Diamela, la quinta mujer del Premio Nacional
El reconocimiento a Diamela Eltit marca un nuevo hito para la producción de escritoras chilenas de la generación del ochenta.
Treinta y cinco años de publicaciones suma Diamela Eltit (69). El viernes de la semana pasada fue reconocida con el hito máximo de las letras nacionales: el Premio Nacional de Literatura 2018.
La autora comenzó a publicar en la década de los ochenta, en un tiempo en que su escritura estaba en paralelo con acciones de arte político del Colectivo CADA, en el que compartía con otro galardonado, el poeta Raúl Zurita. La palabra no parecía bastar para contener su obra, que enfrentó una recepción favorable pero adusta por su complejidad.
Si Isabel Allende, la última mujer en obtener el máximo galardón, representaba a una multitud de lectores, Diamela Eltit marca un camino de la literatura como arte, ambiciosa en su estilo. Todo, desde "Lumpérica" (del Ornitorrinco, 1983).
El crítico literario Ignacio Valente partía su revisión en El Mercurio así: "Hace tiempo no leía una novela tan compleja como Lumpérica". Y la reconocía como "una enigmática novela experimental". Parte de lo que también reconocía en el debut de Eltit apelaba al cuerpo de la mujer, vinculado al feminismo.
Eltit fue una vanguardia de esa posición, la que hoy la tiene como referente. Fue organizadora del Congreso Internacional de Literatura Femenina Latinoamericana en 1987, además de influencia fundamental y formadora de una importante promoción de escritoras hoy en plena producción (Nona Fernández, Paula Ilabaca y Lina Meruane, entre otras). Lleva treinta años realizando talleres literarios.
En adelante publica tanto novelas como libros de no ficción. Va armando una escritura que siempre está en los bordes, que incluso confunde los límites. Así pasó con "Puño y letra" (Seix Barral, 2006), que la editorial presentó como novela, pero que Eltit reconoce con el trasfondo documental del caso de Carlos Prats; o "Dos guiones" (Sangría, 2017), textos dramatúrgicos que derivan en la base de videoarte de una sus socias en el CADA, Lotty Rosenfeld.
Cinco mujeres
El Premio Nacional de Literatura es una cima que responde a un trayecto. Un hito relevante fue el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso el 2010, que se suma a otras distinciones a sus novelas: "Los vigilantes" (Premio José Nuez Martín, 1995), "Impuesto a la carne" (Finalista Premio hispanoamericano Rómulo Gallegos) y "Fuerzas especiales" (Premio Altazor 2014). La producción no se detiene: este año publicó "Sumar" (Seix Barral).
Fuera de la narrativa Eltit también ha obtenido reconocimientos. "Réplicas. Escritos sobre literatura, arte y política", su última compilación, obtuvo el Premio Municipal de Literatura de Santiago 2017. Esta escritura no ficcional fue cultivada en paralelo, anotando hitos como "Padre mío", en el que registra el testimonio de un esquizofrénico de los márgenes de Santiago a finales de los ochenta. Próximamente será reeditado "Crónica del sufragio femenino en Chile" (Libros del Cardo).
Quizá uno de los mayores reconocimientos a su trabajo es estar en el lugar donde recibió la noticia del Premio Nacional. Hace ya algunos años Eltit es una de las escritoras docentes de la Universidad de Nueva York, en su programa de Maestría de Escritura Creativa en Español, junto a una verdadera élite de alumnos hispanohablantes. La ceremonia de entrega del reconocimiento esperará hasta diciembre, a su regreso a Chile.
El premio fue celebrado transversalmente en la literatura chilena tras varias decisiones polémicas. Uno de los hitos fue que Diamela Eltit decidió no hacer campaña. Sólo algunos escritores grabaron videos de apoyo que se acopiaron en Facebook. Fue la primera vez que el tradicional reconocimiento (decidido entre cuatro paredes) está en sintonía con la tendencia de las redes sociales. Esta decisión, suma una pluma femenina al Premio Nacional: entre los 54 premiados desde 1942 sólo lo han recibido 5 mujeres.
