En la vida podemos tomar buenas o malas decisiones, seguir el curso más tradicional de las cosas o de un momento a otro cambiar de rumbo. Es nuestra elección, nuestra libertad. Por eso, cada vez que vemos a personas viviendo en la calle no podemos desconocer esa intrincada red de acontecimientos en la existencia de un ser humano que podrían haber marcado el camino; familias disfuncionales, agresiones o abusos, problemas de pareja o incapacidad para lidiar con las adicciones.
Por lo mismo, el sentimiento de solidaridad debe guiarnos e inducirnos a involucrarnos mucho más, a entender y a sostener a quienes no han tenido la misma suerte que nosotros. Así al menos se entiende en el Ministerio de Desarrollo Social, que implementa el hermoso programa Noche Digna para acompañar, atender y recuperar a personas en situación de calle. Varios de estos dispositivos funcionan durante todo el año, pero sin duda el más conocido es el Plan Invierno, pensado en evitar que gente muera de frío en las calles.
Este Plan dispone en la Región de 7 albergues y 10 rutas sociales, además de rutas de atención médica en terreno. Se entrega alimentación caliente y ropa de abrigo, pero también una palabra de aliento y compañía, aspectos esenciales en la tarea de contención, comprensión y recuperación.
Desde que se inició el segundo gobierno del Presidente Sebastián Piñera hasta ahora se sacaron varias conclusiones: estos dispositivos no alcanzan a cubrir toda la demanda en los meses de invierno y, las personas en situación de calle nunca habían sido consideradas en los planes de contingencia para las emergencias climáticas.
En respuesta a esto nació el Código Azul, innovadora estrategia social que llegó para reforzar los dispositivos de atención de las personas en situación de calle, con refugios especiales y rutas sociales, un mayor número de camas, insumos y materiales. Es así como en nuestra Región dos de estos cuatro refugios fueron activados (San Antonio y San Felipe), duplicando la oferta social.
Pero lo más meritorio de este Código Azul es que más allá del rol que juega la iniciativa estatal, se ha concitado el apoyo de diferentes entidades colaboradoras, como las Fuerzas Armadas, iglesias, organizaciones civiles y el mundo empresarial, que no ha dudado en sumarse a esta causa. Cencosud, la Empresa Portuaria Valparaíso, Textiles Zahr, la Cámara Chilena de la Construcción, Ultraport y Cygnus han sido un ejemplo local de esto.
Todo indica que se entendió al fin que es la sociedad en su conjunto la llamada a dar apoyo a quienes más lo necesitan y que no es exclusiva responsabilidad del Estado. Hemos extendido nuestra mesa y hemos asumido la solidaridad como un lenguaje traducido en un código que se descifra de manera sencilla y en letras azules: amor al prójimo.
Ricardo Figueroa Ayala
Seremi de Desarrollo Social