La aprobación unánime que logró el jueves el proyecto de ampliación del frente portuario de Valparaíso, conocido como Terminal 2, T2, no significa que las obras se acometerán mañana. Quedan muchas millas por navegar. Hay un plazo de 90 días para que los opositores a la iniciativa planteen sus objeciones o rechazos, ya sea por la vía administrativa o por la judicial.
Así, esta propuesta aprobada por la Comisión de Evaluación Ambiental, que tiene un camino recorrido de cinco años desde que se entregó la concesión a sus eventuales ejecutores, podría seguir en el limbo e incluso queda en nada, dice Gonzalo Ilabaca, vocero del grupo La Matriz, opositor a la iniciativa. Esto, debido a que la empresa TCVAL, titular de la concesión, no lograría recuperar su inversión, US$ 500 millones, debido a supuestas condiciones adversas que enfrenta la iniciativa.
En la Municipalidad misma hay posiciones divididas frente al nuevo terminal, pero quienes dan un apoyo cerrado son los gremios portuarios y desde el mundo oficial la última aprobación también logra una ovación.
Los opositores hablan de amenaza al medioambiente y al patrimonio e incluso a la salud de los porteños, cuestión sensible en estos días por el drama de Quintero-Puchuncaví, argumento del cual no conviene abusar por respeto precisamente a los habitantes de esa castigada zona.
Haciendo abstracción de dudas y amenazas el proyecto es atractivo: una extensión del terminal en 785 metros con un nuevo frente de atraque de 18,1 hectáreas, 15,1 ganadas al mar; la creación de 20 mil puestos de trabajo directos o asociados; el aumento al doble de la capacidad de transferencia de carga de Valparaíso; y la realización de diversas obras de mitigación y compensación al interior de la ciudad.
Para Raúl Celis, presidente de la estatal Empresa Puerto de Valparaíso, dueña de todo el terminal local, el proyecto es "decisivo para el futuro de la ciudad", pero con realismo reconoce que la judicialización "es parte de las reglas del juego". Por su lado, el concejal Daniel Morales califica el proyecto como "un tremendo elefante en el centro de la ciudad" y afirma que hay mejores proyectos para la expansión portuaria.
Lo concreto en el momento es que hay avances, pero quedan "una teclas", palabras de Álvaro Espinosa, gerente general de TCVAL. Es cierto, pues aparecerán los anunciados recursos y mientras el tiempo pasa aparecen también nuevos factores como el crecimiento de otros terminales, nacionales o extranjeros, y las variables fluctuaciones del tráfico marítimo internacional condicionado por decisiones, a veces temperamentales y sorprendentes, de los gigantes de la economía mundial. Y ese es el oleaje tormentoso, impredecible, que enfrenta el Terminal 2 del puerto de Valparaíso.