Sharp y la ciudadanía del Frente Amplio
La ciudadanía que invoca el Frente Amplio no es realmente toda ella ni su mayoría.
Cuando una coalición obtiene, como hizo el Frente Amplio en las elecciones de diputados, el respaldo de 1 de cada 14 ciudadanos y, sin embargo, se proclama representante exclusiva de las demandas e intereses de la ciudadanía, es obvio que su idea de ésta no coincide con lo que solemos entender por tal. La ciudadanía que invoca el Frente Amplio no es realmente toda ella ni su mayoría, sino una minoría con no poco de elitista y suficiente sentido mesiánico para considerarse la encarnación del bien supremo, a pesar del negativo efecto de las políticas públicas que impulsa.
Nadie ha podido constatar esto mejor en Chile que los porteños en los 14 meses que Jorge Sharp ha sido Alcalde. No ha dudado en conferir a la suya el título de "Alcaldía Ciudadana". Pero no recuerdo un jefe comunal con tan poco aprecio por los intereses y aspiraciones de los porteños. Pensó terminar con el espectáculo pirotécnico de Año Nuevo, contribuyó a frustrar el anhelo muy mayoritario de un mall junto al mar, arriesgando indemnizaciones millonarias contra el Municipio, se ha esforzado por impedir la imprescindible ampliación del puerto, principal fuente de actividad económica de la ciudad, perjudicando con ello su posición frente a San Antonio, y promueve con testarudez de iluminado una radical limitación a la altura de las construcciones de la que se han desmarcado hasta los concejales de su coalición.
Si su idea de máximos de 7 a 9 metros de altura llega a aprobarse, Valparaíso quedaría condenado a contar con viviendas escasas, comparativamente caras y en creciente deterioro, dificultando la llegada de nuevos vecinos y acelerando la fuga de los actuales a Curauma y a las otras comunas del Gran Valparaíso. Podría ser la estocada final para un toro que ya sangra por muchas partes. Pero "expulsar al gran capital inmobiliario de Valparaíso" parece justificar para Sharp cualquier sufrimiento de los porteños.
A ello se añaden preocupantes muestras de insuficiente respeto por las instituciones. El escudo de la ciudad ha sido prácticamente abolido de facto y reemplazado por el logo de la "Alcaldía Ciudadana", se ha alentado la presentación de reclamos de ilegalidad contra los actos de la propia Municipalidad (en uno de los cuales se falsificó la firma a una vecina), se ha denunciado que en el acta de una sesión del Concejo se registró una conformidad con el límite de altura propuesto por el alcalde que jamás existió, y funcionarios municipales competentes y la casi unanimidad del Concejo estiman que se cometieron vicios en el proceso de consulta ciudadana de dicho límite.
¡Muy inciudadano!
Claudio Oliva Ekelund
Profesor de Derecho Universidad de Valparaíso