Otro apoyo importante que recibió la escritora fue el de las universidades a las que está vinculada. Una de ellas, la Universidad Católica, de la que se tituló como Profesora de Estado con mención en Castellano en 1971. También la UMCE, en la que lleva treinta años de docencia. Económicamente significativo, el Premio Nacional significa 20 millones de pesos y un pago mensual de 940 mil pesos.
-¿Cómo escribe, cuando escribe?
-Escribo en cualquier lugar, tengo mi computador portátil que lo traslado para todos lados. Tomó café. Bastante.
-¿Cómo entran las historias a su cabeza antes de ir al papel?
-Surge una idea vaga, una imagen, algo así, pero en general la novela emerge en la página misma, de una en otra. No tengo un argumento previo, es complicada mi forma de trabajo pero también estimulante porque nunca sé que va a suceder.
-¿Quién diría que la hizo escritora?
-No lo sé bien, seguramente muchos factores. Lo que sí es claro fue que leí mucho y eso generó en mí la necesidad de escribir.
-Cómo era el barrio donde se crió. Cómo era su madre y su abuela. Qué cosa extra-literaria cree que la nutrió.
-Mi madre era secretaria y administradora de una fábrica de ropa de trabajo. Mi abuela, dueña de casa. Las dos me empujaron de manera crucial a tener como objetivo la Universidad. Vivíamos como vivíamos con el sueldo de mi madre que a mí me bastaba y me sobraba. Mi madre era comunista.
-¿Qué sintió en los 10 primeros minutos de ganar el Premio Nacional?
-Pensé que había obtenido el premio Nacional de Literatura. Lo obtuve, pensé. Fueron largos años de trabajo, de perseverancia y de resistencia y de contar con amigas y amigos que fueron generosos y apoyadores. La fuerza del amor por mis hijos. También pienso en Jorge Arrate como compañero de una solidaridad a toda prueba.
-¿Con quién celebró y cómo?
-Con los jóvenes escritores que estudian conmigo en la Universidad de Nueva York, hay algunos chilenos pero la mayoría provienen de España, Colombia, Ecuador, Puerto Rico, Perú, Bolivia, Cuba. Ellos me sorprendieron con una inesperada celebración, son geniales.
-¿Qué cree que representa su escritura en el Chile de los ochenta? ¿Cómo vivió esa etapa del país? ¿Cómo la trizó?
-Los ochenta fueron años productivos para la cultura alternativa. Por la resistencia, la búsqueda, la rebeldía, en esos años más que siniestros de la dictadura pinochetista.
-Pocas escritoras han ganado el Premio Nacional. ¿Qué cree que pasará con las próximas generaciones? ¿Qué mujeres de la nueva camada destacarías?
-Hay un grupo numerosos de escritoras equivalente al número de escritores. La mayoría de ellas cuenta con libros importantes, son mujeres pensantes que conocen perfectamente la palabra discriminación y no la van a permitir. Habrá, pienso, una mayor equidad. Chile es uno de los países socialmente más desiguales del mundo.
-¿Sigue con otra temporada en Nueva York o el Premio implica algún nuevo plan?
-Todo sigue igual para mí.
-¿Está escribiendo algo en este momento?
-Sí, pero no ficción.
-Su archivo está en Estados Unidos. ¿Qué podríamos ver en sus libretas o cuadernos si tuviéramos acceso a ellos?
-Borradores, manuscritos y cuentas de luz, agua y gas.
-¿Qué consejos le daría a un joven escritor o a alguien que sueña con serlo?
-Que escriba.
"Chile es uno de los países socialmente más desiguales del mundo", dice la escritora y académica diamela Eltit.
Por Cristóbal Gaete
Alfonso G. Ramírez