Los trabajadores eventuales de las empresas de muellaje Ultraport del Terminal Pacífico Sur (TPS), vinculado al grupo Von Appen, y de Opval, perteneciente al Terminal Cerros de Valparaíso (TCVAL), hoy en manos del fondo de inversiones australiano IFM Global Infrastructure Fund, levantaron la voz y paralizaron las faenas por, según estiman, las "precarias condiciones de trabajo" y la "considerable" baja de los turnos durante los últimos años, atribuibles -de acuerdo a sus propias palabras- "a los cambios en la cadena logística, el comercio exterior y la concentración de capitales producto de la fusión de las navieras".
Asimismo, también exigen una ley que regule sus condiciones y homologue derechos con otros trabajadores del país, beneficios entre los cuales mencionan indemnización por años de servicio, pre y posnatal, vacaciones pagadas, fuero para los dirigentes sindicales, regulaciones de los carnets rojos que habilitan para el trabajo portuario, capacitaciones, reconocimiento de la faena como "trabajo pesado", seguridad social y otros.
Por ello paralizaron las descargas en ambos terminales desde el segundo turno del viernes, en TPS, y desde el segundo turno del sábado, en TCVAL.
El primer incidente serio se produjo tras el intento de reinicio de faenas con trabajadores contratados y escoltados por Fuerzas Especiales de Carabineros, por parte de TPS, lo que terminó con daños a la propiedad de la empresa y un puñado de detenidos por desórdenes.
Ambas empresas aseguran no tener temas pendientes con sus trabajadores y que el petitorio es "inabordable", aun cuando TCVAL sí admite estar analizando la petición de un posible bono tras la obtención de la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) por parte de las autoridades.
Entretanto, no sólo se vieron afectadas las descargas de cuatro mercantes con más de 7 mil contenedores, sino que el crucero "MS Fram" se vio obligado a recalar en San Antonio, lo que ya parece un triste déjà vu de los conflictos que terminaron por hacer huir a la industria turística de Valparaíso.
El mérito o no de las demandas poco tiene que ver con el tema de fondo, cual es la anarquía que cada tanto asoma en el puerto y que termina por dañar no sólo a los incumbentes, sino que a toda una ciudad, severamente golpeada por la pérdida de dinamismo económico y la falta de confianzas vitales para el desarrollo productivo y la generación de empleos.
El futuro de Valparaíso está nuevamente en juego y, al menos por esta vez, no se ve liderazgo alguno al cual atender.