En medio del complicado y a veces conflictivo rescate patrimonial de Valparaíso, una buena noticia, para la ciudad y para los vecinos de un sector en particular: en junio próximo entrará en funciones, restaurado, el ascensor Espíritu Santo, que comunica el plan de la ciudad con el Cerro Bellavista. Ese funicular que recuerda con su denominación el tradicional templo ubicado en Plaza Victoria abatido por un terremoto, inició sus servicios el año 1911 operado por un sistema de contrapesos denominado "balanza de agua". Posteriormente, modernizado, funcionó por décadas con un motor eléctrico de corriente continua, la misma energía que recibían los tranvías. Su recorrido ascendente es de 66 metros con gradiente de casi 50 grados. Hace años dejó de operar, pero en 1998 fue declarado Monumento Nacional.
Esos galones lo hicieron merecedor de recursos para su restauración con fondos público, pese a que inicialmente era propiedad de una empresa privada.
Junto al anuncio de puesta en marcha, el ministro de Obras Públicas, Juan Andrés Fontaine, informó que son en total de nueve los ascensores en proceso de restauración. Dos de ellos, Concepción, el primero de Valparaíso inaugurado en 1883, y Cordillera, 1886, entrarán en servicio en el segundo semestre de este año. El resto está pendiente para 2019.
Se debe destacar que estos trabajos son complejos, pues se trata de restaurar sistemas que operaban con tecnologías del siglo XIX o de principios del XX. Además del valor patrimonial y la exclusividad y originalidad de estos sistemas, se debe considerar que, pese a su antigüedad, pueden revivir su vigencia como medio de transporte público entre plan y cerro, enfrentando la competencia que significan buses y taxis colectivos, que llegan más allá de la cota de las estaciones superiores de los veteranos elevadores.
Pero para lograr esa vigencia y darles competitividad es indispensable una gestión que asegure niveles razonables de ingreso y mantención de los equipos restaurados.
La responsabilidad corresponde ahora a la Municipalidad, que pasará a ser titular del conjunto de los restaurados funiculares, trabajo en que se ha invertido una cantidad importante de recursos públicos.
Es un desafío que supone gestión financiera y técnica para mantener en funciones este tradicional medio de transporte, que nuevamente puede pasar a ser parte del día a día de la movilización de los porteños, a lo que indudablemente se suma la condición de atracción turística que a través de los años se han ganado los ascensores de Valparaíso.