AUTOMATIZACIÓN DEL MERCADO LABORAL
FUTURO. Los riesgos y oportunidades que debe enfrentar la fuerza laboral chilena.
La automatización laboral corresponde esencialmente a un fenómeno en el que un ser humano es reemplazado por elementos tecnológicos en un proceso productivo.
El objetivo de esto es aumentar la eficiencia en la producción y se puede interpretar de dos formas básicas: reducir los costos de producción o aumentar la cantidad producida dado los mismos insumos.
El objetivo no es la eliminación del ser humano, aunque eso puede suceder dependiendo del tipo de actividad económica. Un clásico es la automatización en la industria manufacturera, donde se pueden ver robots en líneas de ensamble que antes eran ocupadas por personas.
Complemento
Nótese que la automatización no se trata sólo de máquinas, sino que también de software y programas que pueden hacer tareas repetitivas mucho más rápido que una persona, liberando las horas-persona para actividades más complejas e importantes. Por ejemplo, el envío de emails puede ser efectuado a través de distintas plataformas que pueden personalizar el mensaje con un código de fuente de un programa de pocas líneas.
Dicho esto, podemos ver que el uso de herramientas tecnológicas avanzadas no es necesariamente un sustituto del ser humano, sino que puede ser un complemento. Parafraseando a David Autor, economista del MIT, la automatización efectivamente sustituye el trabajo humano, lo que sucede como consecuencia de la búsqueda de mayor eficiencia.
No obstante, la automatización también complementa la fuerza laboral, aumenta la producción en formas que llevan a una mayor demanda por trabajadores e interactúa con ajustes en la oferta de trabajo. Esto significa que si se hacen los ajustes correctos en el mercado laboral, este fenómeno tecnológico puede transformarse en una oportunidad para mejores empleos y mayor generación de bienes y servicios. Expresado en términos sencillos, un aumento en el bienestar de la sociedad.
El miedo al desempleo
Un estudio realizado por McKinsey & Co. estima que para el 2030, la automatización podría reemplazar hasta el 30% de los empleos, lo que significaría que alrededor de 400 millones de personas podrían ser desplazadas de sus trabajos mundialmente. En Chile, la proyección apunta a un 11% de las ocupaciones, estando bajo el promedio de la muestra conformada por economías desarrolladas y emergentes.
Si bien el número es menor a otros países, esto es igualmente preocupante. De acuerdo a un estudio de la consultora estadounidense Mercer, experta en recursos humanos, los más afectados en Chile serían las personas entre 50 y 64 años. Estos trabajadores tendrían un riesgo del 63% de ser reemplazados por el avance tecnológico.
Esta situación agregaría otra capa de complejidad al tema de las pensiones en el país, dado lo difícil de encontrar trabajo después de los 50 años. En otras palabras, si la persona es reemplazada por un robot o por un programa a esa edad, sus posibilidades de reinsertarse en el mundo laboral son bastante escasas, lo que repercutiría en el monto de su pensión. Pensiones que en Chile ya son bajas y que tienen a todos los sectores políticos discutiendo una reforma que solucione el problema de manera sostenible y responsable.
Lo QUE CHILE NECESITA
En los últimos años se han realizado reformas laborales que más bien deberían llamarse reformas sindicales, pues han mirado el problema sólo desde una óptica de poder relativo entre empleador-empleado. La relación de poder es importante, sin duda alguna, pero no es la única variable a tener en consideración.
Una buena reforma debe enfrentar la liberalización comercial, el outsourcing y la revolución tecnológica. Los países que están abordando exitosamente este proceso de transformación del mundo del trabajo comparten algunas características claves. Uno de ellos es que tienen sistemas educativos que satisfacen las necesidades de la economía.
En este sentido, se han implementado algunos observatorios laborales recientemente con el objeto de hacer coincidir demanda de trabajadores con oferta educacional de universidades, CFT e institutos profesionales.
Flexibilidad
Otro elemento crucial es permitir mayor flexibilidad, movilidad y espíritu empresarial, acoplado con una mayor conexión entre las empresas, el gobierno y las instituciones de educación superior. Tres países interesantes de observar para futuras reformas son: Suiza, Singapur e Inglaterra.
La tecnología y la hiperconectividad han cambiado la naturaleza de los empleos. Una mayor flexibilidad laboral, con mayor colaboración entre organizaciones y una mayor horizontalidad interna de las empresas, son las ideas fuerza que debe tener una gran reforma laboral para conseguir una sociedad más próspera y más equitativa.