Se comienzan a acabar las vacaciones y con ello el fin de la temporada alta de turismo. Ya vendrán las cifras y el balance de lo que fue este período estival en Chile.
De cualquier forma, el cierre del 2017 para el sector da cuenta de que el turismo en nuestro país es una actividad que pasa por un excelente momento. Así lo reafirman al menos los grandes números, que indican que el año pasado se llegó a los 6 millones 400 mil visitantes extranjeros y que se superó los 20 millones de pasajeros en el terminal internacional de Santiago; a lo que cabe agregar las 27 distinciones que se recibieron por reconocimientos vinculados al turismo, como el mejor destino de "turismo aventura" a nivel mundial y uno de los diez "destinos éticos", por mencionar algunos.
A esta altura no nos tendríamos que sorprender con el creciente auge que está teniendo Chile como mercado turístico, porque en la medida que hagamos las cosas bien, esta tendencia instalada desde hace un tiempo se debiese consolidar.
Que el turismo se vista de traje largo depende de nosotros como país. Generalmente en la agenda pública se debate sobre los grandes desafíos que tiene el sector para lograr un desarrollo sustentable, como contar con más y mejor infraestructura, diversificar la oferta y ampliar las campañas de promoción, sin que se aborden aspectos que tienden a ser desestimados, pero que resultan prioritarios para fortalecer una industria que hoy representa el 10% del PIB en términos directos e indirectos y que aporta 350 mil empleos directos.
Uno de esos factores que suele pasar inadvertido es la necesidad de que los chilenos tomemos conciencia de que somos un país turístico y que estamos en el radar de cada vez más ciudadanos que se sienten atraídos por visitar nuestro territorio. En la actualidad los turistas no solo buscan relajo y entretención, sino que una verdadera experiencia de vida, que queda sellada desde que llegan a un destino, hasta que se van.
En este sentido, cada chileno es un potencial anfitrión para los millones de turistas que recorren anualmente nuestro país, y que por lo mismo pueden marcar la diferencia en la evaluación que estos hagan de su viaje y de la posibilidad que nos vuelva a visitar. En la medida que tengamos claridad de que somos un país turístico, estaremos más conscientes y abiertos a ser afables con ellos y a la hospitalidad. La seguridad es otro elemento que se trata poco, siendo que es uno de los principales activos que tenemos como país para atraer turistas. Basta comparar nuestras cifras con el resto de los países de la región y con la evaluación general que hacen -en esta materia- los extranjeros que visitan Chile.
El turismo en Chile entró a una nueva fase, y tenemos el deber de otorgarle la importancia que ha adquirido, asumiendo que es un motor esencial de nuestro desarrollo económico, cultural, patrimonial y humano. Estamos confiados en que esa relevancia será considerada por el nuevo gobierno.
Andrea Wolleter
Vicepresidenta Ejecutiva Federación de Empresas de Turismo de Chile