Otra vez y siempre, el flagelo de las drogas
El Mapa de la Vulnerabilidad con el cual trabaja el Gobierno da cuenta de que nuestra Región está cercada por el tráfico, las armas y la delincuencia. Salta a la cabeza una frase dicha hace algunos meses por la directora de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, Alejandra Pizarro: "Todo comienza y termina en la droga". El mejoramiento de las condiciones de vida, de la competitividad y la inserción de Chile en el mundo, tienen su fuente en la educación. El transporte público es la principal vía para generar un acceso igualitario a los bienes y servicios que provee la ciudad.
De acuerdo con el desglose regional de la cartografía trazada en el Mapa de la Vulnerabilidad elaborado por el Ministerio de Desarrollo Social, la Región de Valparaíso revela -al menos, en lo grueso- preocupantes señales del flagelo social que golpea a nuestras ciudades y de las cuales nadie se ha hecho cargo más o menos en serio desde la explosión de las mismas, a fines de los años ochenta y comienzos de los noventa.
Nos referimos, cómo no, a la droga y su increíble capacidad de permear todas las capas sociales y destruir vidas y familias sin distingo. Según el informe elaborado por el Gobierno, suerte de primer insumo para la iniciativa Compromiso País que lidera el ministro Alfredo Moreno, en nuestra zona existe casi medio millón de mayores de 18 años, sin escolaridad completa, y sin continuidad ni oportunidades para retomar la media y, en algunos aún más dramáticos casos, incluso la básica.
195.012 personas de nuestra Región viven en un hogar en el cual uno de sus integrantes ha visto, continuamente y en el último mes, tráfico de drogas, balaceras o disparos, superando por lejos a la Región del Bío Bío, a las de la zona centro y el norte del país, y ubicándose tan solo por detrás de la Región Metropolitana, aquélla en la cual el Gobierno concentra la gran mayoría de los recursos en conectividad, calidad de vida, Salud y otras variables que, obviamente, inciden en el fenómeno citado.
Por lo mismo salta a la cabeza una frase perdida en la noche de los tiempos, dicha hace algunos meses en un humilde desayuno de una oficina de la parroquia La Matriz, por la directora de la Comunidad de Organizaciones Solidarias, Alejandra Pizarro, precisamente la primera persona invitada por Moreno a Compromiso País: "Todo comienza y termina en la droga".
Quizás solo sea cosa de tomar un diario regional al azar. Haga usted el ejercicio de fijarse en la portada de ayer de La Estrella de Valparaíso: Escalofriante confesión de joven asesino: "Tía, la maté de un escopetazo", confiesa un novel asesino de 17 años sobre lo que ocurrió con su cuñada el último jueves en Aquiles Ramírez Alto, en el cerro San Juan de Dios.
Sin historial clínico, su defensa arguyó atenciones por consumo de drogas en el hospital Van Buren y consumo de éxtasis ese mismo día según confesión del propio joven.
Hace un buen tiempo que ya hemos comenzado a acostumbrarnos a la friolera de un asesinato por semana, las más de las veces por ajuste de cuentas, asaltos o tiroteos, pero en los cuales el denominador común siempre es la droga.
La rehabilitación de las mismas, qué duda cabe, es tremendamente compleja. Aislar y terminar con el tráfico de las mismas, también lo es. ¿No será ésta la gran oportunidad para Compromiso País de plantearnos una discusión seria y necesaria respecto del camino que deben tomar el Estado y los privados sobre las drogas? ¿Sigue su legalización siendo un tabú? ¿No habrá otro camino distinto a éste, en el cual parecemos tropezar, una y otra vez, con la misma piedra?
Día del Profesor
El martes pasado se celebró el Día del Profesor. Es un momento especialmente significativo para la sociedad toda. Vale la pena recordar la pregunta del Principito al Zorro, cuando le dice ¿qué es un rito? Y el Zorro le responde "es algo muy olvidado, es lo que hace unos días diferentes de los otros días, una hora diferente de las otras horas". Esa pregunta nos hace pensar acerca del valor que tiene este rito en la sociedad chilena de hoy. ¿Habrá cambiado en el tiempo la fuerza que tenía y que permanece en la memoria de tantas generaciones? Tal vez no es así y siempre las familias y los niños y jóvenes celebran y reconocen a las mujeres y hombres que sirven con entrega tan noble misión. Puede ser que la avalancha de información referida a la convivencia escolar, a la violencia y tantos otros similares cubra con un manto de oscuridad la belleza del reconocimiento a los maestros, que sí sucede en la tierra chilena.
