuestras costumbres y descubrir lo que nuestras rutinas nos impiden ver. Una periferia social es lo que pasa al borde de la Costanera Norte, con las familias viviendo en los rucos a la orilla del Mapocho. Ir a esa frontera es detener el auto y llegar ahí, no como un turista apurado, sino como un hermano.
Con su facilidad de palabra y su propia capacidad para las metáforas, Walker señala que una periferia existencial es saber del asiento vacío de un compañero de mi hijo que no volvió al colegio. "Ir a esa frontera es 'meterse en lo que no me importa' e involucrarse con la situación económica de sus padres o con las huellas de la violencia familiar que están patentes en ese asiento vacío. Otra frontera social es el barrio que queda más allá de mi condominio, donde dicen que uno no puede entrar porque hay unas zapatillas colgando de los cables de la luz que indican la presencia del narco. Traspasar esas fronteras es 'des-normalizar' la rutina de la segregación social. Cuando 'des-normalizamos' tomamos conciencia de que nuestras costumbres han levantado muros de indiferencia frente a lo que pasa más allá de nuestras rutinas de estudiante, mamá, obrero, profesional, cura".
Finalmente, resume el asunto de manera contundente: "Ir a la frontera es tocar fondo, tocar el límite, constatar que hay cosas que ya no dan para más. ¿Qué va a pasar con mi familia si no me hago cargo de mi problema con el alcohol? ¿Qué les va a ocurrir a los jóvenes a los que les estoy vendiendo marihuana? ¿Cómo se van a desenvolver mis hijos si los sigo criando en una burbuja? ¿Qué va a pasar con la Iglesia si me dedico a hacer carrera en ella? ¿Qué nos va a pasar como ciudad si seguimos empujando a las poblaciones a la marginalidad? ¿Qué le sucederá a nuestro país si seguimos despojando a nuestros pueblos originarios? Ir a la frontera es aprender a hacernos cargo de los límites. Entender que nuestros actos u omisiones tienen consecuencias en los demás. Ir a la frontera es lo contrario de 'fluir' por la vida o de la propaganda 'No limits' para vender zapatillas".
-Uno como lego supone que la frontera es el límite, el borde que divide lo conocido de lo extraño, lo extranjero, lo diferente. ¿Es misión de ustedes ir en busca de otra religiones, otras latitudes, otros pueblos?
-La frontera no tiene tanto que ver con la adrenalina deportiva de conocer parajes. Es más bien recuperar la vista, volver a mirar de frente lo que era invisible porque estaba normalizado. Empujar a las personas a la marginalidad, al suicidio, al delito, al narco, es declararlos inviables o descartados, como dice Francisco.
-En Chile,¿cuáles son esas nuevas fronteras y cómo se trabaja en ellas?
-El Papa Francisco ha declarado que "la Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y prescindencia religiosa, del pensamiento, de toda miseria".
-Francisco irá a La Araucanía. Muchos temen que pueda haber manifestaciones en contra. ¿Qué crees que pase ahí? ¿Qué tan frontera sigue siendo La Frontera de los tiempos de la Guerra de Arauco. ¿Por qué el Papa escogió ese destino?
-El territorio donde vive "la gente de la tierra", es la casa de una nación que tiene una mirada de la vida distinta de la "occidental", que domina en Chile. Ese territorio en sí mismo es una frontera en la cual se nos ensancha la mentalidad haciéndola más humana, más respetuosa. El Papa Francisco lleva años invitándonos a aprender de ese "buen vivir" encarnado en los pueblos originarios y en su actitud distinta respecto el desarrollo, a la importancia de los vínculos comunitarios y de nuestra interdependencia con el entorno. Sin necesidad de idealizar nada, en ellos se dan tesoros que son parte de una "ecología integral" de los que depende la sostenibilidad ambiental del mundo. Es una gran oportunidad para que el testigo de Cristo, que es Francisco, nos ayude a descubrir en el pueblo mapuche una concreción de esa vida de la que nos habló el Señor. Y que nos interpele a las deudas de reconocimiento y autonomía que tenemos para con ellos, para que en su diversidad se puedan sentir verdaderamente parte de Chile.
-Francisco también ha denunciado "la sociedad del descarte", ¿cómo se contrapones eso con su llamado a "ir a la periferia"?
-El american way of life, que se traduce en camioneta grande, helado grande, casa grande, país grande, va transformando la propia identidad en una cultura de consumo sin límites, en una cuestión intransable, aunque ella implique acelerar el calentamiento global y el daño irreversible que este provoca en millones de personas. Ir a la frontera, a la periferia existencial, es tocar fondo, constatar los límites. Decir "esto ya no da más", "no podemos seguir así", "mira las miles de personas que van quedando a la orilla del camino". Y hacernos cargo. Ese viaje a la frontera está en el alma del cristianismo. En lenguaje religioso se le llama conversión, cambio de norte.
"Ir a esa frontera es 'meterse en lo que no me importa' e involucrarse con la situación económica de sus padres o con las huellas de la violencia familiar que están patentes en ese asiento vacío". "El Papa Francisco ha declarado que "la Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, del dolor"."