¡Grande Concepción!
*Ivan Poduje C. / Marcelo Ruiz F.
Existen muchas similitudes entre las áreas metropolitanas de Valparaíso y Concepción. Ambas bordean el millón de habitantes y compiten por ser la segunda ciudad más grande del país. Están formadas por varias comunas con centros de servicios, ciudades dormitorio y puertos relevantes conectadas por trenes urbanos y con muy buenas universidades.
Pese a ello, el Gran Concepción presenta adelantos importantes respecto al Valparaíso Metropolitano. Luego de ser seriamente afectada por el terremoto y tsunami del 27/F, logró reconstruir su infraestructura crítica en poco tiempo, aprovechando la inversión para renovar los bordes costeros de Talcahuano o Dichato, proyectar dos nuevos puentes (uno casi terminado), modernizar su aeropuerto y otro acceso a la ciudad con la concesión del antiguo camino a Cabrero. Otro avance relevante ha sido la recuperación de la ribera norte del Biobío, con un ambicioso plan que ya lleva 25 años de desarrollo que incluye parques, costaneras, viviendas sociales, centros comerciales, el nuevo edificio del Gobierno Regional y un flamante teatro que será inaugurado en los próximos meses. A esto se suma la idea de mejorar el Biotrén, con un compromiso de US$ 200 millones para adquirir nuevos trenes, reemplazar el puente ferroviario y cambiar el trazado para acercarlo a los distritos céntricos.
Por último, la comuna de Concepción tienen un centro vivo y dinámico, que compatibiliza densificación con calidad urbana, que combate con decisión el comercio informal y que hoy promueve la renovación de sus principales paseos y espacios públicos incluyendo un ambicioso proyecto para conectar el parque Ecuador con la Costanera y el nuevo Teatro Municipal de la ribera norte, aprovechando las obras del nuevo puente Chacabuco. La fama de ejecutor de Concepción se instaló a tal punto que el gobierno central tiende a frenar nuevas inversiones, pero muchas veces no puede, ya que las propuestas son muy sólidas en relación a otras regiones, así que termina ganando más recursos y proyectos.
¿Cuál es su diferencia con Valparaíso, que se ha convertido en su antítesis, en una suerte de la capital de la paralización y las ilusiones de desarrollo frustradas? Existen cuatro posibles explicaciones.
La primera es la unidad de sus elites y su capacidad para retener capital humano. La lejanía entre Concepción y Santiago incidió en la permanencia de actividad industrial relevante, manteniéndose una base económica sólida y una elite preparada, consciente de su territorio. Por ello, el penquista permanece en su ciudad y es capaz de ponerse de acuerdo con otros para empujar proyectos. Un ejemplo notable es el "Observatorio Metropolitano", liderado por el Premio Nacional de Urbanismo Sergio Baeryswil, que se ha transformado en una voz autorizada y respetada al momento de dar una opinión respecto al destino de la región. Todo lo contrario a Valparaíso, donde cada opinión es combatida por cada actor para imponer su propia visión del "Valpo que merecemos". Una segunda diferencia es no tener el Congreso, que en Valparaíso se ha transformado en un lastre que poco aporta en la ciudad, salvo por exacerbar las peleas entre conglomerados políticos, funcionar como plataforma con parlamentarios con ambiciones de escala nacional o servir de escenario para manifestaciones que terminan dañando a la ciudad. En Concepción la política tiene un rol más centrado en el desarrollo de la región, como ocurre también en Valdivia o Antofagasta. Acá en cambio parece que hay mucho que ganar o perder a nivel nacional. Muchos han entrado en esa pugna, que contrasta con las prioridades sociales de sus electores.
Otra ventaja es no tener la carga de ser la Ciudad Patrimonio de la Humanidad, un premio que cada vez más parecido a un salvavidas de plomo, ya que la protección no va acompañada de recursos y exacerba los sueños de preservación de una ciudad museo, cuyos habitantes claman por mayores oportunidades y empleos, mientras que sus inmuebles por dentro se descascaran, subdividen y rayan.
Finalmente, en cuarto lugar aparecen los reiterados casos de corrupción y nuestra tendencia a atomizar los recursos, lo cual termina mermando la confianza del gobierno central en las capacidades regionales. Un ejemplo de esto último es la Ley Espejo, donde sólo en una oportunidad su glosa fue gastada íntegramente en un proyecto relevante, como fue el mejoramiento la subida Alessandri en 2010. El Gran Concepción avanza porque no tiene temor a equivocarse. No es la ciudad que el nuevo progresismo elige para hacer de ella un experimento social de resistencia al "modelo". Tampoco siente que en su territorio se está jugando el rebaraje de la política nacional ni una gesta épica y trascendental. Por el contrario, se dedican a impulsar proyectos relevantes con alto impacto social, utilizando eficientemente los recursos del nivel central y regional. Algo en el Gran Valparaíso hemos perdido, paralizados entre tanta discusión, ambición y lamento.
*Integrantes Corporación Metropolítica