Se ha transformado casi en un lugar común plantear que Chile y otros países democráticos y estables deben salirse de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Las razones son variadas desde la "proliferación" de organismos y que bastaría con la OEA, que UNASUR fue creada por Hugo Chávez y Lula Da Silva, respondiendo a las visiones que representan actualmente al Presidente Maduro. Otros agregan que el hecho de que los Estados miembros no hayan podido ponerse de acuerdo en un Secretario General significaría lo inefectivo del organismo: en realidad es sólo un desafío a la capacidad de los países para velar por sus propios intereses.
Durante dos siglos, América Latina no ha podido influir en el mundo de acuerdo a su territorio, población y nivel económico y cultural. La idea de Simón Bolívar de una gran confederación chocó con la desconfianza frente a nuestras posibilidades de alcanzar solos nuestra propia estabilidad.
Sin embargo, la suma de décadas sin instituciones propiamente latinoamericanas sólo sirvió para que las repúblicas no adquirieran nunca el peso colectivo en el sistema internacional. Somos en muchos aspectos alrededor del 10% del sistema internacional y no participamos en las grandes decisiones.
El no tener un sistema político fuerte, propiamente latinoamericano como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), antes de su grave crisis lo era UNASUR, incrementa la asimetría de poder con la gran potencia mundial que es nuestra vecina, lo que incluso afectará para avanzar hacia un diálogo más igualitario.
En los primeros años de funcionamiento de UNASUR, el bloque fue capaz de instalar una decena de consejos suramericanos en diversas áreas de desarrollo social, defensa y desastres naturales, en los que se avanzó en la coordinación de políticas, temas que indudablemente favorecen la identificación de áreas de cooperación.
¿Gana algo Chile si UNASUR se hunde? Nada, pues los demás esquemas multilaterales seguirán existiendo, pero en lo propiamente político latinoamericano, que ha sido lo esquivo, seguirá siendo muy débil. Lo relativo a la proliferación de organismos no es un real problema: son los Estados y sus gobiernos los que soberanamente deciden qué problemas llevar para su tratamiento y a qué organismo.
Colombia anunció que se saldrá de la Unión. Sin ir más lejos, cuando el anterior gobierno colombiano buscó una sede para llevar adelante el proceso final de conversaciones con las FARC se pronunció por Cuba, un país de la CELAC, como lugar de encuentro. Cuba tiene muchas diferencias con los países del Grupo de Lima, pero en política internacional latinoamericana puede aportar. Ese tipo de razones se aplican también a mi juicio a UNASUR.
A nosotros nos conviene su existencia, pues nos permite operar más efectivamente en un subcontinente enorme, en el que siempre hemos tenido gravitación y relaciones complejas con los vecinos.
Raúl Allard Neumann
Director del Magíster en Relaciones Internacionales PUCV