8 mil millones de dólares es mucha plata y con esa plata se pueden hacer muchas cosas. Y esa esa es la cantidad de dinero que suma el plan de inversiones para la Región de Valparaíso que anunció el jueves pasado el ministro de Hacienda, Felipe Larraín.
Hablando en el acto en que se celebraba el quinto aniversario de la Fundación Piensa, el titular de la cartera fiscal presentó una batería de proyectos para la región que cubren aspectos que van de cordillera a mar y que tocan también ámbitos decisivos del desarrollo humano, como es la salud.
"Tenemos proyectos industriales, inmobiliarios y en el sector de energía", indicó. En concreto aludió a cinco nuevos liceos, mejoramiento caminero, embalses largamente postergados, construcción del Paseo del Mar en Barón, recuperación del tan mal aprovechado sector Almendral y restauración de nueve ascensores, entre otros aspectos locales y regionales.
Entrando al tema del tren entre Santiago y Valparaíso, sobre el que se han planteado dudas incluso desde la vereda oficial, expresó que "hay un compromiso del Gobierno para que la licitación sea en 2019, por lo tanto el tren va a ser una realidad".
Esta mirada optimista que trae Larraín, llega en medio de un clima regional negativo, con un paro portuario de graves proyecciones, como lo reconoce el mismo ministro, que ha llevado hasta remoción del presidente del directorio de la estatal EPV Raúl Celis, y con quejas en el Consejo Regional por falta de diálogo para definir la cartera de proyectos de inversión.
También estos anuncios se dan en un marco de cuestionamiento para algunos proyectos, como es el caso del Terminal 2 del Puerto de Valparaíso, precisamente consignado por el ministro.
La importancia de estos anuncios es que corresponden a un plan estructurado que tiene como objetivo una inyección para lograr el crecimiento de la segunda Región más importante del país, que presenta muy malas cifras de desarrollo, y también por la proyección de las inversiones en el mercado del trabajo, en buena parte marcado por la precariedad y la informalidad.
Es posible que entrando al detalle de los proyectos surjan críticas, dudas y observaciones sobre su impacto y también sobre la falta de participación en su formulación.
Sin duda el plan en marcha no se ha hecho de la noche a la mañana y su contenido no corresponde exclusivamente a este gobierno; pero en general es el resultado de estudios, priorizaciones y demandas sectoriales.
De cualquier modo, el conocimiento amplio de las iniciativas da espacios a la participación y a una discusión que debe estar marcada por un ánimo propositivo que borre ese velo negro y paralizante tan frecuente en la mirada de algunos sectores regionales.