Vivienda y Campamentos: entre lo urgente y lo importante
* Juan Pablo Urrutia /Alberto Texidó
El reciente anuncio gubernamental de un Plan Nacional de Campamentos para terminar con 68 de los 702 asentamientos informales existentes en Chile -según el estudio de Fundación TECHO-, es un innegable acierto político, dada la urgencia urbana de enfrentar y seguir resolviendo las malas condiciones de vivienda, barrio y ciudad que afectan a cientos de habitantes precariamente asentados y expuestos al riesgo, con la mayor cantidad en la Región de Valparaíso.
A pesar que la idea de terminar con los campamentos hay que celebrarla y contribuir a dicha tarea, es necesario reconocer que este tipo de déficit habitacional está lejos de ser el problema habitacional más importante. Al menos en términos cuantitativos las familias en campamentos sólo representan un 10% de todo el déficit de vivienda en Chile, mientras que el restante 90% está compuesto por hogares allegados y núcleos allegados y hacinados, además cabe considerar que las familias que están en los campamentos corresponden a un 0,7% de las familias chilenas. Sin duda es una situación grave, familias viviendo en la máxima precariedad y bajísimos estándares de habitabilidad, por lo que son el problema más dramático y por consecuencia visible ante la opinión pública.
Por esta razón es que probablemente los campamentos sigan siendo una prioridad, al nivel que su sola existencia, por muy menor que sea, justifica la creación de un Plan Nacional en los primeros 100 días del Gobierno para terminar con el 10% de estos asentamientos informales en un año, es decir el 1% del déficit habitacional nacional. Este nivel de relevancia política y presencia mediática es arriesgado en cuanto a que podría generar expectativas contrarias al objetivo mayor, que es reducir el déficit habitacional nacional. Ello se explica porque según datos de TECHO, 6 de cada 10 familias residentes en campamentos llegan a estos producto del allegamiento crítico en el cual se encontraban antes de decidir vivir en ellos, por lo tanto, según las prioridades y visibilidad que está dando el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, sería más factible acceder a una vivienda social siendo residente en un campamento a que una familia allegada en la ciudad formal. Es cierto, terminar con campamentos de esta manera es más rentable en términos políticos y mediáticos, pero desde el punto de vista técnico atiende un problema de baja magnitud y además generaría un incentivo a que sigan creciendo.
Sin embargo, es importante señalar que la vivienda irrecuperable y sobre todo los campamentos son la forma de déficit habitacional más importante a nivel regional, dado que los hogares allegados se concentran principalmente en Santiago, gravitante en los promedios nacionales. Vivir en campamentos asegura estar cerca de centralidades en ciudades como Valparaíso, Concepción y Antofagasta, no así en Santiago donde es casi imposible estar cerca de centros urbanos en un campamento. Por lo tanto, desde un punto de vista descentralizador, es una muy buena decisión dar prioridad al término de campamentos ya que enfrenta el problema habitacional más importantes de las regiones, sobre todo en aquellas donde la inmigración ha colaborado al incremento de esta manera de habitar.
En consecuencia, dado que el déficit habitacional se manifiesta de forma distinta en cada territorio, con ciudades donde los inmigrantes son los más vulnerables viviendo en campamentos, otras con geografía accidentada que eleva los riesgos para los asentamientos informales, urbes donde el principal problema son los allegados, o bien áreas urbanas con cordones pericentrales de blocks repletos de núcleos hacinados. Cada región y ciudad se caracteriza por tipos de déficit habitacional muy diferentes una de otra, lo que exige diversificar las soluciones habitacionales, no descuidar la envergadura del problema e identificar las prioridades no sólo por su urgencia o impacto político, sino que también por su magnitud y relación con cada territorio.
*Integrantes Corporación Metropolítica