Filósofa afirma que el feminismo ha cambiado el paradigma en todos los sentidos posibles
VISIÓN. Escritora Silvia Federici analiza el capitalismo y el trabajo asalariado y reproductivo desde la perspectiva de género. Cree que el cuerpo de la mujer es la última frontera del capitalismo.
En un mundo pensado, escrito y gobernado por hombres, la escritora y activista feminista ítalo-estadounidense, Silvia Federici, afirma que el feminismo ha permitido deconstruir el paradigma oficial. Y no desde una esquina o como un capítulo dentro de un texto, sino que desde una mirada integral e interdisciplinaria, lo que abarca todo.
La intelectual, de 77 años, visitó la zona invitada por la diputada Camila Rojas (IA), en conjunto con el Centro de Estudios Interdisciplinarios de Teoría Social y Subjetividades de la Universidad de Valparaíso, dirigido por Mónica Iglesias. Primero se reunió el sábado con organizaciones feministas y ayer, en la tarde, relanzó la última de sus publicaciones: "El Patriarcado del salario". Antes, al mediodía, recibió el título Honoris Causa de la Universidad de Valparaíso, oportunidad en la cual dictó una clase magistral ante un público integrado en un 90% por mujeres jóvenes.
Una de sus obras más conocidas es "Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas". El otro: "Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria", donde aborda la caza de brujas.
"Dos siglos de ejecuciones y torturas que condenaron a miles de mujeres a una muerte atroz fueron liquidados por la historia como producto de la ignorancia o de algo perteneciente al folclore. Una indiferencia que ronda la complicidad, ya que la eliminación de las brujas de las páginas de la historia ha contribuido a trivializar su eliminación física en la hoguera. Fue el Movimiento de Liberación de la Mujer de los años 70 el que reavivó el interés por la caza de brujas. Las feministas se dieron cuenta de que se trataba de un fenómeno muy importante, que había dado forma a la posición de las mujeres en los siglos venideros, y se identificaban con el destino de las 'brujas' como mujeres que fueron perseguidas por resistirse al poder de la Iglesia y el Estado. Esperemos que a las nuevas generaciones de estudiantes sí se les enseñe la importancia de esta persecución", explicó en su momento.
"El aporte del marxismo al feminismo tiene muchas aristas. Se debe partir de la reproducción social de la actividad económica que es una postura que desnaturaliza la relación social", sostiene, señalando que la revisión que hace del marxismo parte primero porque éste no aborda el trabajo de reproducción enfocado sobre el trabajo industrial, tiene demasiada confianza en la tecnología; ve al capitalismo como un mal necesario como condición para crear la riqueza social, lo que yo no comparto; y presume que la expansión del capitalismo va unificar el proletariado, lo que no se ha dado. Tampoco le da importancia a las divisiones que el capitalismo ha creado entre los oprimidos...son varias", indica.
"Mi trabajo no es individual, ha sido un trabajo colectivo junto al movimiento feminista donde he militado por varios años", sostuvo Federici al iniciar su ponencia donde analizó la contribución del feminismo a la producción del conocimiento dentro y fuera de la academia. Dentro de la academia, agregó, deconstruyendo las ciencias sociales y fuera de la academia, recuperando la memoria de la mujer y sus comunidades. O sea, cómo la mujer ha contribuido al desarrollo de su comunidad.
"No es coincidencia que el Movimiento por la Liberación de la Mujer ha cambiado los paradigmas de las ciencias sociales y culturales. Cada vez que un grupo social oprimido se rebela contra su opresor, necesariamente cambia su identidad social. Por primera vez se ha empezado a definir cuál es la situación social de la mujer, que siempre ha sido definida para el exterior. Por primera vez las mujeres han sido sujetos de conocimiento. Hay que recordar que en los 70, en EE.UU., uno de los primeros aportes del feminismo fue la puesta en marcha de un programa de Estudios de las Mujeres y con él, por primera vez en el mundo académico, las mujeres se encontraron siendo sujetos de la conciencia lo que ha significado poder decidir en forma colectiva de qué necesitamos conocer", subrayó.
Los estudios de mujeres, insistió, nos han direccionado en tres caminos: primero la crítica de la metodología y del contenido de las ciencias sociales; segundo, la deconstrucción de estas ciencias; y tercero, la creación de un espacio particular donde las mujeres colectivamente pueden decidir producir cultura.
"Cómo parte de esta actividad se han producido mucho cambios como es, por ejemplo, una visión más interdisciplinaria de la cultura porque nos hemos dado cuenta de que para describir todas las formas de opresión a las cuales las mujeres estaban sujetas, era necesario superar las divisiones que se han dado entre las distintas disciplinas. Nos habían definido desde el exterior, en instituciones de las cuales fuimos excluidas, incluso, por autores famosos; desde Aristóteles hasta Freud de maneras que devaluaban nuestra experiencia y nos caracterizaban como seres semihumanos", indicó.
"Hasta el advenimiento del feminismo la experiencia que teníamos al entrar al mundo académico fue que como mujeres estuvimos ausentes de la historia. Todos los textos que estudiábamos no mencionaban nuestra presencia en los acontecimientos. Todos estaban escritos por hombres. Con los Estudio de las Mujeres no sólo nos hemos convertido en sujetos de conocimiento, sino que extendimos al proceso de producción el compromiso de autovaloración", puntualizó.
Concluyó su ponencia señalando que "el feminismo ha hecho una gran contribución a cambiar las formas y teorías de la conciencia, pero hemos aprendido que no podemos cambiar todo esto sin que como condición esencial no cambiemos las condiciones materiales de la vida de las mujeres y de nuestra comunidad".
"En este sistema, el Estado y el capital controlan el cuerpo de las mujeres y se apropian de su trabajo a través del sistema del salario. El capital acumula, porque hay mujeres que trabajan por casi nada" "El capitalismo ha manipulado la búsqueda de amor; lo han deformado, usándolo como una medida para extraer trabajo no pagado. Por eso yo escribí: 'eso que llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no pagado'""
El patriarcado del trabajo
Silvia Federici parte de la tesis de Marx de que el capitalismo debe producir el más valioso medio de producción, el trabajador mismo y para explotar esta producción se estableció el patriarcado del salario. La exclusión de las mujeres del salario otorga un inmenso poder de control y disciplina a los varones a la vez que desvaloriza e invisibiliza su trabajo. Esta invisibilización y desvalorización de otras muchas figuras (esclavos, colonizados, migrantes), sirve al capitalismo en su principal objetivo: construir un entramado de desigualdades en el cuerpo del proletariado mundial que le permita reproducirse.