La creación de un Consejo de Coordinación Ciudad-Puerto no es novedad. Está contemplada en la Ley 19.542 que modernizó el sistema portuario nacional. Inexplicablemente, un punto, consignado en el artículo 50, letra d) de la ley, que quedó olvidado desde 1997, año en que se promulgó la iniciativa.
Felizmente esa norma ha cobrado actualidad y es posible que se ponga marcha. Paralelamente, tanto el intendente regional, Jorge Martínez, como el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, han manifestado su interés en rescatar ese olvidado organismo.
En una columna en este Diario el alcalde instó a ponerlo en marcha recordando que el objetivo del consejo es "procurar un desarrollo armónico entre la actividad portuaria y la ciudad de Valparaíso". Por su lado, Martínez afirmó que realiza gestiones ante la ministra de Transportes, Gloria Hutt, para concretar la conformación del consejo "bajo la dirección del intendente regional, invitando a todos los actores. Así que espero en las próximas semanas poder constituirlo formalmente".
Se tardó en dar el paso, pero al fin se está avanzando. Buena noticia para la ciudad, pues si hubiese existido este consejo desde cuando se acordó su creación, se habrían evitado muchos conflictos y quizás hasta se habrían logrado nuevas ideas para hacer efectiva la muy necesaria integración entre el puerto y la ciudad. Integración que, por otra parte, es lógica, pues la historia, vieja consejera, recuerda que Valparaíso nació y se desarrolló en torno puerto y las mayores inversiones realizadas en la ciudad en pasado -almacenes fiscales y molo, por ejemplo- fueron para el puerto. Y esas inversiones incentivaron el desarrollo de la ciudad y hasta su condición patrimonial.
Corresponde ahora la constitución del consejo de acuerdo a la ley y designar a sus integrantes, considerando, por cierto, a la Municipalidad, el Gobierno Regional, Intendencia, usuarios, universidades, que supuestamente tienen mucho que aportar, Armada y organizaciones vecinales. Es posible que sea necesario perfeccionar el reglamento correspondiente, persiguiendo un diálogo técnico, sin dogmatismos ni descalificaciones, que permita avanzar y poner al día la condición de Valparaíso como terminal marítimo en armonía con su desarrollo urbano y humano.
Más allá de lo anterior, ya consagrado en una ley, es pertinente considerar la representación formal de la ciudad en la directiva de la estatal Empresa Portuaria de Valparaíso (EPV).
Y para seguir soñando a partir de las buenas disposiciones conocidas en los últimos días, sería lógico que esta maltratada ciudad puerto también pudiese deslizar una discusión sobre el acceso a los ingresos que genera la actividad del terminal, lógicamente sin que ello signifique mayores costos operacionales.