Un territorio social y medioambientalmente sostenible requiere un nuevo trato entre los actores, donde la iniciativa privada juegue un rol junto a otro tipo de actores como aquellos que basan sus economías en criterios cooperativos y solidarios y un Estado que como un aliado garantiza la igualdad de condiciones y pone a disposición de todos y todas los bienes públicos para su protección y utilización para el bien común.
Hace unos días un representante de la Fundación Piensa, a través de esta misma tribuna, hace un diagnóstico de la conducción política que la alcaldía ha realizado del gobierno local. Sugiere que existirían algunos habitantes de la ciudad a los y las que llama "vándalos subnormales" que te expulsan y propone que junto a ellos y ellas, habríamos funcionarios, funcionarias y autoridades locales que nos ponemos felices cada vez que una inversión privada fracasa en la ciudad.
Más allá de su caricaturesco lenguaje, quisiera proponerle al representante de Piensa que analice las políticas que está impulsando la administración local y se dará cuenta que el proyecto de la alcaldía ciudadana ha buscado fomentar la participación de los habitantes en el ejercicio de la soberanía sobre el territorio y que no sólo tengan derecho a ello las elites de los partidos del duopolio o las empresas.
Asimismo, se ha profundizado la transparencia, apoyando el cumplimiento irrestricto de las normas legales de parte de la administración y las empresas, con el fin de evitar la corrupción. Se ha impulsado la sostenibilidad, proponiendo la rediscusión de los proyectos que llevan más de 10 años sin poder ejecutarse, pues no cuentan con factibilidad medioambiental, teniendo además siempre como horizonte la justicia social, enfrentando la desigualdad territorial y la pobreza; desconcentrando los recursos públicos y promoviendo la organización comunitaria y el cooperativismo.
Si todo ello le parece que aporta a la decadencia de la ciudad y que los proyectos privados que trasgreden las normas o no cumplen con las necesarios resguardos medioambientales son los que deben continuar llevando a la ciudad por la senda de abandono, entonces simplemente no estamos de acuerdo.
Creemos que se trata de repensar la forma en que nos hemos organizado. No se pueden esperar nuevos resultados utilizando las mismas fórmulas. Hasta hoy hemos apostado a la competencia, al éxito individual, al consumismo, a la acumulación privada de riquezas, a la venta del patrimonio público, al debilitamiento del Estado y de las organizaciones comunitarias. Los municipios deben dejar de promover lógicas de concentración de la riqueza, de privatización de los bienes públicos y de corrupción, para promover lógicas de cooperación, solidaridad, garantía de derechos comunes y desarrollo económico con justicia social y sostenibilidad ambiental.
Tania Madriaga
Secpla Municipalidad de Valparaíso