Si no fuera una tragedia, se podría emular el cierre del Cread de Playa Ancha con el chiste del sofá de don Otto. Se vende el sofá y se termina el problema. El cierre del Centro de Reparación Especializada de Administración Directa, largo nombre para el Cread, ¿termina con la prolongada vulneración de los derechos del niño?
La medida proviene de un informe de expertos del Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas que visitaron el lugar, detectaron irregularidades y recomendaron el cierre por problemas de infraestructura.
Bueno, la infraestructura no tiene alma, no tiene comportamiento, no maltrata más allá de sus deficiencias. El problema de fondo no está en el lugar, sino que en la falta de una política nacional, profunda y moderna para la atención de menores en situación irregular. Y si existen intentos o esbozos de política, su aplicación es deficiente. Y las fallas están dramáticamente rubricadas por maltratos, desórdenes e incluso muertes de menores internados.
En el Cread de Playa Ancha están albergados unos 60 menores por disposiciones judiciales. No es un lugar de reclusión y son frecuentes las fugas. Se denuncian malos tratos, riñas internas y confusas situaciones donde no se puede descartar la victimización. Hay sumarios, funcionarios sancionados y también agredidos, a lo cual se suma, tras el anuncio de cierre, incertidumbre laboral.
En ese clima, más allá del local, es virtualmente imposible la adecuada atención, educación y readaptación de los menores. Hay que recordar que tras cada caso hay familias, con problemas económicos y sociales que se proyectan y condicionan reacciones y conductas de esos menores.
Hay que concluir, en primer lugar, en que el problema no es puntual de Playa Ancha. Es nacional, mucho mayor, al cual se debe prestar, con urgencia, atención.
Viene un nuevo gobierno y cambios de directivos en el Sename, del que depende el Cread. Pero la cuestión no está sólo en los cambios, sino que en la necesidad de aplicar una política consistente y con recursos acordes con la magnitud del problema, donde están en juego, no se puede olvidar, derechos humanos de niños indefensos.
Y esa política debe pasar del papel a la realidad, con medios, personal calificado y más que nada con vocación, con entrega. Hay que recoger experiencias positivas, que las hay en el país y en el exterior, pero hay que sincerar los errores propios para no seguir tropezando una y otra vez con las mismas piedras.
La luz roja de Playa Ancha, réplica de múltiples luces rojas, no permite indiferencia, medidas de parche, ni tampoco cuoteos políticos. Exige acciones de rescate consistentes, urgentes pero meditadas.