Durante su primer gobierno el Presidente Sebastián Piñera se jugó a fondo, con medios materiales y capital político, en el rescate de los 33 mineros atrapados cientos de metros bajo tierra en la mina San José. Fueron días tensos entre agosto y octubre de 2010 en que la arriesgada operación, de vida o muerte, logró éxito. Las tensas faenas concentraron la emoción global y un suspiro de alivio recorrió el mundo cuando todos los mineros pudieron ver nuevamente la luz.
La tarea fue el resultado de eficiencia y compromiso ante un desafío sin precedentes.
Hoy, en este segundo gobierno del Presidente Piñera, aparece otro reto: el rescate de cientos, de miles de personas atrapadas no bajo tierra, pero sí bajo una atmósfera cargada de elementos nocivos que dañan la salud de grandes y chicos y que muchas veces conducen a un lugar donde no hay posibilidades de retorno.
¿Mostrará ahora el Presidente de la República, su Gobierno y su administración, la misma eficiencia y compromiso que se aplicó en el rescate de la mina San José? El desafío es más sutil. Hay muchos factores en juego, mucho tiempo perdido y muchos intereses comprometidos, entre ellos, el más importante, la vida humana.
La crisis ambiental presente en el área de Quintero-Puchuncaví ha sido reiteradamente denunciada y las soluciones aplicadas, derechamente, fracasan. Mediciones, números más números menos, multas y promesas no dan resultado.
Han llegado ministros y funcionarios con casacas azules -así se nota la presencia oficial en las imágenes de TV- y se anuncia un plan de descontaminación para fines de año.
La gente, cansada, afectada físicamente, no cree mucho y los parlamentarios de aquí y allá compiten en soluciones.
Se buscan culpables entre 19 sospechosos estatales y privados, algunos con malos antecedentes, pues sus huellas digitales aparecen en el cielo, el mar, la tierra, la flora, los animales y, lo peor, en seres humanos.
Se trata de otro rescate en la agenda presidencial. Ineludible, caiga quien caiga. Aquí no aparecerá el mediático papelito desde las entrañas de la tierra que daba cuenta de la supervivencia de los 33.
Aquí, en el área de Quintero-Puchuncaví, lo que debe aparecer, mejor, reaparecer, lo que se debe rescatar para miles de personas es ese "cielo azulado" y ese "mar que tranquilo te baña" de que hablan nuestra Canción Nacional.
Y esos conceptos del himno suponen cielos, mar y tierra libres de contaminación en beneficio de esos chilenos por décadas atrapados y torturados por fuerzas nocivas que deben ser identificadas y sancionadas.