Amelia Carvallo
Devolver la música a los espacios públicos, ese es el norte que declara la compositora porteña Pascuala Ilabaca en "El mito de la pérgola", su más reciente disco, una placa de 10 composiciones que ya está disponible en formato digital y con la que espera recorrer el país esta primavera. Este sexto disco de estudio tuvo colaboraciones de Nano Stern y del eximio charanguista Freddy Torrealba, así como de la pericia de los organilleros de La Fábrica de Melodías y el ritmo de Newen Afrobeat Brass.
- ¿Por qué el disco se llama "El mito de la pérgola", cuál es el significado de ese nombre?
- A raíz de todo el movimiento ciudadano que hubo en Valparaíso, y mi participación como productora de los Conciertos Ciudadanos, me di cuenta que en el centro de muchas plazas existe un espacio que es la pérgola, un sitio que espera que la ciudadanía y el arte se encuentren, si no ocurre eso, la pérgola está abandonada. El mito de la pérgola junta a la gente y el arte desde la periferia a su centro y para hacerlo carne hay que hacer un rito. Eso sería la gira nacional que queremos hacer con Fauna por todo Chile. Queremos llegar a las plazas e invitar a los patrimonios vivos de cada lugar y poder hacer un concierto en la pérgola de cada plaza, vivificando a la música local y tocando al aire libre, en la vía pública.
Arpa y organillo
El interés de Ilabaca por los tesoros humanos vivos nació cuando conoció a Alejandro González, un experto acordeonista de Toconao con quien grabó un documental. Cree además que esta itinerancia nacional nace por la necesidad de restituir la música a los espacios públicos y que ese ha sido el eje temático de su sexto disco, un trabajo que le tomó dos años de investigación y exploración de distintos ritmos que se convirtieron en 10 canciones a las que las une haber nacido en un contexto callejero.
"Hay una canción estilo mariachi, hay una milonga, un jarocho, hay música tuareg y puja de la India, la que se ocupa para una ceremonia que es cuando se esconde el sol, son todos ritmos que nacen en contextos colectivos, de compartir el arte en comunidad".
- Usaste en algunas canciones arpa y organillo, ¿cómo fue la experiencia?
- Como el disco también tiene esta cosa patrimonial quise incluir instrumentos con ese carácter, como el arpa, el organillo, incluso el bombo chinchín. Así descubrí a cultores fabulosos, como la arpista Fabiola Harper, reconocida en todo el mundo por su oficio, que ha representado a Chile en el extranjero y ha ganado concursos y quedó perfecta su interpretación junto al piano. El organillo también fue bonito porque me di cuenta que se podían hacer melodías con organillo cuando leí que un organillero había homenajeado los 50 años de Los Jaivas tocando 'Mira niñita' con su instrumento. Buscando encontré a La Fábrica de Melodías, que es de la familia Lizama que son tesoros humanos vivos por mantener ese oficio, y ellos hicieron rodillos con algunas melodías que les pasé.
La canción que emplea organillo se llama "Un ángel" y habla del encuentro fortuito con uno al doblar una esquina cualquiera, un ser celeste que "lo ha probado todo, sus alas son caviar" dice su letra, una canción mínima y delicada con solo un piano y la voz de Ilabaca, quien cree que el organillo le viene bien, "porque al igual que un ángel, la música del organillo se cuela en tu mente de manera sorpresiva y a veces la escuchas y otras veces no", dijo.
canciones tiene el sexto trabajo de estudio de Ilabaca, inspirado en las pérgolas de las plazas. 10
años de investigación histórica dieron origen a la placa, que cuenta con intérpretes patrimoniales. 2