Recuperar la inversión es urgente. Lo afirma en declaraciones a este Diario el nuevo presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio Alfonso Swett en su reciente visita a Valparaíso.
Insiste en ese concepto en relación a la ciudad puerto recordando que "aquí ha habido proyectos importantes que se han parado por razones relevantes".
Es una realidad que ha terminado frenando y desalentando diversas iniciativas. Los ejemplos están a la mano en el borde costero, en la recalada de cruceros, en emprendimientos inmobiliarios…En fin, en aspectos en que la normativa y el ánimo de acogida no siempre han sido los mejores llegando a un resultado de suma cero. Y no puede ser que invertir en Valparaíso sea una misión imposible.
Alude el dirigente a "complejidades regulatorias" que existen en el país, generando "incertidumbre e incerteza jurídica", cuestión que, plantea Swett, mientras no se solucione "nos va a costar retomar el crecimiento; y mientras eso no suceda, nos va a costar entregar el bienestar individual y social que está demandando el país entero".
Recuerda que "en los últimos 4 años, el 59% de los empleos creados en nuestro país son por cuenta propia, sin vacaciones ni seguridad social, empleos extremadamente precarios que se transforman en mucha inseguridad, en una sociedad que no solo quiere libertad, sino también quiere mucha seguridad".
El planteamiento de fondo, demanda generalizada, es que se deben crear empleos de calidad, no sólo centrados en la remuneración, sino también en derechos asociados como previsión y salud.
Para ello se requiere inversión y para la inversión son indispensables estímulos y certeza jurídica que permitan tener reglas claras en que se considere el beneficio del empresario y también el resguardo social, desde garantías personales hasta la protección del medio ambiente.
En el caso de la ciudad de Valparaíso el estímulo a la inversión debe compatibilizarse con la protección del patrimonio, pero avanzar más con beneficios a quienes inviertan en ella, dando vida a ese patrimonio, para que deje de ser únicamente un recuerdo en continuo deterioro. Es fundamental avanzar en una normativa clara, sin espacio para discrecionalidades, abierta a la creatividad, que dé oportunidades de inversión que justamente se reflejen en beneficios para los emprendedores.
Pero más allá de las normas, lo fundamental es derrotar la desconfianza paralizante que frena la inversión y el crecimiento y que al final termina limitando las oportunidades para las personas, condenadas a empleos precarios.