Alerta ante el día a día de la pobreza
El caso de la toma en Miraflores Alto, en Viña del Mar, abre diversas interrogantes ante casos que se pueden prevenir de mejor manera.
Desde el punto de vista legal, es una violación a la Ley General de Urbanismo y Construcciones, pues se han levantado viviendas sin el permiso de edificación que otorga la Dirección de Obras de la Municipalidad.
Por eso, la Municipalidad de Viña del Mar decreta la demolición de esas construcciones dentro de un plazo determinado, tarea que debe ejecutar el propietario del predio donde estas se levantan. Si no lo hace, lo hará la Municipalidad con cargo al propietario.
Esos son los aspectos legales básicos que están tras una toma de terrenos en Miraflores Alto, en la cual residen unas 50 familias de inmigrantes que ya han comenzado a levantar allí sus viviendas, las que serían objeto de la demolición decretada por la Municipalidad. Se trata de terrenos privados, con cuatro propietarios que, con todo derecho, buscan recuperar sus predios por la vía judicial.
Pero, tras la maraña legal, aparece nítidamente un problema social, expresión más de la pobreza, ahora "importada", que se suma a la nacional.
Y las peticiones de solución recaen sobre la autoridad, el Estado en sus diversas expresiones, municipio, Gobernación o Gobierno Regional. Y está el tema de los escasos recursos con los que se deben atender gastos ordinarios y también extraordinarios.
Los ocupantes piden más plazo, no quieren causar problema, pero más plazo supone consolidar la ocupación ilegal con nuevas construcciones que, precarias y todo, significaron gasto en materiales. Por otro lado, hay divergencias entre los vecinos permanentes del sector por la presencia de estos ocupantes. La solidaridad mucho se predica, pero poco se practica, sobre todo cuando, como en este caso, el conflicto es cercano.
De cualquier modo, el cumplimiento de la orden legal de demolición provocará reacciones y la faena será acompañada de gestos de efectiva solidaridad y también de fríos cálculos políticos y quizás la disposición quede en nada para luego llegar a la compra de los terrenos privados por parte del Estado y el consecuente gasto en urbanización.
Esta vez, como en otras, faltó una visión de anticipación, pues el problema habitacional existe y la ley va varios metros atrás de las reacciones de seres humanos sin techo.
¿Cómo se gestó esta toma? ¿Hubo una reacción oportuna con propuestas de solución a los ocupantes para evitar construcciones ilegales que van consolidando el asentamiento? Preguntas sin respuesta, pero que nuevamente muestran que el drama de la pobreza no se puede quedar sólo en anuncios, sino que exige un permanente estado de alerta ante la realidad del día a día de quienes la sufren.