Dice Gabriela Mistral " enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra". En el libro Pasión por Enseñar (Editorial Universidad de Valparaíso, 2017) se encuentra una amplia recopilación del "pensamiento pedagógico" de nuestra Premio Nobel. En su prólogo se pregunta "¿se puede ser profesor sin volver a sentir cada cierto tiempo el fuego sagrado del oficio, cuando la rutina y el cansancio amenazan con extenuar y agotar una vocación que nació joven y entusiasta?". Efectivamente, las circunstancias del mundo actual, los cambios culturales, el debilitamiento de ciertos valores esenciales y de instituciones tradicionales hacen -con frecuencia- más compleja la tarea. Importantes son los vacíos, quiebres y soledades que provoca la sociedad contemporánea. Por ello un número no menor de profesores noveles o, que se encuentran en los primeros años del ejercicio de la profesión, toman la decisión de abandonar el ejercicio o emigrar a tareas vinculadas.
No me equivoco si afirmo que todos recordamos a una profesora o profesor que fue maestro en nuestra vida, con quien compartimos algún día del profesor y a quien traemos a nuestra mente con frecuencia. Grandes educadores de todos los tiempos que en palabras del poeta Rabindranath Tagore pensaron que "no basta compartir ideas con el prójimo; se ha de compartir la vida" o que "la educación más alta es la que no se limita a darnos información, sino que hace que nuestra vida esté en armonía con toda la existencia". Rindo un homenaje a aquellos que a mi me correspondieron en mi formación, por su conocimiento, su prestancia, su dignidad, su afecto, su entrega, su atención por mi persona. Sin importar las materias, un maestro es un humanista y un artesano que talla el mérito y abre las puertas del futuro.
El mejoramiento de las condiciones de vida, de la competitividad y la inserción de Chile en el mundo, tienen su fuente en la educación. Un pueblo más educado y virtuoso puede valorar más el diálogo al interior de la nación, como también el diálogo intercultural, junto con mirar mejor a sus orígenes y tradiciones. Puede discernir con mayor profundidad frente a los dilemas, disminuir el dogmatismo y aumentar el entendimiento.
Trolebuses y la precariedad del transporte público
La situación de los trolebuses de Valparaíso no es nueva. Han estado en riesgo de desaparecer al menos dos veces antes y, al igual que ahora, se ha tomado una medida extraordinaria para poder mantener a flote un servicio de transporte público emblemático que, junto con MetroValparaiso y los ascensores, forman una red no contaminante que ofrece un buen servicio a los usuarios. Sin duda es una buena noticia que se haya resuelto el conflicto, y que se proyecte volver al recorrido por la Av. Pedro Montt, luego de haber sido inexplicablemente expulsados por la presión de los dueños de buses, hace más de diez años. Sin embargo, estas medidas no abordan el problema de fondo, y se requerirán nuevamente en el futuro.
El Gran Valparaíso es la segunda área metropolitana mas importante del país, con más de un millón de habitantes repartidos en cinco comunas. Para su funcionamiento es esencial contar con un buen sistema de transporte público, que incorpore diferentes modos, tales como trenes, buses, trolebuses, ascensores, tranvías, teleféricos, ciclovías, etc. El objetivo es contar con servicios de transporte que respondan adecuadamente y de manera integrada el desplazamiento con regularidad, calidad y confort de los usuarios. Sin embargo, de manera inexplicable el Estado mantiene un servicio de buses con contratos que caducaban hace casi una década, que funciona de manera precaria, con servicios irregulares y de mala calidad.
Hoy el Gran Valparaíso no cuenta con un sistema de transporte público. Sin embargo, y a pesar de las críticas, MetroValparaíso es el servicio de mejor calidad del área metropolitana. Su regularidad, calidad de la infraestructura y tecnología para el usuario lo destacan de todas las otras alternativas vigentes. A pesar de su baja cobertura, dada principalmente por el poco interés del Estado en extender su red, es la columna vertebral de un sistema de pago integrado con los trolebuses y los ascensores, en Valparaíso, y con buses de extensión hacia Calera y Limache. No será difícil en el futuro integrar nuevos servicios, como el tranvía que se proyecta en Viña del Mar.
Es momento de pensar que esa empresa pública tenga una mayor participación en el sistema, incorporándose a la propiedad de los trolebuses, para mejorar y ampliar su cobertura, y asumiendo la operación de los ascensores, en una alianza con la Municipalidad de Valparaíso. No es fácil implementar una solución de este tipo, MetroValparaíso depende de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, no es autónoma como Metro de Santiago, y mientras el nivel central del Ministerio de Transporte destina un staff profesional completo para administrar el Transantiago, en regiones se endosa la responsabilidad y financiamiento al Gobierno Regional.
Sin embargo, el transporte público es la principal vía para generar un acceso igualitario a los bienes y servicios que provee la ciudad. Una intervención decidida por parte del Estado nacional y regional en este sentido, puede aumentar de manera significativa la calidad de vida y la competitividad económica del Gran Valparaíso. Es tiempo de contar con un verdadero sistema de transporte público, y la solución es principalmente política.
Bernardo Donoso Riveros
Profesor Emérito de la PUCV
Juan Carlos García
Arquitecto urbanista