No solo los hábitos de higiene, los componentes socioeconómicos, el nivel de acceso y la amplitud de la cobertura inciden en la salud bucal de la población. Cada vez es más relevante la calidad de la atención que las personas reciben y que según dan cuenta diversos estudios nacionales e internacionales es un factor que resulta determinante para que éstas decidan acudir al dentista en forma oportuna y con cierta periodicidad.
En efecto, un informe elaborado por el Colegio de Cirujano Dentistas reveló que el 15% de las mujeres y los hombres chilenos que ostentan un título profesional admite no haber visitado nunca al odontólogo o no haberlo hecho en los últimos cinco años, porcentaje que sube al 28% entre quienes solo tiene un diploma de educación media y al 45% entre quienes no terminaron sus estudios secundarios.
Entre las principales razones que todos ellos esgrimieron para justificar su decisión -independiente de si están adscritos al sistema de salud público o al privado- figuran la demora en encontrar una hora, el elevado costo de las prestaciones y la mala atención que reciben (percepción basada en malas experiencias pasadas o en testimonios recientes aportados por amigos y familiares), las cuales fueron mencionadas de manera efectiva por siete de cada diez consultados.
Implicancias
Esta situación ha incrementado en la actualidad la preocupación entre los especialistas por cumplir con las características y condiciones que debería tener toda atención dental segura, integral y de calidad, lo que entre otras cosas involucra el respeto a la dignidad del paciente, el acceso garantizado y continuo a profesionales competentes, una gestión clínica óptima, seguridad en equipamiento, buenas instalaciones y servicios de apoyo.
Para la cirujano-dentista Solange Baeza Vallejos, docente de la Facultad de Odontología de la Universidad de Valparaíso, este énfasis apunta -en esencia- a respetar las normas y los estándares establecidos por las instancias competentes para asegurar el correcto ejercicio profesional.
"La odontología de calidad busca, en primer término, entregar al paciente la información detallada del tratamiento requerido y de las expectativas reales del resultado, sobre todo cuando existe un compromiso estético. Además, implica brindarle a este último el confort necesario en la atención, asegurándole un buen manejo del control del dolor y la ansiedad, y educarlo para que él pueda realizar cambios de conducta o de hábitos que lo lleven a tener una mejor salud oral", explica la especialista en Cirugía y Traumatología Oral y Maxilofacial
Bioseguridad
Otro aspecto asociado a la odontología de calidad es el de la bioseguridad, que refiere tanto a la necesidad de que durante la atención dental se cumplan los protocolos destinados a evitar la transmisión de enfermedades o infecciones durante una consulta, como, asimismo, a la eliminación de los desechos contaminados o tóxicos que genere un procedimiento, contribuyendo de paso a mantener limpio el medio ambiente.
En esa línea, cabe consignar que el Ministerio de Salud exige que las acciones odontológicas que se practiquen en un pabellón cumplan con todas las normativas y una serie de condiciones de infraestructura, como tener pisos y paredes lavables, iluminación adecuada, flujo de aire permanente, sistemas de esterilización y equipos para paro cardio-respiratorio, entre otras cosas.
Por ese motivo, las clínicas dentales o unidades odontológicas de media y alta complejidad solo pueden operar tras obtener la resolución sanitaria correspondiente y los profesionales que en ellas ejercen labores deben estar registrados en la Superintendencia de Salud en calidad de odontólogo general o de especialista.
"En mi opinión, lo más importante en esta materia es que las instalaciones clínicas cuenten con el personal idóneo. Es decir, profesionales acreditados como prestadores calificados", precisa Solange Baeza, quien además es directora técnica del pabellón de cirugía ambulatoria de la Facultad de Odontología de la UV.
Garantías específicas
Si bien las condiciones mencionadas apelan a aspectos universales que son exigibles para cualquier actividad odontológica de mediana o alta complejidad, la aplicación de este tipo de pautas se torna crítica en procedimientos que son propiamente quirúrgicos o que involucran trabajo directo con tejidos blandos y duros, lo que conlleva para el dentista contacto directo con sangre y manipulación de cavidades estériles.
Al punto que, en especialidades específicas -cirugía, traumatología oral y maxilofacial, periodoncia e implantología- es obligatorio disponer de un pabellón quirúrgico, ya que se trata de prácticas que no pueden ser realizadas en sillones dentales donde se realizan procedimientos odontológicos más simples o habituales.
"Estas disposiciones adquirieron una importancia mayor con la aparición de enfermedades que se contagian por sangre, como el VIH-Sida y la hepatitis B. Antes el uso de guantes, mascarillas o protección ocular no era obligatorio, pero hoy es inconcebible que un dentista atienda sin estos accesorios. Si no es así, el paciente debe exigirle al profesional que los use", acota la doctora Baeza.