"Lo que ocurre en los estadios no se inicia ni se termina en los estadios"
"El estadio se ha transformado en una catedral donde bandas criminales, organizaciones delictuales, peregrinan para disputar ahí, a vista y paciencia del público, el poder territorial que tienen en poblaciones, calles, pasajes y algunos sectores de la ciudad".
Así de categórico es el diagnóstico que realiza del fenómeno de la violencia en el fútbol el cientista político Eduardo Vergara, excoordinador de Estadio Seguro y exjefe nacional de Seguridad Pública del Ministerio del Interior durante el anterior gobierno.
Según el profesional, quien hoy dirige el centro de investigación Laboratorio de Seguridad, los incidentes ocurridos en el partido entre Wanderers y Cobresal en Playa Ancha obedecen a un patrón predecible para este fenómeno social: "La mayoría de los incidentes están asociados a luchas internas dentro de las mismas barras, más que entre barras de equipos adversarios".
"Los hechos de violencia en el estadio de Playa Ancha no son algo nuevo, es impresentable que sigan ocurriendo, teniendo en cuenta lo que pasó hace unos años en el partido de Wanderers con Colo Colo. No hay políticas ni medidas de fondo. Sabemos que hay conflictos internos en la barra de Wanderers, pero también sabemos que hay conflictos sociales relacionados con la delincuencia que se terminan llevando al estadio. Lo que ocurre en los estadios no se inicia ni se termina en los estadios, son fenómenos sociales que se relacionan a la delincuencia, pero sobre todo a las disputas de poder", expone Vergara.
- Cómo caracterizaría a la barra wanderina.
- Creo que la barra de Wanderers no es diferente a la barra de cualquier equipo del fútbol nacional, lo que ocurre es que sí hay células dentro de ella, minorías, que extrapolan conflictos asociados a la delincuencia que tienen fuera del estadio, eso hace que la barra wanderina esté en la categoría de las más violentas. Es comparable con las barras de la Universidad de Chile, Colo Colo y Universidad Católica, la podemos poner entre las que generan más conflicto, más violencia, y que también le generan más daño al fútbol nacional.
- ¿Tiene que ver en la violencia en el estadio los niveles de pobreza y marginación social que existen en Valparaíso?
- Valparaíso tiene características particulares, y lo que vemos en Santiago Wanderers y todos los equipos es que reflejan la diversidad del país, y eso tiene relación con sus bondades y sus problemas. Valparaíso tiene presencia de problemas sociales y de violencia, como también algunas comunas de Santiago, por eso es inevitable que los equipos que los representan reflejen eso. Además, en Valparaíso la delincuencia y la violencia está alojada en sectores geográficamente aislados, hace cuatro años se hizo un escándalo cuando acuchillaron a una persona cerca del Congreso, siendo que en algunos sectores de cerros de la ciudad hemos visto de manera histórica niveles de inseguridad y violencia. Cuando llevas esa violencia a la palestra pública se genera una sensación de que estamos en problemas, pero estos problemas han ocurrido siempre. Además el rol del club en todo esto tiene relación con la conducción política que puede dar la autoridad, en este caso la gobernación y la intendencia, que son quienes autorizan los espectáculos de fútbol profesional. Creo que ahí también hay una carencia en la forma en que se ha llevado este fenómeno, porque sabemos que el potencial de conflictividad que tiene la barra de Wanderers es latente, entonces uno se pregunta por qué la autoridad no ha exigido al club.
- Usted habla de la autoridad regional, y en ese aspecto se pasó de una doctrina muy restrictiva para el fútbol por parte del gobierno anterior a una más dialogante con la actual gobernadora. ¿Influyó ese cambio en lo que pasó el domingo en Playa Ancha?
- No hay que confundir la forma en que se enfrenta la autorización de los eventos deportivos con hacer vista gorda. Lo que ha habido en Valparaíso, más allá del gobierno, es una progresión positiva. El problema es que no es suficiente, pero sí ha mejorado mucho el rol que ejerce el club y las condiciones del estadio, que ha sido anfitrión de partidos internacionales. Estoy convencido que la forma en que abordamos los partidos de fútbol profesional tiene que ir evolucionando desde la prohibición hacia la regulación, tenemos que trabajar para llevar más gente a los estadios, no por dejar más gente fuera de los estadios. Estos no son procesos que se logran de la noche a la mañana, sino que requieren procesos, y Wanderers junto con la ciudad han sido parte de este proceso. Cuando el club deportivo no hace un buen trabajo en seguridad, cuando la autoridad no hace un buen trabajo en fiscalización, lo que ocurre es que tenemos que pedirle a Carabineros que tenga mayor presencia en el estadio. El problema es que para tener más policías resguardando una actividad privada que genera millones en ingresos, tenemos que sacarlos de los cerros de Valparaíso. La discusión debe ser dónde es mayor el retorno social que tiene la presencia de carabineros, haciendo su trabajo en las poblaciones o resguardando un evento privado.
- ¿Cree que la sociedad anónima wanderina ha fallado en términos de garantizar la seguridad en el estadio?
- La responsabilidad de la seguridad de los asistentes depende del organizador del evento, que es el club. Ahora, por supuesto que el Estado tiene la labor de proteger, por supuesto que Carabineros debe resguardar el orden público, pero el club tiene que reevaluar sus medidas de seguridad, reevaluar la empresa que tiene contratada para resguardar la seguridad en el estadio, y hacer una autocrítica, compartida con la autoridad. El fenómeno de la violencia no parte ni termina en los estadios, es injusto culpar solamente al club, pero no hay un solo club en el país que esté haciendo una buena labor en seguridad. Todos tienen carencias y mucho que mejorar.
- Los dirigentes dicen que cumplen con todas las exigencias que le pide la autoridad y pese a ello se generan episodios de violencia. ¿Es realmente justo culpar al club?
- Lo que ocurre es que no basta con cumplir la ley para resguardar la seguridad de los asistentes a un evento de fútbol, no nos olvidemos que cuando pagas por una entrada, pagas también por tener seguridad, bienestar y dignidad dentro del estadio, eso es un servicio que debe otorgar el club. Si no es suficiente con lo que exige la ley, el club debe preguntarse qué más debe hacer y esto puede pasar por diversas acciones, reevaluar por sobre todo la relación que tiene con sus hinchas, si son meros consumidores que van a pagar una entrada, o son parte de una comunidad social, deportiva, que también se puede hacer parte para solucionar los problemas de violencia en los estadios.
- ¿Qué pasa con la labor de inteligencia que deberían realizar las policías y los jefes de seguridad de los clubes para prevenir?
- Desde el gobierno se pueden diseñar estrategias y planes más efectivos para detectar a estas personas y no solamente impedirles que ingresen al estadio, sino que circulen en el sector. No nos olvidemos tampoco que la gran mayoría de los clubes del fútbol nacional mantienen relaciones ocultas con las barras. Muchas veces estas personas que tienen prohibición de ingresar, igual están adentro.
- El exgobernador porteño, Omar Jara, aseguró que el mayor peligro en las barras es la presencia del narcotráfico.
- Cuando delincuentes usan a la barra de un equipo para conseguir más poder o resolver sus problemas en el estadio, lo que pasa es que poco a poco van entrando más delincuentes y van saliendo más hinchas de verdad. El narcotráfico está presente en la mayoría de las comunas y es inevitable que se exprese dentro de las barras.