El inminente cambio de escala en la planificación del Gran Valparaíso
El debate sobre la ciudad portuaria en Chile se ha reactivado ante el anuncio del Puerto Gran Escala de la región central en San Antonio, como contrapunto a los problemas que ha experimentado el plan maestro portuario de Valparaíso. A esta esperada decisión se suma una nueva coordenada compuesta por la propuesta de un tren de alta velocidad de carga y pasajeros que consolidaría la integración entre la Región Metropolitana, el sistema portuario y el Gran Valparaíso.
Esta contingencia evidentemente representa un cambio de escenario para el crecimiento de la zona central del país y, por tanto, requiere de un cuidado análisis por parte de las -nuevas- autoridades, acompañado de una visión territorial no siempre presente. Si bien por un lado se cambia de forma definitiva el eje del crecimiento portuario hacia San Antonio -con todos los efectos que esto implica-, por otro lado se plantea un sistema de conectividad que profundiza la influencia económica que ya ejerce el Gran Santiago sobre las comunas del Gran Valparaíso y que, a la vez, permitiría potenciar el crecimiento del borde portuario en Valparaíso.
Estos escenarios obligan a plantear un conjunto de preguntas respecto a cómo compatibilizar los efectos de estos proyectos. La primera de ellas es cómo y cuánto más puede crecer el puerto de Valparaíso ante la enorme capacidad que puede albergar San Antonio y el ritmo de crecimiento del transporte marítimo. A esto hay que agregar el hecho de que el proyecto de tren rápido utilizaría los terrenos de Yolanda para instalar su estación intermodal.
Otra pregunta tiene que ver como los impactos urbanos que tendrá el nuevo sistema ferroviario en los centros de Valparaíso y Viña del Mar. El menor tiempo de traslado permitirá que una mayor cantidad de personas que trabajan en Santiago, puedan vivir en las ciudades costeras, lo que dinamizará el mercado inmobiliario, el comercio y el turismo, implicando por otro lado el aumento de demanda de la infraestructura urbana, elevando además los precios de las viviendas. Lo anterior obliga a preparar al Gran Valparaíso para este escenario, actualizando los instrumentos de planificación urbana a la nueva demanda, impulsando los proyectos de infraestructura de conectividad, ampliando los espacios públicos y planificando nuevas obras de seguridad ambiental. De no hacer nada, lo que queda por esperar es la saturación del sistema urbano, que siempre terminan pagando los más pobres.
Por su parte, la adaptación de las proyecciones de crecimiento portuario de Valparaíso, en conjunto con la utilización de Yolanda como estación intermodal, abre la posibilidad de mejorar el plan maestro del borde costero para generar nuevos espacios públicos, integrando la escala intercomunal. Esto resulta relevante ante las posibilidades de crecimiento demográfico que el proyecto de tren rápido implicaría para el Gran Valparaíso, que aumentará la demanda sobre espacios públicos costeros masivos, seguros y de calidad.
En el caso de San Antonio, es clave permitir que la comuna que albergará al PGE no se transforme en una nueva zona residual y que pueda avanzar paralelamente en ser atractiva para sus actuales y futuros habitantes, incrementando sus estándares urbanos y ambientales, reconociendo sus ventajas climáticas y paisajísticas, cubriendo además las brechas sobre resiliencia, riesgos urbanos, cambio climático, contaminación y falta de espacios públicos, todas acciones visibles a través del aporte creativo que el diseño urbano facilita y que tantos buenos ejemplos globales ha creado.
Así, puede entenderse que la discusión sobre la planificación urbana que se avecina en las comunas del Gran Valparaíso comienza a alcanzar escalas insospechadas y obliga a una visión territorial compleja y de largo plazo. Frente a este escenario, donde proyectos como los descritos modifican de forma relevante la tendencia de crecimiento, la reciente discusión sobre la altura de los pisos en los cerros de Valparaíso pasa a ser intrascendente. Suponer que se detienen procesos socio-espaciales, como lo es la llegada de habitantes con mayores ingresos, sólo por limitar la altura, es reducir la real dimensión del problema urbano.
Por el contrario, es necesario colocar sobre la mesa el real crecimiento urbano del Gran Valparaíso, evaluar los impactos de los nuevos proyectos y, en consecuencia, preparar a los instrumentos y herramientas de planificación para que el desarrollo futuro se realice en forma sustentable. En síntesis, se trata de valorar el aporte de la planificación sobre ciudades costeras que avanzan en generar una visión consensuada, de un futuro que comprendiendo la necesidad de más y mejores inversiones, facilitará su adaptación sin renunciar a la exigencia de mejores lugares para vivir y convivir.
*Integrantes Corporación Metropolítica