Francisco Meneses V.
Si bien había dejado Chile con dos años de edad, la relación de Shantal Amatti con nuestro país se hizo fuerte cada vez que su padre, el recordado delantero, Víctor Hugo Amatti, ídolo consular en varios clubes chilenos y protagonista de dos ascensos con Santiago Wanderers (1989 y 1995), le contaba sus recuerdos en pastos nacionales desde el hogar familiar en Paraná.
"Cuando vino a la despedida de (Jorge) Ormeño le dije 'papá, llévame'. Ahí me trajo, quedé enamorada, y le dije 'papá, me quiero venir a Chile'. Después me llamaron, me ofrecieron jugar y acá estoy", comenta la joven de 26 años, basquetbolista de New Crusaders, estudiante de ingeniería comercial y que también se dedica al modelaje.
- ¿Cuándo empezó tu camino en el deporte?
- Empezó de chica, cuando tenía 9 a 10 años, en verdad hice todos los deportes habidos y por haber, así que era medio insoportable en mi casa. Mis padres, que eran deportistas, siempre me inculcaron el deporte, así que ya de chiquita lo llevaba en la sangre, no podía vivir sin el deporte. Hasta hoy no puedo vivir sin el deporte.
- ¿Cuál fue la primera disciplina que practicaste?
- De lo que me acuerdo, hice gimnasia artística y natación. De chica empecé a nadar, por problemas respiratorios y después me gustó y lo hice hasta los 12 años, junto con gimnasia artística; hacía las dos cosas a la vez.
- ¿Jugaste fútbol en algún momento?
- Ahora de grande, más o menos. Todo el mundo me invita a jugar fútbol pensando que sé, porque mi hermano y mi papá son futbolistas, pero no me he metido mucho, más que nada por las lesiones, como estoy muy adentro en el básquet, por ahí me da miedo. En el verano y cuando estoy sin básquet, me meto en el fútbol. Me meto en todos los deportes en verdad.
- ¿Y en el básquetbol, cuándo empezaste?
- Empecé a los diez años, porque mi mamá es basquetbolista. Siempre la iba a ver de chica y yo estaba jugando con la pelotita, hasta que me metí y le dije 'mamá quiero jugar', pero eso fue de grande. Fui una de las jugadoras más grandes, porque siempre mis amigas empezaron desde chicas.
- ¿Cuándo llegaste al New Crusaders?
- Llegué hace un año y medio. Desde que empecé acá conocí a Mario (Pizarro), que es el presidente del New, que sin conocerme me abrió las puertas de su club y estoy más que agradecida con él. Siento que el New es mi segunda casa, me siento querida ahí, no me siento sola, Mario siempre está ahí si necesito algo tanto dentro como fuera de la cancha y se ha portado un 10 conmigo.
- ¿Cómo es la relación con tus compañeras de equipo?
- Al principio costó un poco, pero obviamente cuando te encuentras con otros deportistas, es más fácil la charla. He estado en varios equipos de básquet y me apego fácil a la gente. De hecho, una de mis mejores amigas hoy es una de las jugadoras del New. El New es como mi familia, la gente es muy buena, las jugadoras se nota que tienen valores, que vienen de familias buenas y además también son de Wanderers la mayoría, así que nada que decir.
Verde legado
- Llegaste a un equipo que es decano en el básquet de la zona, que usa su vestuario de color verde y llevas el apellido de uno de los referentes de Santiago Wanderers, el decano del fútbol que usa el color verde. ¿Cómo sientes esa situación?
- Para mí es un orgullo tener mi apellido, representar en estos momentos a mi papá. Él está más que feliz, cada vez que viene acá no se quiere volver. Una siente el cariño que le tienen a mi papá aquí en Valparaíso. Como jugadora y deportista, representarlo con el mismo color, para mí es algo que va por dentro. Le dije a mi papá que si Wanderers tuviera básquet, iría a Wanderers, pero el New es uno de los referentes, así que yo estoy más que feliz en ese lugar, orgullosa de como me trataron y de defender esos colores, que son parecidos a los de Wanderers. Una de las cosas que me enseñó mi viejo fue que la camiseta que me ponga hay que transpirarla y esos valores hasta el día de hoy los sigo. Creo que nunca voy a llegar a hacer lo que hizo mi viejo, pero trato de hacer un poco lo que él me enseñó.
- ¿Qué te comentaba tu papá de Valparaíso en sus tiempos de jugador aquí en Wanderers?
- Desde chiquita siempre me sentaba a escuchar a mi papá hablar sobre Valparaíso, Wanderers y sus historias como deportista. Me decía que la gente era muy amable, luchadora, que siempre te alentaba, que a uno le daban ganas de jugar y si tenían que tirarse tres veces, se tiraba al suelo tres veces, porque la vibra que le transmitía la gente era increíble.
- El ejemplo de tu papá te inspira para entrenar, para jugar.
- Primero me parecía como un peso, yo decía 'voy a tener que ir y demostrar que de verdad juego', porque algunos me iban a ver porque era nueva, de Argentina y otros me iban a ver porque era 'hija de'. Fue un pensamiento que me duró un mes, mi papá siempre me inculcó los valores en el deporte, me decía 'si vas a jugar, tenés que entrenar, ser responsable, entrenar todas las veces que puedas'. Mis horarios siempre se complementan con el estudio, no puedo dejar uno por otro, pero siempre trato de entrenar y mi papá siempre me inspiró a que el deporte me abra muchas puertas.
- Cuando conversas con tu papá de tu presente aquí en Valparaíso, ¿qué te dice?
- Cuando él viene no se quiere volver, es tanto el cariño que siente que piensa '¿y si vuelvo a Chile?', siempre está esa puerta abierta y no sabe que hacer. Ahora que estoy acá es otro llamado para que mi papá venga y cada vez que viene, siempre le agradezco a la gente por recibirlo, hacerlo sentir querido y es algo lindo para mí ver como lo quieren. A mí me encanta Valparaíso y mi papá me lo dijo antes de venirme, y todos los días le digo 'papá, sabes que tienes razón'.