CIUDAD-PUERTO O CIUDAPUERTO
Para quienes amamos Valparaíso cada vez se nos hace más difícil comprender y explicar(nos) su actual estado de deterioro tanto físico, social, económico y de relaciones humanas. Pareciera ser que todas sus medallas como ser capital regional, legislativa y cultural, patrimonio de la humanidad, con mar, con puerto, con universidades y una fuerte identidad cultural, no son más que salvavidas de plomo al momento de tratar de caminar tranquilamente por sus calles. Así las cosas, Valparaíso es un ejemplo vivo donde el rol jibarizado del Estado presenta una de sus máximas expresiones pasando a ser urgente sustituir este rol subsidiario por uno donde el bien público se encuentre sobre el bien privado.
Por otro lado, hemos sido partícipes de una ciudadanía más empoderada, quien desempolvó la figura de los Consejos de Coordinación Ciudad Puerto que apela a una nueva relación entre el desarrollo urbano y portuario tanto en su institucionalidad como en la calidad de sus proyectos, dado que fuimos los porteños quienes presenciamos pasivamente como en los últimos 18 años se quintuplicaba la transferencia de contenedores mientras la ciudad se empobrecía cada vez más. Será en este Consejo de Coordinación -el cual reúne a un amplio espectro de actores involucrados en la problemática, incluidos la Empresa Portuaria y el municipio- donde se prepare un paquete de medidas para que en el corto y mediano plazo permita no sólo dar señales de confianza, sino también entregue la gobernanza necesaria a un puerto donde los actores públicos y privados no han logrado encontrar puntos de convergencia.
Dicho esto, y aunque parezca imposible, lo cierto es que existen muchos lugares comunes donde podemos avanzar. Un ejemplo vendría a ser el muelle exclusivo de cruceros. Su inexistencia es, probablemente, la leña que alimenta de fondo gran parte del conflicto portuario. Este debiera ser entonces el primer pacto o acuerdo global de la ciudad puerto de Valparaíso, como muy bien se concluyó en ambos seminarios realizados en esta semana en nuestra región. Y en materia de inversión pública, abundan los diagnósticos, los estudios, las propuestas e incluso las voluntades para materializar este tipo de iniciativas. Lo que necesitamos ahora es ponernos a trabajar por el bien de la ciudad.
La primera medida propuesta es la revisión de los manuales de servicios de los concesionarios, para coordinar con el puerto un set de sitios en los Terminales 1 y 2 con atención prioritaria para cruceros como existía hasta 2015 con el espigón y que ofrezcan reservas por al menos dos años. De esta forma se iguala al menos la oferta que ha generado San Antonio a través del concesionario Puerto Central.
Sin embargo, y entendiendo la alta demanda que se produce en las instalaciones portuarias en verano producto de la temporada de la fruta, resulta evidente incorporar el Molo de Abrigo a la ecuación como segunda medida. La Armada es un actor importante en la ciudad, quien con este gesto podría dotar un muelle con dos líneas de atraque de 300 y 700 metros con profundidades que van de los 18 a 45 metros, lo que permite acoger los cruceros de mayor capacidad y que se quedaron en San Antonio al no haber garantías de poder usar los sitios 1 al 3 de TPS en temporada alta. La posibilidad de ocupar el Molo de Abrigo permitiría a la ciudad contar con atraque simultáneo de buques de 300 metros y un modelo operacional donde la Armada entrega en comodato al Terminal de Pasajeros (VTP) la responsabilidad de la atención de las naves de pasajeros; entendiendo que el controlador de este concesionario es también un operador de terminales portuarios (Agunsa), lo que abarataría los costos de intermediarios.
Una tercera medida de mediano plazo sería explorar la creación de una cooperativa de trabajadores portuarios eventuales que les permita no sólo acceder a los actuales trabajos de turnos dentro del puerto, sino también ofrecer servicios al resto de la cadena logística, a las operaciones del VTP e incluso a las operaciones del futuro muelle de cruceros diversificando sus ingresos y permitiendo estabilidad en temporada baja. No hay que olvidar que el cabotaje en el transporte de pasajeros es otra discusión que cuenta con una aceptación unánime, lo que permitiría la atención de estas naves prácticamente durante todo el año.
A lo anterior sumemos que los portuarios eventuales, a través de la cooperativa a formar, podrán tener un tercer contratista que necesitará personal capacitado para la atención en el molo y participar de la logística del VTP. De esta forma, el portuario se beneficia directamente de una industria con la que no se ha logrado identificar ya que sólo se analiza como una molestia que viene a restarle turnos para la atención de naves de carga.
Es el momento de actuar articulados para generar los lazos de confianza, dejar de lado las diferencias ideológicas y trabajar unidos. Valparaíso está entrando en una fase de crisis global, en la cual somos nosotros, los porteños, quienes estamos llamados para conducir y liderar la salida en función de un futuro promisorio donde la ciudad y el puerto se entienda como un concepto único; la "Ciudapuerto" es donde más sentido nos hace la frase "nos salvamos juntos o nos hundimos separados.
* Jonathan Godoy Tamblay
y Daniel Morales Escudero